
Antes de comenzar diré que me he visto obligado a cambiar el aspecto del blog pues el anterior comenzaba a dar problemas. Dicho esto, comenzamos.
Hace unas entradas publiqué la canción de "La Bohème" con un poema dedicado. Todo el mundo destaca a Charles Aznavour como un gran cantante pero también como un gran intérprete de las propias canciones al cantarlas encima de un escenario, algo parecido a lo que hacía también Frank Sinatra. Estos cantantes "contaban" las canciones además de cantarlas. Quizás por eso ambos se admiraban de la misma manera. El caso es que tanto Sinatra como Aznavour tuvieron carrera cinematográfica, aunque mucho más espléndida sin duda la del italoamericano. Alguien me aconsejó, no obstante, que viera la película "Tirad sobre el pianista" de Truffaut en la que Aznavour es el protagonista con un papel nada desdeñable. En esta cuarta película de Truffaut (justo la siguiente a "Los cuatrocientos golpes") Aznavour se introduce en el personaje de Charlie Kohnler, un gris pianista de cabaret con un pasado oscuro en el que irónicamente conquistó también algo de fama como concertista clásico. Charlie, nacido en una casa humilde, siempre se ha mantenido al margen del resto de su familia pues ésta navega por las turbulentas aguas de la delincuencia a excepción del hermano pequeño, Fido, que está a cuidado de Charlie y una prostitua (Michèle Mercier) que vive en la misma casa. Al parecer el pasado turbulento de Charlie sigue pesando demasiado sobre sus hombros y no consigue despegarse de él. La única forma de evadir la oscuridad de su vida solitaria es tocando el piano en ese sucio cabaret, pasando desapercibido para el resto del mundo que intentara recordar su pasado. Pero, cuando parecía que la vida no podía ser más cruel con él, su hermano Richard (Albert Remy) acude a su lado para que le libere de un par de tipos que andan persiguiéndole por un ajuste de cuentas. En este momento Truffaut nos presenta de forma ingeniosa el flashback por el cual conocemos el pasado de Charlie como famoso concertista de piano junto a la que fue su esposa (Nicole Berger). Aquí el espectador tiene la oportunidad de llegar a conocer bien a ese hombrecito gris que es en la actualidad Charlie e incluso comprender su anodina forma de ser y su tristeza.

De vuelta al presente, vemos cómo Charlie se encuentra profundamente enamorado de Lena (Marie Dubois), la camarera del Café donde trabaja, pero su timidez le impide acudir a la llamada de esa incipiente y pequeña luz de esperanza que representa ella para el fondo del túnel que es su vida. Charlie y Lena son víctimas de un secuestro llevado a cabo por los dos hombres que perseguían a Richard y este suceso, del que escapan sin muchas dificultades, les sirve como feliz nexo de unión. Es en este punto donde Charlie comienza una agónica escapada para despistar a los dos hombres que le persiguen, una escapada que se mezcla con su particular huída de su propio pasado que, finalmente, le llegará a atrapar dramáticamente una vez más. En resumen esta es la historia de un hombre que vive su vida escapando de un amargo pasado que no llegará a dejar atrás nunca, un guiño de François Truffaut al cine negro americano que tanto le entusiasmaba y una buena oportunidad para ver a Charles Aznavour como un actor bastante correcto. Me ha gustado conocer esta película que nunca había visto y animo a verla aunque sólo sea para descubrir al Aznavour actor. Por respeto a todos los que no la hayan visto no voy a contar más, simplemente decir que en mi opinión no es una obra maestra pero sí una buena película entretenida para pasar un buen rato.

