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jueves, 26 de enero de 2012

Citas culturales


 El martes 31 de enero tendrá lugar la primera sesión del tercer ciclo Libros filmados, organizado por la Asociación Aragonesa de Escritores, la FNAC y coordinado por Alfredo Moreno. Para comenzar esta tercer asesión del ciclo veremos la obra maestra Strangers on a train (Alfred Hitchcock. 1951) Como siempre, el evento tendrá lugar en la FNAC Plaza España de Zaragoza, teniendo lugar la proyección a las 18:00 y el coloquio a las 19:45 con Miguel Ángel Yusta y Alfredo Moreno.




Pasando a otro tema, en la Biblioteca de Alagón, hasta el 29 de febrero, se podrá contemplar una exposición de los libros cartoneros de Cartonerita Niña Bonita en la que tengo el honor de estar incluido con Jazzmen. Más información aquí.

lunes, 15 de agosto de 2011

Bajo la lluvia (Relato)

Estatua-fuente en el Paseo de la Constitución de Zaragoza a la que le dediqué este relato

Esta ciudad donde nací no tiene mar y tampoco tiene puerto, sin embargo aquí todos somos marinos expertos; veleros que se pierden en un océano incierto para encallar en inciertas pasiones, ansiones que mueren en ese mar muerto. Algunos son poetas olvidados, otros son profetas exiliados y los que más intentamos pasar abandonados y desapercibidos dejándonos llevar por la corriente. Yo siempre fui barquita a la deriva hasta que una noche estalló una amarga tempestad que me quiso extraviar. Recuerdo un día gris en que el cierzo se detuvo por cortesía para dejar a las plomizas nubes descargar su mortal lluvia de plomo. Yo paseaba con mi chica por la Calle Alfonso cuando estalló la tormenta en su mirada, ese océano que hasta entonces había guiado mi travesía. En ese momento saqué un paraguas del bolsillo bajo el que nos resguardamos pero entonces ella olvidó proteger mi endeble corazón mientras sus frías olas brotaban de su boca y golpeaban sin remedio los arrecifes de sus labios. Así, bajo el paraguas y habiendo llegado al buen puerto de su barrio, me dio lo que ella bautizó “el último beso”. Salió de debajo del paraguas y se desvaneció en la cortina de humo de los coches, de los recuerdos y la lluvia. No recuerdo demasiado del resto de aquella lluviosa noche. Aunque la busqué no encontré luna alguna en el negro satén de la madrugada, tan sólo relucía en el recuerdo de sus pupilas. Recuerdo una botella, una última canción y una barra de bar que hacía las veces de astillero para barcos borrachos como yo. Tambaleándome volví a zarpar por el océano nocturno hacia el negro río que en su murmullo indiscreto parecía cantar su nombre y, como quien busca un lugar para descansar, recuerdo que navegué hacia la otra orilla. Entre las destartaladas casas del arrabal creí encontrarme perdido en ciudad extraña pero fue allí donde en esta misma ciudad de exiliados profetas y olvidados poetas decidí ser un descarriado escultor, forjador de sueños en lugar de palabras. Allí, clavado en mitad de la noche más aciaga, ví brillar la torre de La Seo como un faro en medio del caótico océano y su luz me guió en el viaje de vuelta a casa. A partir de entonces no esculpí nada bueno ni digno de rescatar aquí hasta que un buen día, recordando aquél último diluvio, se me ocurrió representar a dos amantes caminando abrazados bajo un paraguas resguardándose de sus propios peligros. Hoy mi obra está emplazada en un destacado lugar del Paseo de la Constitución y así, cada vez que mi amada lo vea, sabrá que aquél último beso nunca existió; comprenderá que no tengo cincel para esculpir un último momento con ella, que la lluvia borró esa penúltima tormenta que asomó a nuestros labios.

Este relato fue publicado por primera vez en La Biblioteca de Babel y está incluido en Jazzmen (Cartonerita Niña Bonita 2011)

lunes, 1 de agosto de 2011

Ecos de Jazzmen y Tertulia poética "Transversores"

David Giménez, Marcos Callau y Alfredo Moreno. Fotografía tomada por Primo
Quiero agaradecer la asistencia y el apoyo a todos los amigos que se dejaron caer por El pequeño teatro de los libros para acompañarme en la presentación de Jazzmen. A los poetas cartoneros que leyeron, (Julio Donoso, Victor Guiu y Marisa), al músico GranBob y a los amigos poetas que llevaban "casualmente" unos poemas por los bolsillos: Elisa Berna, Sofía Díaz Gotor y Chabi. Por supuesto agradezco a David y a Alfredo la inmejorable compañía encima de ese escenario y las palabras que dedicaron a estos doce relatos. Ahora les dejo unas fotografías para todos aquellos que no pudieron estar y unos enlaces de varios blogs que se hicieron eco de Jazzmen. Gracias a todos!

