martes, 9 de junio de 2009

"Parte meteorológico" (Hay cosas que el viento no se las lleva)


Santiago estaba sobreviviendo a uno de los días más tristes de su vida. Un día de esos en los que se le da vueltas a todo para acabar pensando que tú eres el peor animal sobre la Tierra, consecuencia de tus pecados, con el corazón mordido por el alacrán de la soledad. Trabajó por la mañana en el lugar de siempre y ... sí, con la misma gente, como rezaba el bolero aquél. Al atardecer se comió cuatro horas extra en otra tienda del centro de la ciudad y, mientras permanecía clavado en la puerta del establecimiento, comprobó que se estaba preparando una de esas maravillosas tormentas de aire que, a buen seguro, acapararían su atención acabando con la tormenta de su cerebro. El cierzo, que es el viento para los que vivimos en ésta ciudad, nunca le había defraudado al soplar fuerte y llevarse con él toda la polución. Al observar la fuerza con que azotaba los árboles y barría la terraza de un café, volviendo loca a la camarera, imaginó que con el mismo ímpetu podría también barrer el pasado de sus errores, igual que limpia el cielo de nubarrones. Con ésta idea su alma somnolienta de triste poeta empezó a crear un clásico soneto que nunca se publicará.

Al llegar a casa, después del trabajo, Santi saludó a su madre. Su padre estaba viendo en la televisión el parte meteorológico y, a modo informativo para el resto de la familia, proclamó:

- "¡Siguen las nubes y seguirán toda la semana!".

Santi, al escuchar ésto, no pudo parar de reír, pues él estaba seguro de que el cierzo se llevaría cualquier nubarrón. Llegó a su habitación y abrió la ventana para sentir plenamente el bramido del viento. Allí, asomado, se dispuso a pasar su soneto a limpio en un papel en blanco con su letra ilegible. Era un soneto brillante y optimista, cosa rara en él, intentando bañar con claridad algo de su oscuridad. En el instante en que Santiago dibujaba la última palabra del poema, el cierzo escribió su final alternativo y lo hizo realidad cuando, en una súbita volada, puso otoño en su soneto arrastrando la hoja de papel y alejándola en la distancia.

Mientras Santiago observaba cómo el viento se adueñaba de sus sentimientos barriendo despiadado sus esperanzas exclamó con resignación:

- "Siguen las nubes y seguirán toda la semana. Probablemente sigan durante el resto de mis días"

FIN


Espero que os haya gustado el cuento, pero ahora aprovecho y os cuento otra cosa. Hoy, día nueve, he asistido en el FNAC (¿o es la FNAC?) a la presentación de la NOVELA "Los guionistas" de Roberto Malo que promete ser desternillante. Si me río la mitad de lo que me he reído hoy en la presentación ya la consideraré una "joya". La verdad es que me ha encantado como Roberto presenta su obra y espero que nunca cambie ese aire cercano, bromista y humilde que impregna de encanto cualquier cosa que nos cuente. Gracias Roberto. Aconsejo a todo el mundo disfrutar en sus cabezas de ésta película contada en una novela antes de que alguien la destroze llevándola a la pantalla... y que quede claro que es una novela, no un guión...(aunque bien pudiera serlo)

6 comentarios:

roberto dijo...

Muy majo el cuento. Y muchas gracias por el comentario de la presentación. ¡Así da gusto! ¡Ya estoy etiquetado! ¡Qué responsabilidad, por Dios!

pepa mas gisbert dijo...

Hay cosas que no querría que el viento se llevara.

Saludos, tomo nota de tu recomendación

Amaya dijo...

Y hay cosas para las que estamos predestinados aunque sabemos que los sonetos "optimistas" también podrán salir de tus manos.
Y el Cierzo... me gusta de vez en cuando.
(Por cierto qué pena no haber ido a Fnac, yo también tomo nota de tu recomendación)

Jara Santamaría dijo...

Muy bueno el cuento =)

Y yo también tomo nota

Anónimo dijo...

Hay que reinventarse, muchacho. Para que el cierzo se lleve algo hay que abrir la ventana.

Raúl G.R dijo...

Hay cosas que el viento no consigue arrastrar pero si erosionar. Un saludo.