Ciertamente los espejos son criminales y exactamente esto es lo que estaba pensando Javier al pasar por uno de esos escaparates que mostraban todo aquello que nunca podría comprar. Javier odiaba su reflejo porque en él veía todos sus fallos, todas sus mediocridades. Siempre que había tenido una ilusión en su vida, a la vuelta de la esquina, esperaba incondicional la bofetada del fracaso; cada vez que algo de luz había iluminado su oscura existencia, algún suceso irreparable volvía a velar la débil bombilla.
Con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en esa tarde, como en un tren que no cesa, Javier caminaba sin rumbo bajo la lluvia hasta que, en la calle que habitaba, vio anunciada un nueva exposición del Museo de Arte Contemporáneo. Javier era pintor en sus ratos libres y aunque nunca había vendido un cuadro siempre que podía acudía a exposiciones y eventos relacionados con la pintura. La de aquella tarde comenzaba con unos retratos y unos paisajes urbanos hiperrrealistas pero fue al final del recorrido marcado donde se encontraba la obra que, sin duda, mas impactó a Javier. En ella se escenificaba con trazos magistrales el atardecer sobre un mar en calma. En aquella marina se apreciaban las mil tonalidades del ocaso mientras el sol aún destacaba como una bola naranja sobre un océano que reflejaba el cielo incendiado. Javier estaba encantado y emocionado porque, en su contemplación, recuperó su infancia, su pueblo natal; por unos instantes volvió a escuchar el eco del mar al retirarse y pudo percibir el suave aroma a salitre que tanto echaba de menos en el interior. Mientras nuestro amigo recuperaba en aquel lienzo su tierno pasado, el sol dibujó el resto de su arco hasta esconderse tras el mar. El cielo se apagó en suave degradación y con él se mezclaron las aguas de un negro mar caótico que ya no se pudo distinguir del resto del dibujo. Javier, ante un lienzo en negro, musitó: “Ciertamente los espejos son criminales”.
A continuación, un poema dedicado a una pintura de Antonio Callau que bien podría concordar con el relato anterior:
Acaso el ocaso
“Acaso el ocaso
me llama al cielo raso
Acaso el ocaso
para este ave de paso
Si ya no tiene caso
despistar al fracaso
si acaso repaso
mi horizonte tan laso
y arraso al mar
en un vaso, de lágrimas escaso,
vertidas por un error tan craso
Si acaso el ocaso
me abate al cielo raso
y este ave dio al fin
su último paso.”
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jueves, 16 de diciembre de 2010
domingo, 20 de junio de 2010
Joaquin Sabina en concierto: Cristales de bohemia bajo el cielo zaragozano
Son las dos de la mañana y acabo de llegar del concierto de don Joaquin Sabina. Esta es mi crónica:
Eran las cinco de una tarde fresca y rara de junio en la que el cierzo se quería hacer el protagonista. ¡Pobrecito desgraciado!, él no sabía que hoy visitaba nuestros lares el caballero don Joaquin, señor Sabina, para los juglares. Eran las cinco de la tarde y una señorita hacía cola con su sombra en los aledaños del Pabellón Príncipe Felipe. "Irónico que don Joaquin actúe aquí", pensaba la mujer al leer el nombre del recinto. Como mi sombra no quería hacer cola, mi acompañante y yo nos hicímos fuertes en la terraza de un pequeño bar de la esquina llamado Iceberg, bastante apropiado nombre para este extraño frío de junio. Pasó la tarde y dímos un paseo por el parque de La Granja hasta la nueva estación de Miraflores que, por cierto, descubrí ayer. Yo, que soy como ya saben ustedes, prefería la antigua aunque estuviese en ruinas. Eran las siete de la tarde y la cola había aumentado considerablemente pues ya teníamos delante cinco personas para entrar, así que nos quedamos a esperar. Aún con todo el cierzo cesó y a las ocho y media abrieron las puertas. Conseguímos aferrarnos a la valla, en primera fila, justo delante del micrófono de don Joaquin. Con puntualidad ajimenada don Joaquin comenzó el concierto a las 22:30 con su nuevo tema "Tiramisú de limón". El Pabellón estuvo abarrotado, como estuvo hace unos meses el Auditorio dando comienzo a esta gira, y el público estuvo entregado. El maestro Joaquin Sabina nos deleitó con un recital que duró desde las 22:30 hasta la 1:10 de la madrugada, con sólo un descanso de cinco minutos, a la hora de concierto. Desde luego es de agradecer un concierto de más de dos horas y media de duración. Don Joaquin economizó a la perfección su desquebrajada voz (que cada vez suena más rota y cada vez me gusta más) y sonó potente durante todo el concierto mientras repasaba sus éxitos de siempre con alguna que otra sorpresa no esperada. La canción que hubiera pedido yo como petición sonó