Estas palabras que voy a escirbir aquí de ningún modo pueden servir como agradecimiento a aquellas personas que durante todos estos años han dedicado su tiempo y sus comentarios a enriquecer este espacio. Cualquier agradecimiento es demasiado insignificante comparado con toda su dedicación. Ahorraré entonces cualquier nombre (habría muchos que nombrar) y cualquier palabra que conlleve ese fin. Simplemente escribo hoy para comentar que este blog queda inactivo a partir de esta entrada y precisamente no porque el que escribe vaya a quedarse de igual modo sino todo lo contrario. Es decir, todos los proyectos que tengo en mente requieren toda mi atención y este blog cada día me ha ido robando más y más tiempo. Y como el tiempo es el único tesoro conocido, digo adiós o hasta la vista, según dicte el futuro. Precisamente El sueño eterno no queda cerrado pero, el día que decida volver a los blogs (si acaso ese día llegara) todavía no sé si será desde este espacio o desde otro nuevo. Por lo demás, simplemente decir que seguiré visitando de vez en cuando vuestros blogs, para leer y saludar y que estos años han sido muy gratificantes ya que en ellos he conocido varias personas de las que ahora, un buen puñado, ya puedo considerar mis amigos. En cuanto al blog de Frank Sinatra, va contra mi religión cerrarlo y como requiere mucho menos tiempo que este y el material de Sinatra parece inagotable, creo que seguirá aún durante unos meses más. Además, nunca resultará inadecuado presentar al mundo cómo eran las voces de antaño, cuando todo era más real y las ayudas tecnológicas todavía no lograban hacer llegar una voz a la nota más alta. Así que me despido, no sin dolor pero, para qué negarlo, sí con alivio. Les dejo con uno de los últimos textos que he intentado escribir como un poema y con una canción que para mí es... mucho más que una canción, casi una elevación del espíritu. Todavía no he conseguido escucharla una vez sin sentir cómo se eriza mi piel. Lo dicho, un beso o un abrazo, según corresponda.
No recordar
Lágrimas opacas empañan,
desde mi ventana,
la mañana en que el maestro
esculpió unos ojos
ante el infierno,
ese día en que el hombre
decidió sentarse a pensar.
Pero pensar, quizá,
es la solución que llega
demasiado tarde
cuando esta mañana siento al mundo
bajo una cúpula de Brunelleschi,
encerrando una gran pantomima.
Yo solo deseo
una ciudad bajo la lluvia,
o un Leteo
que me dirija hasta aquel tiempo
desde cuyas orillas,
el recuerdo,
es animal invisible y despeñado
en la galerna de cataratas imposibles.
Frank Sinatra: Ol' man river