Aquí declamando... Fotografía del blog Aventarte
David Giménez, Marcos Callau leyendo y Alfredo Moreno. Fotografía de José María Sorando

GranBob, autor de Pedaleando, con una de sus canciones

El poeta ciclista, Victor Guiu, próxima publicación cartonera
GranBob a la guitarra y Julio Donoso (autor de "Espantos") recitando
Marisa Lanca recitando un  hermoso poema

Elisa Berna, amigas y poeta, nos volvió a cautivar con otro maravilloso poema. Click en su nombre para visitar su blog. La fotografía vuelve a ser de José María
Excelente poeta y amiga, Sofía Díaz Gotor, nos deleitó con su poema Tierra baldía. Fotografiada aquí por Amaya

Chabi Angulo recitándonos cuatro de sus haiku
Aquí el zurdo tiene el honor de firmar un ejemplar de Jazzmen para Ana y Anabel, autoras del blog Aventarte
Aquí junto a Chesús Yuste, autor de La mirada del bosque

Aquí los amigos Marian, Roberto Malo y Raúl Garcés
Mil gracias a todos!!!

Enlaces de blogs que se hicieron eco de Jazzmen:

Primo y sus fotografías , Las amigas del blog "Aventarte" , Marta NavarroRaíces de papel ,  , Antón Castro , Época Dorada y su particular creación sobre el relato "A la luz del flexo" . El pintor Antonio Callau y El fotógrafo José María 

El martes dos de agosto, a las 21:30, se celebrará la tertulia poética  Transversores en el Interferncias de Zaragoza (C/ Benavente, 11) en la que participaré junto a Fran Picón , Miguel Ángel Yusta , Fernando Sarría , Luisa Miñana , Rafael LunaMarta Fuembuena , Eduardo Fariña y Mayte Albores . Nos vemos!

martes, 26 de julio de 2011

A las puertas del deseo, a las puertas de Jazzmen


Allí donde se levantan las horas
contra un techo de insomnio
y se elevan ciertas olas
hacia el incógnito oscuro.
Allí donde las luces galopan
en neones cenicientos
y un suspiro se funde en la niebla
de juveniles otoños.


Solo en ese rincón
donde se parte la noche, harapienta,
termina la búsqueda,
en dos madrugadas,
del deseo en la nada.


Hasta este lugar llegué
por la avenida de los capiteles tronchados
formados de hojas caídas y besos marchitos.
Hasta este lugar, también,
me persiguió el deseo
para abrirme allí sus brazos.
Fue entonces cuando recordé
la estatua que fui
y me alegré de no tener manos.


Allí donde se despojan los sueños
y el tiempo es arena
sin existir el desierto,
allí donde se elevan las primaveras en verano,
los octubres en invierno;
allí y más allá,
desde la muerte,
acudí al umbral del deseo.


Llamé a la puerta.


Nadie respondió.



Con este poema les dejo nueva informacíón sobre la presentación de Jazzmen (próximo jueves 28, 20:00, El pequeño teatro de los libros. C/ Silvestre Pérez, 21) Además de la presencia de Alfredo Moreno, David Giménez y GranBob, se prevé también la asistencia de los poetas cartoneros David Liquen, Víctor Guiu y Julio Donoso, que recitarán algunos poemas. También habrá micrófono abierto. ¡Si tienes un poema rodando por tu blosillo, léelo!.

Por cierto, la plataforma cultural Raíces de papel ha seleccionado mi relato Deseos humanos ganador del II CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE "ARVIKIS-DRAGONFLY" La ganadora del III CERTAMEN DE POESÍA "POETA JUAN CALDERÓN MATADOR" ha sido Raquél Vázquez Díaz. Mi enhorabuena para ella. También mi enhorabuena para todos los seleccionados finalistas y para publicación. Y mi agradecimiento a Javier Bueno y Juan Calderón Matador por la creación de estos concursos que nos dan como resultado unos libros tan estupendos como los del año pasado. Ah y mi agradecimiento a Gloria Grahame, por supuesto.

jueves, 21 de julio de 2011

JAZZMEN

Amigos blogueros el próximo jueves 28 de julio, a las 20:00, se presentará en la zaragozana librería El pequeño teatro de los libros (C/ Silvestre Pérez, 21) mi colección de doce relatos breves titulada Jazzmen y editada por Cartonerita Niña Bonita. Tengo el inmenso honor de contar con Alfredo Moreno para el evento y con el editor David Giménez. También estará presente el músico "GranBob" (Roberto Artigas) autor del CD cartonero Pedaleando. Es para mí un sueño hecho realidad poder editar una colección de relatos con la editorial Cartonerita Niña Bonita que, por cierto, cumple ya tres años de vida. La idea cartonera surgió en Argentina, cuando la crisis azotaba el país y consistía en crear libros artesanos con materiales reciclados que además fueran asequibles para todo el público, gracias a su política de precios anticrisis. Este espíritu ha sido conservado y trasladado a nuestro país por David Giménez y lo cierto es que esta Cartonerita de Remolinos cada día está creciendo más y más. Formar parte de ella es un auténtico placer. Como aperitivo os dejo unas fotografías de algunos ejemplares de Jazzmen, relatos de crooner:
Con esta entrada me despido hasta dentro de una semana y con uno de los relatos que se incluyen en Jazzmen: A la luz del flexo