para mi deleite, se trataba de "Peor para el sol". También nos cantó entre otras "¿Quién me ha robado el mes de abril?", "Contigo", "Aves de paso", "La del pirata cojo", "Por el bulevar de los sueños rotos", "Llueve sobre mojado", "Amor se llama el juego", "La Magdalena", "Princesa", "Y sin embargo", "Medias negras", "Ganas de...", "Pastillas para no soñar", "Rosa de Lima", "19 días y 500 noches", "Peces de ciudad", "Y nos dieron las diez", todas las que no recuerdo y las canciones del último disco. Todos salímos del Príncipe Felipe muy contentos y más que satisfechos con lo que Joaquin Sabina dio de sí en el escenario. Como dato curioso decir que, en la canción "Contigo", Sabina cambió la letra. en lugar de decir "ni Venecia sin ti" dijo "ni El Plata sin ti", donde seguramente se iría a echar unas copas con sus amigos Luis Alegre y El Gran Wyoming que se encontraban entre el público y a los que dedicó la canción "Peces de ciudad". Como anécdota también diré que alguna mujer del público lanzó al escenario un sujetador rojo. Sabina lo recogió, se lo colocó encima del bombín y exclamó: "El famoso cachirulo de Zaragoza...¡cómo ha cambiado con los tiempos!, ¿será el aire del Moncayo?".
Ahora les dejo con unas maravillosas fotografías del concierto de esta misma noche:
Joaquin Sabina cantando "Contigo":
"La Magdalena":
Muchas gracias, Joaquin.
Dos veces en un mismo año ha llenado dos recintos en Zaragoza. Eso sólo lo hace un grande.
El video de "Contigo":
Fotografías cortesía de Amaya
jueves, 1 de abril de 2010
Buenos días, abril.

El primer día de abril comenzó para mí en una noche oscura y desvelada. Por las ventanas con vistas al mar ocre de una adormecida ciudad no alcanzaba a comprobar si era la luna o una lágrima lo que se derramaba por detrás de los edificios...
Llega abril
"Sombra que trepas por los edificios
por los que se despeña una gran luna
dejando tras de tí sólo resquicios
ahogándose en esta negra laguna
Esta noche se cierran los auspicios
y tu ausencia termina en hambruna
que saciará mis sueños más ficticios
siendo de esta gran ciudad sólo enruna
¿Eres fantasma creciendo a mi lado
o un quedo tañir inciertamente olvidado?
¿Qué puedo hacer en este limbo añil?
Este monstruo jugando a los dados
que te devora por dentro a bocados
es sólo la pimera noche de abril."
Joaquin Sabina "¿Quién me ha robado el mes de abril?"
Lágrimas de desamor ruedan por las páginas de un... blog
sábado, 2 de enero de 2010
El señor Joaquin Sabina

Que Joaquin Sabina es un personaje que despierta tantas simpatías como antipatías ya es bien conocido por todos nosotros. Que a mí me despierta muchas más simpatía que otra cosa, también. Además es un hecho demostrado que sus letras, sus versos y rimas, inspiran a cualquier amante de la buena literatura. Pero hoy quiero destacar su último trabajo discográfico que, además de ser una buena propuestal musical, es una joya literaria en sí misma. "Vinagre y rosas" es el título perfecto para definir la sensación que nos produce escuchar entero el último álbum de Joaquin Sabina. Es un disco oscuro, crepuscular y altamente poético con versos y rimas inolvidables que provocan al que lo escucha tener ya un estribillo que tararear a la mañana siguiente. Acostumbrados a su estilo quizás es bueno reseñar que es un disco más sosegado que el resto, por lo que estamos ante el trabajo más parecido a "Diecinueve días y quinientas noches" que ha producido el jienense desde los años noventa hasta hoy. Muy superior a su último "Alivio de luto" contiene una música y unas rimas pegadizas así como baladas al estilo clásico sabinero con las que nos vuelve a sumergir en el maravilloso mundo de "¿Quién me ha robado el mes de abril?", "Que se llama soledad" o "Calle melancolía". Este caso es el de "Cristales de bohemia", canción dedicada a la ciudad de Praga (donde se compuso el disco), a la soledad, al desamor y a la luna... como una daga manchada de alquitrán. La primera vez que la escuché juro por el santo del desván que se me heló el corazón y se me puso la carne de gallina. La voz quebrada de Sabina es acompañada por un intimísimo piano y una acordeón que surge en mitad de la noche de Praga. En palabras de Joaquin Sabina para la revista "Rolling Stone": "Lo primero que he hecho ha sido contar más con poetas y menos con músicos. Los músicos son los de siempre, pero he hecho a medias ocho o nueve canciones con el escritor Benjamín Prado, a cuatro manos. Ni él ni yo sabemos qué verso es mío y qué verso es de él, pero sí que lo hemos pasado muy bien haciéndolo. Benjamín (Prado) lo pasó mal cuando su amante le dejó, así que me lo llevé a Praga y conpusimos esto...".

