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Alfredo Landa como el detective Germán Areta. Fotograma de la película |
Después de disfrutar de unos días desconectado del mundo virtual en una ciudad majestuosamente antigua he decidido volver a la blogosfera para hablar de una película que vi por primera vez justo antes de este miniperiodo vacacional. Un buen motivo para zafarse del infierno que nos acosa en todas y cada una de nuestras calles es sin duda disfrutar de una deliciosa tarde de sofá y buen cine.
El crack, de José Luis Garci me parece una más que recomendable opción.
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Germán Areta (Alfredo Landa) y El moro (Miguel Arrellán) |
Año 1981. Este que escribe nacía en ese mismo año así que no pudo vivir por experiencia propia el ambiente del Madrid de los años ochenta que muestra Garci y fotografía excelentemente Manuel Rojas. El comienzo, como toda buena película policíaca, es muy rápido y nos presenta al detective Germán Areta (Alfredo Landa) volviendo a casa por las calles nocturnas madrileñas en su Simca 1000, después de lo que suponemos una dura jornada de investigación. Con una rápida y contundente escena llena de tensión, en dos pinceladas, el espectador llega a conocer perfectamente la personalidad de Areta. Esta escena sucede en lo que parece un pequeño bar de carretera. Areta se encuentra allí cenando en una mesa que hay al fondo del local cuando irrumpen en él dos atracadores y amenazando al camarero con una navaja, se hacen con la recaudación de la caja. Acto seguido uno de los ladrones irá requisando una a una todas las carteras de los pocos clientes que a esa hora ocupaban el bar hasta que llega el turno del detective. Hasta ese momento Areta había seguido disfrutando de su cena mientras se producía el atraco, observándolo todo con tranquilidad y sin preocupación. Pero cuando uno de los atracadores se dirige a su mesa, Areta desenfunda su pistola y se hace con el control total de la situación. Recupera la recaudación de la caja y las carteras robadas a los clientes pero, en lugar de llamar a la policía, deja que los rateros se larguen. Cuando los atracadores se han marchado Areta pide el postre.

Con esta escena que bien pudiera ser también de un típico western, Garci nos presenta a su personaje Germán Areta como un hombre que solo trabaja por dinero y que intenta pasar desapercibido, sin meter las narices en los asuntos que no le encargan. De esta manera tan insólita, Alfredo Landa se muestra ante el público con un papel muy diferente a los que hasta entonces había interpretado y el personaje de Germán Areta representa así un punto de inflexión en su filmografía en la cual, posteriormente, veremos películas tan duras como
Los santos inocentes,
Sinatra o tan dispares como
Por fin solos o
Historia de un beso.
En
El crack los servicios de Germán Areta son solicitados por un padre que quiere encontrar a su hija antes de morir. Germán y El moro (Miguel Rellán) , su ayudante, comenzarán así a adentrarse en una historia muy confusa, repleta de silencios, un oscuro túnel en el que ninguna pista arroja un tímido atisbo de luz. Sin embargo Germán pronto advertirá el gran número de intereses que se despiertan a su alrededor para que abandone el caso, incluídos algunos de sus antiguos compañeros de la policía. En este momento la historia recuerda vagamente a
El sueño eterno para dar paso después a un giro inesperado que la conectará directamente con
Los sobornados de Fritz Lang.
Con esta incursión en el cine negro, Garci homenajea a Dashiell Hammett y nos muestra una trama que bien pudiera estar diseñada para su personaje
Sam Spade. La historia de Garci y Valcárcel, además, nos muestra el Madrid de los años ochenta, la espléndida Gran Vía llena de luces de neón conectada abiertamente, al final de la película, con Times Square de Nueva York, lugar donde se desenlaza toda la historia.
El crack gozó de cierto éxito, tanto es así que Garci decidió realizar una continuación con
El crack II, pero lo más destacable de esta película, sin duda, es la reconversión y recuperación de Alfredo Landa para el cine español.
El crack ha sido para mí una grata sorpresa.
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La Gran Vía madrileña en El crack |