Nos vemos!

lunes, 9 de mayo de 2011

Bolsillos llenos, bolsillos vacíos (Relato)

Una postal del legendario y desaparecido Gran Café Ambos Mundos de Zaragoza
Cuando era un niño, en la Zaragoza de los años veinte, las largas horas de espera que en el salón de casa dedicaba a mi padre, parecían interminables. Después de trabajar siempre solía tomarse un par de copas con sus colegas en el elegante Café Ambos Mundos pero, en ocasiones, se alargaba tanto la sesión que perdía el último tranvía y debía volver a casa caminando. Recuerdo perfectamente que, antes de que apareciera por la puerta, podía adivinar cuándo llegaba por el ruido de las monedas en sus bolsillos. Fascinado por la idea, un día le pregunté por qué llevaba siempre tanta calderilla. Entonces, mi padre me miró muy serio y respondió solemnemente: ‘Hijo, la vida consiste en conseguir cada día más fortuna’.

Al día siguiente, por mi séptimo cumpleaños, me preguntó si ya había aprendido qué era lo más importante en la vida. Respondí exactamente las mismas palabras que él me había enseñado y entonces, exultante de alegría, me dio todo el dinero que llevaba encima. Aquello se convirtió pronto en una costumbre cotidiana, una especie de juego en el que, si yo adivinaba el número de monedas que portaba en los bolsillos, él me las regalaba. Mi padre estaba entusiasmado conmigo y con lo temprano que había aprendido lo que era importante en la vida y lo que significaba ahorrar, pues yo siempre almacenaba todo lo que recaudaba de sus bolsillos.
 Pero al pasar los años vinieron tiempos más aciagos. Mi padre perdió el empleo y la costumbre de tomar un par de copas en el Ambos Mundos fue sustituida por el café amargo de los domingos, después de misa, en un bar llamado Verich, sin copa ni puro. La vida cada vez fue para nosotros más humilde al tiempo que disminuía el sonido de las monedas en los bolsillos de mi padre. Eran realmente tiempos grises donde hablábamos poco y comíamos menos. Al cumplir los once años, en una mañana fría de enero, mi madre abandonó el hogar y mi padre llegó de su nuevo trabajo más apresuradamente que de costumbre. A pesar de las penurias que vivíamos, él siempre había seguido jugando conmigo y si era capaz de adivinar cuántas monedas llevaba, me las seguía regalando. Pero aquella noche, con lágrimas en los ojos, mi padre sacó el forro de sus bolsillos y me dijo con voz temblorosa: ‘Lo siento, hijo. Ya sé que hoy es tu cumpleaños pero, como ves, mis bolsillos están vacíos’. En ese momento, como si recibiera un fogonazo, aprendí de súbito lo que verdaderamente era importante en la vida. Me acerqué a él, lo abracé y le dije: ‘Tus bolsillos pueden estar vacíos pero mi corazón está lleno con todo lo que siempre me has dado’.

 Mi padre nunca entendió cómo un niño de once años le pudo enseñar, en ese instante, lo que significaba en realidad la vida y lo poco que importa, a veces, el dinero.
Relato publicado en Jazzmen

lunes, 21 de febrero de 2011

Relato breve: "El hombre sentado"

EL HOMBRE SENTADO
Estatua de "El hombre sentado" admirando la Torre Nueva de Zaragoza, hoy desaparecida

 No había podido pegar ojo en toda la noche. Todo el tiempo estuve pensando en ella, imaginándola en brazos de otro hombre. Creo que todo empezó recordándola en mis sueños pero hoy su ausencia es tan cruel que ya no me deja ni soñar. Solo tengo que pisar la calle para recordarla, en cada esquina compartida, en cada semáforo con beso incluido, en cada banco del parque. Ella está en cada rincón de esta ciudad y a la vez, demasiado lejos de aquí. 
Pintura de Pablo Gonzalvo de la Torre Nueva hoy desaparecida en Zaragoza
 Después de cruzar la madrugada en vela, decidí bajar a la calle para desayunar en una taberna irlandesa que acababan de inaugurar justo al lado de mi casa. Tras el café, para despejarme, salí a dar un paseo tan largo que la tarde se abalanzó sobre mí sin llegar a darme cuenta. Era una de esas tardes grises de diciembre en las que anochece tan pronto que toda la ciudad parece mimetizarse contigo, en una actitud osadamente camaleónica.  Mis pasos, más o menos certeros, me llevaron hasta un lugar conocido como Plaza de la Torre Nueva donde se eleva la iglesia de San Felipe y a su lado, un monumento a una torre hoy ya inexistente. En su lugar se colocó la figura de un hombre sentado en el suelo, que admira el hueco donde debía estar la torre. Esta figura sedente siempre me ha recordado a mí mismo porque lo único que hace es soñar y admirar el pasado, lo que ya no puede tener. Cuando hoy, de nuevo, me he encontrado en esta plaza he podido comprobar que un viejo camión de reparto se interponía entre el hombre sentado y su objetivo imaginario. Después de esta imagen tan desalentadora fui a cenar algo en uno de esos maravillosos establecimientos de la cercana calle Méndez Núñez. 