Ejemplos de letras inmejorables, podría poner muchas pero voy a deleitaros con mis dos líricas preferidas: "Cristales de bohemia" y "Nombres impropios". El primer single "Tiramisú de limón", de cualquier forma, ya lo dice todo. Es una canción que comienza tranquila para seguir in crescendo hasta un final completamente roquero. En el caso de "Agua pasada" escuchamos un soneto reconvertido en canción tranquilita y bohemia que comienza con ésta maravilla de estrofa:
"Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas
el solo de pijamas con sordina
la adrenalina en camas separadas."
Pero no falta tampoco el toque andaluz sabinero con una rumba dedicada al desaparecido Ángel González llamada "Menos dos alas" y el toque del Sabina roquero con "Crisis" y "Embustera". "El blues del alambique, "Viudita de Clicquot" "Vinagre y rosas" y "Ay, Carmela" está dentro de lo más íntimo de Joaquin y eso a estas alturas ya es todo un regalo para los oídos. En cuanto a la participación del grupo "Pereza", sorprendentemente para mí, ha servido para darle frescura y un sonido roquero y jóven a un álbum redondo, sin fisuras, como un tapiz de aguardiente tejido con desamor. Ahora, lo prometido. Dos de las letras escritas por Joaquin Sabina y Benajmín Prado:
"Cristales de bohemia"
"Vine a Praga a romper esta canción
por motivos que no voy a explicarte,
a orillas del Moldava
las olas me empujaban
a dejarte por darte la razón.
En el Puente de Carlos aprendí
a rimar cicatriz con epidemia,
perdiendo los modales:
si hay que pisar cristales,
que sean de bohemia, corazón.
Ay! Praga, Praga… Praga
donde el amor naufraga
en un acordeón.
Ay! Praga, darling, Praga
los condenados pagan
cara su redención.
Ay, Praga, Praga, Praga,
dos dedos en la llaga
y un santo en el desván.
Ay! Praga, darling, Praga,
la luna es una daga
manchada de alquitrán.
Vine a Praga a fundar una ciudad
una noche a las diez de la mañana,
subiendo a Mala Strana,
quemando tu bandera
en la frontera de la soledad.
Otra vez a volvernos del revés,
a olvidarte otra vez en cada esquina,
bailando entre las ruinas
por desamor al arte
de regarte las plantas de los pies.
Ay! Praga, Praga… Praga
donde el amor naufraga
en un acordeón.
Ay! Praga, darling, Praga
los condenados pagan
cara su salvación.
Ay! Praga, Praga… Praga
donde la nieve apaga
las ascuas del tablao.
Ay! Praga, darling, Praga
lágrima que se enjuaga
en Plaza Wenceslao.
Ay, Praga, Praga, Praga,
dos dedos en la llaga
y un santo en el desván.
Ay! Praga, darling, Praga,
la luna es una daga
manchada de alquitrán."
(del maestro, Joaquin Sabina)
"Nombres impropios"
"No se puede afirmar
que me engañaba cuando me mentía.
se llamaba Osadía
y desde el primer día
tuvo la cobardía de avisar.
Quien tiene siete vidas
y dos ojos de gata callejera
no se va con cualquiera.
De su noche se espera
un broche de promesas incumplidas.
Mejor no equivocarse
no me pidas jamás lo que no doy
ya sabes cómo soy y si quieres me voy
dijo cuando acabo de desnudarse.
Ya ves
llegar a fin de mes
no era con ella asunto de dinero
se trataba más bien de merecer
un tren de pasajeros,
el tsunami de un mar hecho mujer
dispuesto en cada ola a renacer.
Se llamaba Herejía
cómo voy a saber
si me engañaba cuando me mentía.
Maestra en confundir
al diablo y al rey de los altares,
me citaba en los bares
con fuegos malabares
y luego se olvidaba de acudir.
