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lunes, 8 de febrero de 2010

The blue gardenia (Fritz Lang. 1953)


Tenía muchas ganas de volver a ver esta película de la que vagamente recordaba la maravillosa canción de su banda sonora olvidando inexplicablemente el resto. Con el paso del tiempo he podido comprobar que estamos ante una intrigante cinta donde la mano del maestro Fritz Lang nos conduce brillantemente por una historia donde el crimen pasional y el periodismo de investigación permanecen estrechamente unidos a un club nocturno de jazz llamado "Blue gardenia", en el que actúa cada noche Nat King Cole. En este club es donde comienza la atrayente historia de una muchacha despechada y engañada llamada Norah Larkin (Anne Baxter). El argumento se plantea de forma tan sencilla que parece típico y creo que Lang lo quiso hacer precisamente así para llevarnos engañados hasta el inesperado desenlace final. Norah Larkin, abandonada en la misma noche de su cumpleaños, se echa a los brazos del primer hombre que llama por teléfono a su piso, piso que comparte con otras dos amigas. El hombre en cuestión es un pintor mujeriego llamado Harry Prebble (Raymond Burr) que llamaba precisamente para arreglar una cita con una de sus compañeras de piso. Norah, en busca de nuevas emociones que le hagan olvidar lo que ha perdido esa misma noche, arregla una cena con Prebble en el "Blue Gardenia". Como siempre, la cena es sólo una excusa para que esta pareja dedique toda la noche a tomar unos cócteles llamados "buscadores de perlas" que acaban por emborrachar fácilmente a Norah. Como era previsible la noche termina en la casa de Prebble donde éste intenta abusar de Norah. En el forcejeo Norah agarra un atizador con el que intenta golpear a Prebble. El hombre cae desplomado al suelo y Norah, aturdida por el alcohol, también se desmaya. La siguiente escena, tras un bonito fundido en gris y alcohol, nos muestra a Norah incorporándose a duras penas del suelo y saliendo del piso de Prebble descalza, habiendo dejado su pañuelo en el suelo. Al día siguiente Prebble aparece muerto en la portada de los periódicos de la tarde y Norah a causa dl alcohol no recuerda nada de la noche anterior desde que salió del "Blue gardenia". Aquí comienza el soberbio papel de Richard Conte como Casey Mayo, un famoso periodista especializado en homicidios que, por su cuenta, comenzará una investigación exhaustiva del caso "la chica de la gardenia azul".

En este momento la película muestra su mejor aspecto noir a medida que Norah va recordando detalles de la noche del asesinato y, poco a poco, va sintiéndose condenada por ese periodista que le escribe cartas todos los días desde su periódico. Casey Mayo realiza una propuesta a la asesina desde su periódico: "entrégate a mí y yo te salvaré de la policía". Así es como Mayo consigue su encuentro con Norah, en un pequeño bar una noche lluviosa de California. El resto no lo puedo contar por si, como yo, han olvidado el final o no la han visto. Sin ser una de las películas más geniales de Fritz Lang es trepidantemente buena, intrigante y rápida. Ésta fue la primera película de su trio "newspaper noir". Posteriormente Fritz Lang rodó "While the city sleeps" y "Beyond a reasonable doubt" ambas en 1956. Ahora les dejo con la maravillosa canción de la película cantada por Nat King Cole y con orquestación de Nelson Riddle: Blue Gardenia



miércoles, 25 de noviembre de 2009

Yo Confieso (Alfred Hitchcock. 1953)



Últimamente sé que las entradas se han sucedido demasiado rápido pero ayer volví a ver "Yo confieso" y no puedo evitar hablar de ella.
Un hombre que no se puede deshacer del pasado, tan pesado que le hace caminar encorvado, con un gran secreto que ocultar y sin un futuro claro al que mirar es un hombre apesadumbrado. Si algún día alguien se siente así es mejor que le de un repaso a la joya de Alfred Hitchcock "Yo confieso". Después de verla se sentirá mejor. ¡Qué bien le sentaba el blanco y negro a Alfred Hitchcock!. Aprovechaba al máximo sus posibilidades y oscurecía aún más, si cabe, lo más negro de su cine. He de admitir que lo eché de menos cuando Hitchcock pasó al color. En "Yo confieso" estamos ante una de sus películas más negras, con guiños inconfundibles al expresionismo alemán y con un derroche de técnica a la hora de recrearse en los planos perfectos difícil de alcanzar. Hitchcock lo hace. Hace lo complicado tremendamente sencillo. Enseña en cada plano lo que tiene que enseñar, contando perfectamente la historia y dándose un gusto en los geniales primeros planos que sacan todo el partido a las capacidades intepretativas de Montgomery Clift. La historia siempre bañada por una música majestuosa y enredada de Dimitri Tiomkin. Con éste película estamos ante otra obra de arte del genio británico y una historia que aún hoy en día sigue agobiando e intrigando al espectador tan efectivamente como en los años cincuenta. Como ya sabremos se nos cuenta la historia del padre Logan que recibe una confesión de un trabajador de su rectoría, exiliado alemán, llamado Otto Keller. La confesión versa sobre su culpabilidad en el asesinato de un abogado llamado Villett. El sacerdote, que a su vez era chantajeado por el abogado asesinado, aparece como el presunto culpable del homicidio. La razón del chantaje era desvelar una presunta relación entre el padre Logan y una antigua novia suya (antes de ser sacerdote) que ahora está casada. El padre Logan no puede faltar al secreto de confesión por el que se rigen los sacerdotes. Más o menos la historia es ésta. Podría parecer anticuada pero Alfred Hitchcock hace que hoy en día siga siendo una obra de arte. La interpretación agustiosa y angustiada, sin histerismos, de Montgomery Clift es una de las más brillantes que recuerdo. Ann Baxter también realiza un buen papel como la amiga del sacerdote pero, eso sí, inferior al de Clift. El inspector Larrue, que lleva el escabroso asunto del asesinato de Villett, es interpretado majestuosamente por Karl Malden,un actor siempre correcto que aquí lo borda. La película nos regala imágenes inolvidables como el paso del Padre Logan bajo una escultura en sombra que representa la Pasión de Cristo. También inconfundibles huellas del expresionismo alemás, luces y sombras como ésta imágen:



Un regalo para la vista, para los cinéfilos y adictos a la intriga y al blanco y negro.