Al terminar, volví a la plaza para comprobar que, efectivamente, el camión seguía ahí pero el hombre sentado había desaparecido. Así de triste es esta ciudad al anochecer, pues hasta una estatua puede dejar atrás el pasado, antes que un hombre de carne y hueso. Así de triste es esta ciudad de la que, sin embargo, estoy enamorado porque sé que mis pasos, más o menos desafortunados, caminarán eternamente sus grises calles de trémulos recuerdos.

FIN
Inscripción actual en el suelo de la Plaza San Felipe


 Todas las fotografías que ilustran este breve relato son de Amaya

Hace poco tiempo también dediqué una entrada a esta figura aquí.


Relato publicado en Jazzmen (Cartonerita Niña Bonita. 2011)

jueves, 6 de enero de 2011

La pluma estilográfica (Relato breve)

Espero que los Reyes se hayan portado bien con todos vosotros. Por Zaragoza han pasado y como yo tuve que trabajar durante la noche, he sido de los pocos afortunados que los pudo ver. Si no me creen mírenlos aquí, justo en la Plaza del Pilar. A mí sus majestades me han traído una pluma estilográfica lo cual me ha recordado un relato que escribí hace un tiempo y que es el siguiente.

La pluma estilográfica

Don Pablo Badaguás Nieto, natural de Santa Cruz de la Serós, un pequeño pueblo de la Jacetania en la provincia de Huesca, tuvo en su infancia la inmensa fortuna de poder ir a la escuela. Este suceso era único en el pueblo y muy extraño en una época como aquella en que los curas todavía eran gente respetable y los domingos un día señalado para encontrarse con los vecinos, en misa de doce. El caso es que sus padres habían ganado no sé qué concurso radiofónico y de esta manera Pablito se convirtió en estudiante. Se desplazó a Zaragoza, donde vivía una tía suya bastante adinerada, y allí completó sus estudios primarios con muy buenas calificaciones. Una vez terminados, Pablo volvió a la montaña para ayudar a su padre en las labores del campo y el ganado. Sin embargo aquellos años en la escuela no cayeron en saco roto y en ellos adquirió la pasión por la escritura, la lectura y la gramática. Una vez en Santa Cruz, no podía dejar ni un día de escribir. Pablo llenaba hojas y hojas relatando los sucesos que acontecían en el pueblo, describiendo las maravillas con las que se encontraba en sus paseos campestres o simplemente dedicándose a sus pensamientos. Incluso llegó a escribir un diario que nunca terminó. Pero un día, mientras ojeaba el periódico, Pablo fijó la vista en el rincón de una página donde se anunciaba la organización de un concurso literario para relatos cortos, de ámbito autonómico. Como premio al ganador le obsequiaban con una pluma estilográfica y un diploma en el que le acreditaban como merecedor del primer premio. Pablo siempre había soñado escribir con pluma así que comenzó a diseñar relatos para el concurso. Escribió cuentos ambientados en los rincones de su pueblo, llenos de descripciones sobre la vida en la montaña o mencionando esa perdida y olvidada Iglesia, orgullo de Santa Cruz, que realmente resulta ser toda una joya del Románico más temprano. Envió un relato en cada edición del concurso y nunca resultó ganador hasta que un año, cuando Pablo ya era un anciano, apareció un cartero en Santa Cruz para notificarle que su trabajo había resultado premiado. Para recoger el envío tuvo que trasladarse a la Oficina de Correos de Jaca y una vez allí, con el premio ya entre sus manos, se dirigió a la Cafetería más cercana para desenvolverlo. Dentro del paquete una bellísima pluma negra, acompañada por su correspondiente bote de tinta, le confirmaba que había sido ganador del primer premio. Apresuradamente Pablo abrió un cuaderno en blanco que había comprado especialmente para la ocasión y comenzó a escribir con su pluma. Lamentablemente, al tiempo que estrenaba la pluma, advirtió que éstas no están diseñadas para escritores zurdos ni los premios literarios organizados para un hombre de pueblo como él.