La mañana y la tarde,
qué vaivén entre alarde y agonía,
todo lo confundía
su swing, porque sabía
mirar como un crepúsculo que arde.
Callada por respuesta
cuando jugué al dolor de corazón.
Su boca era un buzón de voz sin
compasión
dormido hasta la hora de la siesta.
Ya ves,
llegar a fin de mes
no era con ella asunto de intendencia.
se trataba más bien de comprender
la pura impertinencia
del sol cuando se cansa de asombrar,
del mostrador a la hora de cerrar.
Se llamaba ironía
y no puedo jurar
que me engañaba cuando me mentía.
Ya ves,
llegar a fin de mes
no era firmar un parte de sucesos,
se trataba más bien de envejecer
huérfano de sus besos
con fantasmas que aprenden a
crecer,
abrazos que se mueren por volver,
Se llamaba utopía,
me gusta imaginar
que me engañó cuando se despedía."
(del maestro, Joaquin Sabina, y de Luis García Montero)
Ahora les dejo con el video "Tiramisú de limón", junto a Pereza, y un video de "Cristales de bohemia" con imágenes de Praga:

jueves, 31 de diciembre de 2009
La Noche más Vieja (Un relato para felicitar el año nuevo)

La noche más vieja yo me sentía precipitadamente viejo porque al avanzar en edad el espíritu es difícil disimularlo con unos ojos brillantes. Abrí las ventanas del corazón para ventilar tu habitación de esa ausencia que no me mató pero hirió profundamente y entre sus despojos, revolviendo en mis harapos, quise hallar la respuesta al por qué todas las mujeres me miran sin ropa y tú me ves desnudo cuando todavía no me he desprendido de ninguna prenda. Fue una de esas cuestiones que escarbaron en mi mente en aquélla barra de bar cuando estaba a punto de cerrar, en el hoyo de un clochard que quiere resucitar. Pero desnudo, como tú me ves, volví a salir a la calle y volví a pensar que mi alma es un garito de mala nota agrietado por demasiadas pérdidas irreparables, avinagrado por el paso de las decepciones de algunas aficiones aficionadas al suicidio, afecciones de un corazón astillado del vidrio y delirio que son tus ojos. Rondando la avenida, perdiéndome por las callejas y derivando de lado a lado como barco varado entrompé en el último bar, el más viejo que encontré antes de nochevieja. Las farolas habían iluminado la intermitencia de mis pasos, latidos apresurados que no saben dónde van, pero al traspasar ese neón naranja del último bar abierto en este mundo todo se apagó en un instante en que el planeta pareció quedar profundamente dormido. Era un bar olvidado que daba la pobre sensación de caerse a pedazos. Por esta razón sirve de refugio a aquellos corazones que también se declaran en ruina. Entré y pedí al lánguido camarero el último martini de ese año moribundo que ya expiraba. Mientras apuraba el vaso pasaba las hojas del periódico para intentar calmar mi infierno y observé en la esquina de la barra a un viejo que intentaba calmar su invierno en cigarrillos sin filtro devorados uno tras otro y en pequeños vasos de vino tinto. Aún desconozco la razón pero aquél hombre me sonrió con su dentadura de humo y, tras observarme de arriba a abajo, soltó una carcajada: "¡Ja, ja, ja, pues sí que estás animado para el fin de año!". Sorprendido por el comentario agaché la cabeza y me di cuenta que, por azar, había dejado el periódico abierto por las páginas de esquelas. El viejo, tras recuperarse de la carcajada volvió a hablarme: "Vamos, muchacho, pasa página que me parece estar buscando apartamento... lo mejor siempre es pasar página hasta que llegues al final del libro algo que sucede cuando llegas a mi edad". La verdad es que sus dos primeras frases habían desvelado algo de ingenio en aquél anciano y siempre creo que se puede aprender algo de las personas mayores así que se entabló una conversación agradable y, más tarde, una amistad de bar. El hombre me hablaba de todo. Habló de su vida, aquél negocio que le había salido mal, aquél otro que le había producido bastante suma de dinero y así pasó media hora. Éramos dos barquitos en medio de un océano menos negro que antes y que avanzaba irremediablemente hacia la media noche aunque aún faltaban tres horas. Llegó ese momento en que mi amigo ya había bebido el suficiente vino y comenzó a hablarme de lo que él consideraba lo más importante en su vida. J.R., así se llamaba, sacó un papel y un bolígrafo y escribió minuciosamente