
Esta tarde me encontraba paseando por una de las calles más largas de esta antigua ciudad gris, deseando que fuera de noche, cuando me cercioré de que el verano estaba muriendo lentamente sobre el asfalto. Al mismo tiempo pude intuir cómo, en la última esquina de la calle interminable, ya respiraba y esperaba agazapado, seguro de sí mismo, el otoño despiadado. Este ladrón de sueños afortunadamente es mi estación favorita, por eso me detengo tanto tiempo en él. Quizá por esta razón el otoño sólo se dedica a saquear las hojas de los árboles dejando intactas otras hojas que un día como hoy conforman uno de mis más preciados tesoros. Ese tesoro con madera de joya que hoy sostengo entre mis manos vuelve a ser un libro y, mucho más que eso, un regalo para los sentidos. “Las esquinas de la luna” es totalmente incomparable, impactante y emocionante en el sentido extenso de la palabra. Para mí unos versos deben tener algo muy especial para calar tan hondo como lo hace aquí
Luisa Miñana quien, con sus palabras-bisturí en mano, he de confesar que me ha abierto en canal hasta escarbar en lo más hondo de mis sentimientos y recuerdos. El lector, a través de su propia experiencia, comprende y vive junto a la autora cada minuto de esta noche “amablemente” compartida que es, en definitiva “Las esquinas de la luna”.
La primera vez que leí este libro fue hace tres días, en el Café La Colonial. Resultaría muy embarazoso confesar aquí todo lo que me hizo sentir a través de sus versos pero, bastará decir que absolutamente todas las conversaciones de las personas que llenaban el bar, toda su música, cada risa, cada grito fuera de tono, fue callado por el ambiente de esas calles que discurren por las escarpadas y difíciles esquinas de la luna. Al día siguiente lo volví a leer por segunda vez y esta tarde, tras una tercera lectura en el Café La Republicana, al fin he podido quedarme con mis poemas preferidos de todo el poemario. Al final, hermoso. Desde el título mismo hasta el último verso este libro es hermoso. Yo creo que es el adjetivo que mejor lo define. Puramente hermoso. De todos sus poemas es difícil quedarse con uno pero yo quiero destacar los que más me impactaron:
“Hopper OK”, es el retrato de una noche vacía en la que casi podemos dibujar el solitario ambiente urbano. Muy gráfico.
“Deseo anfibio”, es el retrato de un amor muy original a la par que irresistible huyendo totalmente de los tópicos.
“Noche de San Juan”, es otro paisaje de otra noche que podemos ver ante nuestros ojos con un final desconcertante y genial.
“Mujer con periódico espera en un café de nuevo”. Yo creo que el título ya lo dice todo.
“Invocación a la sombra”, es una acertada reflexión de ese rito de brujería que se practicaba con fines amorosos que, en definitiva, deja libertad para la reflexión del lector.
“Museos”, es de mis favoritos porque trata de una manera muy tierna mi profesión y el amor loco hacia una escultura.
“Gatos en la luna”. Ya se puede deducir del título. Espectacular.
“Mujer simbolista”. Aunque es de los más cortos te impacta como un disparo, descarnado y muy duro. Con una visión de la tristeza, el paso del tiempo y la soledad muy particular.
“Desorientación”, es precisamente eso, al llegar a un final demoledor e inesperado. También muy corto, sencillo y maravilloso.
“Los pasadizos de la ciudad antigua”. Un autorretrato muy íntimo de una mujer (o varias) que acude a una cita con el telón de fondo de un maravilloso paisaje urbano.
“Hélices”. Para mí es una obra maestra, como si de cine se tratara. Un homenaje a Leonardo Da Vinci espectacular que está a la altura de las circunstancias, que ya es mucho.
Esta ha sido mi opinión de uno de los poemarios que más me han impactado en los últimos tiempos.
"Las esquinas de la luna" (Luisa Miñana, 2009. Ed. Ecilpsados)