FIN

Relato publicado en Jazzmen (Cartonerita Niña bonita. 2011)

PD: Por cierto que yo también soy zurdo así que, si alguien quiere una pluma...

jueves, 16 de diciembre de 2010

El hombre que odiaba los espejos (Relato breve) + un poema

Ciertamente los espejos son criminales y exactamente esto es lo que estaba pensando Javier al pasar por uno de esos escaparates que mostraban todo aquello que nunca podría comprar. Javier odiaba su reflejo porque en él veía todos sus fallos, todas sus mediocridades. Siempre que había tenido una ilusión en su vida, a la vuelta de la esquina, esperaba incondicional la bofetada del fracaso; cada vez que algo de luz había iluminado su oscura existencia, algún suceso irreparable volvía a velar la débil bombilla.

Con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en esa tarde, como en un tren que no cesa, Javier caminaba sin rumbo bajo la lluvia hasta que, en la calle que habitaba, vio anunciada un nueva exposición del Museo de Arte Contemporáneo. Javier era pintor en sus ratos libres y aunque nunca había vendido un cuadro siempre que podía acudía a exposiciones y eventos relacionados con la pintura. La de aquella tarde comenzaba con unos retratos y unos paisajes urbanos hiperrrealistas pero fue al final del recorrido marcado donde se encontraba la obra que, sin duda, mas impactó a Javier. En ella se escenificaba con trazos magistrales el atardecer sobre un mar en calma. En aquella marina se apreciaban las mil tonalidades del ocaso mientras el sol aún destacaba como una bola naranja sobre un océano que reflejaba el cielo incendiado. Javier estaba encantado y emocionado porque, en su contemplación, recuperó su infancia, su pueblo natal; por unos instantes volvió a escuchar el eco del mar al retirarse y pudo percibir el suave aroma a salitre que tanto echaba de menos en el interior. Mientras nuestro amigo recuperaba en aquel lienzo su tierno pasado, el sol dibujó el resto de su arco hasta esconderse tras el mar. El cielo se apagó en suave degradación y con él se mezclaron las aguas de un negro mar caótico que ya no se pudo distinguir del resto del dibujo. Javier, ante un lienzo en negro, musitó: “Ciertamente los espejos son criminales”.


THE END



A continuación, un poema dedicado a una pintura de Antonio Callau que bien podría concordar con el relato anterior:

Acaso el ocaso

“Acaso el ocaso
me llama al cielo raso
Acaso el ocaso
para este ave de paso

Si ya no tiene caso
despistar al fracaso
si acaso repaso
mi horizonte tan laso
y arraso al mar
en un vaso, de lágrimas escaso,
vertidas por un error tan craso

Si acaso el ocaso
me abate al cielo raso
y este ave dio al fin
su último paso.”

sábado, 27 de noviembre de 2010

La Biblioteca de Babel

En febrero de 2009 el poeta Fernando Sarría abrió su particular Biblioteca de Babel a disposición de todos los internautas que quisieran enviar allí sus relatos breves. Una página que se abrió inicialmente para tener un espacio deiferente a la poesía, para que los usuarios dispusieran de un blog distinto al suyo, una iniciativa digna de agradecer. Así que desde aquí animo a todos los blogueros para que envíen relatos para la biblioteca a esta dirección: fsabadia@live.com

Actualmente en la biblioteca nos podemos encontrar con relatos de Alfredo Moreno, Chesús Yuste, Laura Gómez Recas, Luisa Miñana, Manuel Martínez Forega, Madame Pompidou, Patricia Estéban, Raúl Ariza, Raúl Garcés, Reina, Roberto Malo y servidor escribiente entre muchos otros autores.

A continuación, A la luz del flexo, publicado en la Biblioteca hace ya un tiempo y en Jazzmen (Ed. Cartonerita Niña Bonita. 2011)


Nunca debí escapar de sus brazos, ni marchar de esas manos que me entendían y sabían acariciarme como yo quiero, nunca debí huir de aquél que me supo valorar. Pero así soy yo, siempre tan valiente y sin miedo a nada. Quería probar emociones nuevas y un nuevo estilo más acorde con estos tiempos, el viejo ya me tenía aburrida siempre empezando cosas que nunca llegaba a terminar. Una se cansa y se deja llevar por el instinto, por el primero que pasa y te engatusa con sus ganas de tocarte. Me olvidé del pasado, de todos los sentimientos y despojada de ellos aposté por una nueva vida con la promesa de nunca más volver la vista atrás. Después de todo, el cementerio está lleno de estatuas de sal demasiado sentimentales. Yo sólo pensé en avanzar, avanzar y seguir avanzando al ritmo que marcaba mi nuevo dueño. Seguí avanzando ciegamente hasta tropezar con el día de hoy que me encuentro aquí conmigo misma, pensando si realmente todo esto ha servido para algo o simplemente ha sido pura autodestrucción. Mientras mi amante anterior se acercaba a mí con suavidad, éste me posee brutalmente… aunque yo no quiera. Mientras uno me acariciaba con delicadeza, éste me pulsa a golpes, me aporrea y me maltrata. Esta noche, a la luz del flexo, sólo soy una vieja y seca máquina de escribir de segunda mano soñando con que regrese mi antiguo poeta.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Cena con un seudónimo (Relato breve)