unos números. Al terminar me pidió que lo leyera en voz alta: "Ventinuevemil doscientos uno" -dije yo-. "Eso es, esta es mi lotería" -respondió-. Yo pensé que el día de la lotería ya había pasado y quizás le había tocado pero el viejo siguió hablando. "Mi fortuna en esta vida ha sido vivir todos estos días: 29201. Ayer cumplí ochenta años y no los cambio por nada en esta vida. La vida es un regalo y te lo digo yo que también he sufrido lo mío. Mi esposa murió a los sesenta, estuvimos cuarenta años juntos. Mis hijas me dijeron que rehiciera mi vida pero no me dio la gana. Si quiero dormir caliente un día no me cuesta nada dejarle el hueco en mi cama a alguna amiga pero, a la mañana siguiente, ese hueco debe seguir siendo hueco siempre vacío como el hueco que mi mujer dejó en mi corazón cuando partió. Su pérdida fue lo más doloroso de mi vida. No lo pienses más, no sigas pensando qué hacer mañana. Lo más importante es vivir ese mañana y vivir, en definitiva, es el mejor regalo que nos hicieron nuestros padres. Lo demás no importa. Yo tuve la bendición de compartir ese regalo durante cuarenta años con una mujer maravillosa, ya no puedo pedir más. Dentro de pocas horas comienza un año nuevo y tú puedes comenzar una vida nueva. ¡Suma los días que llevas vividos y sigue con ellos!." Realmente fue todo un discurso pero me llegó muy hondo, ya no sentía dolor ni tristeza. Aquélla noche ví a un hombre que me ayudó a comprender lo importante en la vida, un hombre que pese a la pérdida de su esposa se jactaba de la fortuna que había tenido. Entonces abandoné el bar y salí a la calle con el pecho hinchado, más animado, viendo la noche y el invierno de otro color. Siempre se puede aprender algo nuevo de nuestros mayores y más aún de un borracho.
No hay ninguna frase copiada ni ninguna expresión pero reconozco que escribí este relato después de escuchar a Joaquin Sabina, al llegar de un bar donde ocurrió precisamente lo que les cuento.
¡FELIZ AÑO NUEVO 2010 A TODOS!
La imágen del comienzo es de Helnwein y está basado en "Nighthawks" de Edward Hopper.
miércoles, 26 de agosto de 2009
Así estoy yo sin ella
Era una tarde en la que la ciudad hervía por los últimos azotes de agosto mientras yo empleaba mi tiempo libre en entretenerme con las musas. Las llamé y acudieron a la cita sin necesidad de emoborracharlas. Sentí sed, sed de algo más que agua, y me refugié en un bar llamado "Atrapamundos" donde atrapé mis sueños que, en definitiva, son mi mundo. En este lugar cordial encontré a un viejo amigo que compartió conmigo un café y una interesante charla de música. Me habló de su ídolo, Joaquin Sabina, y de su canción preferida titulada "Así estoy yo sin ti". Yo derivé la conversación a mi favor y llegué al punto en que mi interlocutor estaba dispuesto a escucharme cómo estoy yo sin ella. A riesgo de parecer un pesado suavizé el monólogo con algo de poesía y concluí componiendo algunos versos sabineros. Mi amigo, transcurridas un par de horas de buena conversación, abandonó el lugar y yo tomé un café solo más ya que sentía la necesidad de escribir frenéticamente como la carta de amor de un preso condenado a muerte.
"Quemado como los bosques en verano
Arrastrado cual serpiente en desierto
Tirado como un sueño ya despierto
Inadecuado cual beso temprano
Seco, pétreo como el puente romano
Oscuro cual túnel que no está abierto
Negro como el veneno que te vierto
Así estoy yo sin ella, mi paisano.
Azabache cual la noche sin luna
Ausente de luz en mi alma nublada
Opaco como la negra laguna.
Soy estrella errante ya disipada
Tus huellas en mi desierto, en mi duna
Eco de la palabra nunca hablada."
Ahora un deleite de canción. Con ustedes el poeta Joaquin Sabina
"Quemado como los bosques en verano
Arrastrado cual serpiente en desierto
Tirado como un sueño ya despierto
Inadecuado cual beso temprano
Seco, pétreo como el puente romano
Oscuro cual túnel que no está abierto
Negro como el veneno que te vierto
Así estoy yo sin ella, mi paisano.
Azabache cual la noche sin luna
Ausente de luz en mi alma nublada
Opaco como la negra laguna.
Soy estrella errante ya disipada
Tus huellas en mi desierto, en mi duna
Eco de la palabra nunca hablada."
Ahora un deleite de canción. Con ustedes el poeta Joaquin Sabina
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