

Últimamente sé que las entradas se han sucedido demasiado rápido pero ayer volví a ver "Yo confieso" y no puedo evitar hablar de ella.
Un hombre que no se puede deshacer del pasado, tan pesado que le hace caminar encorvado, con un gran secreto que ocultar y sin un futuro claro al que mirar es un hombre apesadumbrado. Si algún día alguien se siente así es mejor que le de un repaso a la joya de Alfred Hitchcock "Yo confieso". Después de verla se sentirá mejor. ¡Qué bien le sentaba el blanco y negro a Alfred Hitchcock!. Aprovechaba al máximo sus posibilidades y oscurecía aún más, si cabe, lo más negro de su cine. He de admitir que lo eché de menos cuando Hitchcock pasó al color. En "Yo confieso" estamos ante una de sus películas más negras, con guiños inconfundibles al expresionismo alemán y con un derroche de técnica a la hora de recrearse en los planos perfectos difícil de alcanzar. Hitchcock lo hace. Hace lo complicado tremendamente sencillo. Enseña en cada plano lo que tiene que enseñar, contando perfectamente la historia y dándose un gusto en los geniales primeros planos que sacan todo el partido a las capacidades intepretativas de Montgomery Clift. La historia siempre bañada por una música majestuosa y enredada de Dimitri Tiomkin. Con éste película estamos ante otra obra de arte del genio británico y una historia que aún hoy en día sigue agobiando e intrigando al espectador tan efectivamente como en los años cincuenta. Como ya sabremos se nos cuenta la historia del padre Logan que recibe una confesión de un trabajador de su rectoría, exiliado alemán, llamado Otto Keller. La confesión versa sobre su culpabilidad en el asesinato de un abogado llamado Villett. El sacerdote, que a su vez era chantajeado por el abogado asesinado, aparece como el presunto culpable del homicidio. La razón del chantaje era desvelar una presunta relación entre el padre Logan y una antigua novia suya (antes de ser sacerdote) que ahora está casada. El padre Logan no puede faltar al secreto de confesión por el que se rigen los sacerdotes. Más o menos la historia es ésta. Podría parecer anticuada pero Alfred Hitchcock hace que hoy en día siga siendo una obra de arte. La interpretación agustiosa y angustiada, sin histerismos, de Montgomery Clift es una de las más brillantes que recuerdo. Ann Baxter también realiza un buen papel como la amiga del sacerdote pero, eso sí, inferior al de Clift. El inspector Larrue, que lleva el escabroso asunto del asesinato de Villett, es interpretado majestuosamente por Karl Malden,un actor siempre correcto que aquí lo borda. La película nos regala imágenes inolvidables como el paso del Padre Logan bajo una escultura en sombra que representa la Pasión de Cristo. También inconfundibles huellas del expresionismo alemás, luces y sombras como ésta imágen:


Un regalo para la vista, para los cinéfilos y adictos a la intriga y al blanco y negro.