Don Raúl Mateos era un hombre muy conocido en su casa a la hora de comer y en ningún otro sitio más. Entre sus aficiones destacaba la de escribir, escribir mucho. Escribía en los Cafés, en su habitación, en clase, en la biblioteca, en cualquier lugar donde hubiera un pedazo de papel. Su segunda afición era perder concursos literarios. Siempre perdía pero él seguía presentándose. Concursaba siempre con el seudónimo de Mateo Garcías, aunque en ocasiones lo había cambiado por Mateo de Garcías o Mateo de los Garcías. Últimamente se había presentado a la flor de su ciudad natal, un premio que otorgaba el diario local. No esperaba ganar. Como tampoco esperaba nunca triunfar en su tercera y definitiva afición: el amor de Flora. Flora era una muchacha hermosa que vivía justo frente a su casa. Le escribía cartas todas las semanas y Flora las rechazaba de tal modo que hasta había llegado a amenazar a Raúl si volvía a escribirle.

Pero llegó una mañana insólita como nunca se había soñado antes y el periódico local anunciaba en su portada que Mateo Garcías había ganado la flor de “Perdedores city”. Don Raúl bajó corriendo al quiosco y compró tres ejemplares del diario. Dos para él, uno para su madre. Pero, mientras Raúl se alejaba del quiosco, vio cómo Flora compraba un diario y leía atentamente el relato ganador del hoy ya famoso escritor Mateo Garcías. Sin pensarlo dos veces, don Raúl escribió una carta dirigida a Flora y firmada con su flamante seudónimo. En la carta citaba a Flora para cenar en el mejor restaurante de la ciudad.

Cuando llegó la noche y la hora de la cena don Raúl llegó deliberadamente tarde pues quería ver lo bonita que Flora se había puesto para él. Así, aguardó en un reservado desde donde se veían las mesitas del restaurante hasta que llegó ella. Cuando Flora se hubo sentado don Raúl Mateos salió del reservado y se presentó sonriente:
“Hola, preciosa. Yo soy Mateo Garcías” –dijo don Raúl -
Flora se levantó de golpe con un salto hacia atrás. Acto seguido llamó estúpido, gritando a don Raúl, y desapareció.

Después de toda a Flora nunca le había gustado cenar con seudónimos.


Relato publicado en Jazzmen (Cartonerita Niña bonita. 2011)

Dedicado a un gran amigo, él sabe quién.
Hacía tiempo que no publicaba un relato así que ya era hora. Espero que haya gustado.

AÑADIDO
La entrada fue publicada a las dos de la madrugada. Hoy al levantarme me enteré de la triste noticia, la muerte de José Antonio Labordeta. Siempre nos quedará su canto, siempre nos quedará su obra:

sábado, 29 de mayo de 2010

El zumo de un clochard (Relato hiperbreve)

La absenta terminó con cuarenta años de malos versos escritos en servilletas de bar, rodadas por los Cafés de Paris. El policía que encontró el cuerpo del poeta muerto, rescató un viejo bloc de sus bolsillos. El policía dejó el cuerpo y triunfó como escritor.

Relato publicado en Jazzmen (Cartonerita Niña Bonita. 2011)


Aunque este relato no es precisamente esperanzador, para desintoxicar un poco quiero publicar una canción y una película que siempre vienen a mi mente cuando pienso en Paris. "Charade", tema compuesto por de Henry Mancini:

Deliciosa película que algún día comentaremos....

miércoles, 16 de diciembre de 2009

"Lo bueno, si breve ..." (Relato de bar)


La media tarde invernal era abandonada por el sol mientras que una esquina fue sorprendida por la temprana noche que, atracándole luna en mano, le sacó hasta la última gota de luz. La ciudad creció en grotescas sombras que tentaban al solitario viandante pero yo, lejos de ser atraído por el destello de las estrellas de neón, me refugié en el mismo bar de siempre donde Charlie pondría buena música y reiría a ritmo de swing con mis increíbles historietas. "Charlie's" era un lugar de copas semioscuro y agradable con música de jazz frenética y divertida o tranquila y triste, dependiendo de la hora y el estado de ánimo de Charlie. En las sombras las parejas se amaban, en la barra los olvidados recordaban y yo, en fin, escuchaba buena música y hablaba con mi barman preferido. Esa noche Diana Krall acariciaba su piano y su voz parecía enredarse em la humareda del ambiente. Era el sensual "Do it again" cantado por la rubia canadiense a cuya voz se adaptaba aquél bar a la perfección. Le pedí a Charlie un martini bien frío y él llenó de forma generosa el tubo, dejando nadar en él tres borrachas aceitunas ensartadas en un futuro incierto.

- Bueno, Charlie, ayer volví a estar en la cama con Sandra. ¡Qué rubia!. Explosiva, fogosa y salvaje, como me gustan a mí. La verdad es que llegué a temer por los pobres vecinos que quisieran dormir, tendrías que haber escuchado cómo gritaba.

Charlie miraba y reía a carcajada limpia mientras me servía otro martini. Me miró con sonrisa de tiburón y dijo:

- A ver si sientas la cabeza con esta de una vez, bribón. Ya va siendo hora, que tienes una edad...

- Pero, ¿qué dices, hombre?. A mí ahora no me pesca una de esas gatas... -respondí con gran despreocupación teatral-


La verdad es que la historia de Sandra ya la traía desde hacía mucho tiempo. Era la quinta vez que contaba a Charlie cómo me metía en la cama con ella. Charlie aún no conocía a Sandra, pero yo... tampoco. Si hubiera sido una historia real sería la bomba. Pero al menos eran mentiras piadosas que hacían reír a Charlie a base de fantasmadas. Era un juego. Él disfrutaba escuchándome haciendo como que me creía y vendiéndome cada vez más martini. Yo, me dejaba emborrachar, por no emborracharme con mis recuerdos. Para mí aquello era un escudo tras el cual ocultarme y ocultar mi realidad. En cualquier caso yo nunca me había acostado con una rubia y mis amores habían sido escasos y bastante mediocres. Así yo iba avanzando en edad mientras en mi vida avanzaba la soledad.

La noche prosiguió y Charlie puso un CD de una voz que no conocía, una mujer que desgajaba sensualmente las primeras notas de "Summertime" haciéndola íntima y asombrosamente suya. Al mismo tiempo que ascendía la canción ascendió mi temperatura al comprobar gratamente la llegada de una morenaza que parecía conocer bien a Charlie. Su sonrisa resplandeció en mitad de la barra del bar e iluminó una preciosa cara de mejillas sonrosadas y labios rojos sangre totalmente naturales, sin ningún tipo de maquillaje. Al mismo tiempo que saludó efusivamente a Charlie a mí me dedicó un verde pestañeo con el que telegrafió "Bienvenido al infierno... si eres lo suficientemente valiente". A juzgar por la largura de sus pestañas hubiera presagiado un gran huracán cuando ella volvió a parpadear al pedir su vodka pero, afortunadamente, el temporal sólo azotó de lleno en mi corazón. El primer trago de vodka fue un reojo delicado y lleno de vicio que me terminó por convencer. En ese momento decidí atacar, como siempre, hablando de cualquier cosa en voz alta y dejando muy claro que soy amigo del camarero. Son armas que dan buen resultado y que me enseñó una gran mujer. La conversación con Charlie versaba sobre la cantante misteriosa que sonaba en aquél momento por los altavoces del bar. Su nombre era Renee Olstead y resultaba ser también actriz. Su forma de cantar recordaba vagamente a la de un saxofón y, aún siendo una cantante contemporánea, parecía sacada del mismísimo Cotton Club del Harlem años treinta. Casi sin darme cuenta la morenaza de la barra se estaba metiendo en la conversación y no me quitaba los ojos de encima. Su mirada era brillante y notaba cómo me traspasaba hasta la médula mientras yo seguía hablando con Charlie. "Me encanta el jazz" -exclamé- y entonces ocurrió el milagro. Aquella belleza aproximo su taburete al mío y comenzó a hablar:

- Eso me llama la atención en un chico tan joven como tú. ¿Cómo te gusta tanto el jazz?. ¿Tienes la edad que aparentas o eres Chet Baker que consiguió al fin hacer el pacto con le diablo?
- Vaya, ¿y a ti?. Tú debes de tener mi edad, más o menos ...


Sí, ella tenía dos años menos que yo. era guapísima, parecía raptada de mi sueño y traída a la realidad por mi ángel de la guarda. Llevaba puesto un vestido ceñido, azul, con generoso escote y una melena negra brillante caía sobre sus delicados hombros igual que la noche tranquila cae sobre el mar. Su piel era blanca y su aroma era tan sensualmente carnal que me hicieron desearla nada más mirar sus labios y percibir su sabor en la distancia. Charlie parecía conocerla, pero no tanto como aparentaba, así que mi plan estaba ya decidido. Sus pupilas brillaban en las mías y el deseo rebosaba en nuestras miradas a la vez que Charlie rebosaba nuestras copas. Sutilmente la invité a mi apartamento porque estaba decidido. Parecía que el día irrumpía en mi noche, en plena medianoche, y un cielo azul se abría ante mis ojos. El sol salió a plena madrugada cuando su sonrisa respondió que esa noche quería dormir en mi cama. Tantas cosas había oído y tan poco me importaban ahora las historias de amores de una noche que me dejé llevar por su rara belleza sin importarme haberla conocido hacía sólo una hora. En su mirada había algo eterno y quería conquistarlo.

De camino las farolas fueron semáforos en rojo que nos obligaban a parar para besarnos. Yo abracé su cuerpo y creí estar en el cielo. Doblamos la esquina que nos conducía a la luna, que esa noche lucía hermosa y enorme, y en la primera estrella a la derecha ella hizo que me detuviera para observar cómo brillaba en sus pupilas la mejor noche de mi vida. La subí a mi habitación y ella se desprendió del vestido con tal facilidad que me pareció sencillo acabar con mi soledad. Pero no acabé yo, dejé que acabara ella mientras desabrochaba mi camisa, me quitaba el cinturón y me devoraba. Estando los dos desnudos ella me abrazó y me besó de la forma más caliente que me habían besado nunca. No se si apagó la luz o me cegó al llamarme "amor" pero pude ver cómo la luna traspasaba la persiana dibujando una cebra en su cuerpo desnudo teñido de añil y curvas irresistibles. El caso es que la cebra me cabalgó invirtiendo el orden del factor y yo tardé bastante en poderla domar. Fue un juego maravillosamente sucio que limpió los malos recuerdos de mi mente. Por un momento creí que mi respiración y la suya eran la misma mientras profería tales obscenidades que creí que su lengua era extranjera. Yo creo que fue ese instante en que ella me mordió el cuello cuando yo rocé el cielo con la yema de mis dedos inundando de verano todo aquél diciembre. Agotados, sin fuerzas, derrotados por nuestras mismas tropas peor con la guerra ganada en ambos bandos ella sen enredó en mis piernas y durmió junto a mi boca después de exhalar un incomparable "te quiero... dime que esto nunca acabará"

Yo me dormí abrazando su suavidad y creyendo que el sueño se había hecho realidad.

Pero, como todo sueño, desperté al día siguiente y su lado de la cama sólo guardaba de ella su aroma. Lo que la luna había dibujado en su cuerpo hoy lo borraba la luz del sol en su hueco de mi cama. Yo me levanté sobresaltado dando una oportunidad a la posibilidad de que ella estuviese en el baño pero ahí no la encontré. En lugar de ella había una nota reposando en el cenicero de la cocina: "Ha sido perfecto y no lo quería estropear así que nunca sabrás nada más de mí. Sólo así permanecerá siendo perfecto. Te quiero."



Ni tan siquiera la firmó porque probablemente su Rebeca era tan sincero como el Tomás que yo le dije. Podría haber encajado la jarra de agua fría de forma más natural pero aquél despertar se me clavó como una daga, igual que su mirada me había traspasado la noche anterior. Fue un instante en mi vida pero la había sentido tan mía que me hubiera casado con ella. Tenía razón en la nota, era perfecta. Ella era perfecta.

La tarde avanzó y la luna volvió a devorar al sol vomitando después las estrellas a su antojo. Hoy no brillaban, parecían pequeños botones blanco marfil, blanco mate. Llegué por la calle de "Charlie's" caminando abatido como James Dean bajo la lluvia en Times Square. Pero al traspasar el umbral del bar me convertí en un Cary Grant triunfante e impoluto.

-¿Qué tal, bribón?. ¿Cómo te fue con mi amiga? -inquirió Charlie-

-Bueno, Charlie, es una pasada, mejor aún que Sandra. Pero, escucha, me ha tomado demasiado cariño y creo que lo voy a dejar ahí. No me gusta repetir, ya me conoces. Siento peligro cuando se encaprichan demasiado conmigo. ¡Lo bueno, si breve, dos veces bueno!...jejeje... lo siento por ella.

- Bien, bien, amigo. Peor sería si fuera al revés y ese bombón te hubiera dejado a tí. La verdad, era tremendamente guapa, simpática, una mujer de la que te puedes enamorar con facilidad...¡qué suerte que no haya sido así!, ¿verdad?.


Su respuesta era de esperar pero el tono de su voz fue diferente y pude advertir que aquella vez ya no me había creído mi historieta. El bueno de Charlie parecía haberme desenmascarado. "Bueno, Charlie, pónme un martini" -dije yo para desviar la conversación-. Esta vez Charlie me sirvió una copa pequeñísima donde una roca de hielo era rodeada por una ínfima laguna medio seca de martini.

- Pero...¿qué es esto Cahrlie?

- Ya sabes, amigo. Lo bueno, si breve...
y Frank Sinatra sonó a todo volumen

THE END

Publicado en Jazzmen (Cartonerita Niña Bonita. 2011)

Para ponerle banda sonora: "Summeritme" (Renee Olstead)