jueves, 31 de diciembre de 2009

La Noche más Vieja (Un relato para felicitar el año nuevo)



La noche más vieja yo me sentía precipitadamente viejo porque al avanzar en edad el espíritu es difícil disimularlo con unos ojos brillantes. Abrí las ventanas del corazón para ventilar tu habitación de esa ausencia que no me mató pero hirió profundamente y entre sus despojos, revolviendo en mis harapos, quise hallar la respuesta al por qué todas las mujeres me miran sin ropa y tú me ves desnudo cuando todavía no me he desprendido de ninguna prenda. Fue una de esas cuestiones que escarbaron en mi mente en aquélla barra de bar cuando estaba a punto de cerrar, en el hoyo de un clochard que quiere resucitar. Pero desnudo, como tú me ves, volví a salir a la calle y volví a pensar que mi alma es un garito de mala nota agrietado por demasiadas pérdidas irreparables, avinagrado por el paso de las decepciones de algunas aficiones aficionadas al suicidio, afecciones de un corazón astillado del vidrio y delirio que son tus ojos. Rondando la avenida, perdiéndome por las callejas y derivando de lado a lado como barco varado entrompé en el último bar, el más viejo que encontré antes de nochevieja. Las farolas habían iluminado la intermitencia de mis pasos, latidos apresurados que no saben dónde van, pero al traspasar ese neón naranja del último bar abierto en este mundo todo se apagó en un instante en que el planeta pareció quedar profundamente dormido. Era un bar olvidado que daba la pobre sensación de caerse a pedazos. Por esta razón sirve de refugio a aquellos corazones que también se declaran en ruina. Entré y pedí al lánguido camarero el último martini de ese año moribundo que ya expiraba. Mientras apuraba el vaso pasaba las hojas del periódico para intentar calmar mi infierno y observé en la esquina de la barra a un viejo que intentaba calmar su invierno en cigarrillos sin filtro devorados uno tras otro y en pequeños vasos de vino tinto. Aún desconozco la razón pero aquél hombre me sonrió con su dentadura de humo y, tras observarme de arriba a abajo, soltó una carcajada: "¡Ja, ja, ja, pues sí que estás animado para el fin de año!". Sorprendido por el comentario agaché la cabeza y me di cuenta que, por azar, había dejado el periódico abierto por las páginas de esquelas. El viejo, tras recuperarse de la carcajada volvió a hablarme: "Vamos, muchacho, pasa página que me parece estar buscando apartamento... lo mejor siempre es pasar página hasta que llegues al final del libro algo que sucede cuando llegas a mi edad". La verdad es que sus dos primeras frases habían desvelado algo de ingenio en aquél anciano y siempre creo que se puede aprender algo de las personas mayores así que se entabló una conversación agradable y, más tarde, una amistad de bar. El hombre me hablaba de todo. Habló de su vida, aquél negocio que le había salido mal, aquél otro que le había producido bastante suma de dinero y así pasó media hora. Éramos dos barquitos en medio de un océano menos negro que antes y que avanzaba irremediablemente hacia la media noche aunque aún faltaban tres horas. Llegó ese momento en que mi amigo ya había bebido el suficiente vino y comenzó a hablarme de lo que él consideraba lo más importante en su vida. J.R., así se llamaba, sacó un papel y un bolígrafo y escribió minuciosamente unos números. Al terminar me pidió que lo leyera en voz alta: "Ventinuevemil doscientos uno" -dije yo-. "Eso es, esta es mi lotería" -respondió-. Yo pensé que el día de la lotería ya había pasado y quizás le había tocado pero el viejo siguió hablando. "Mi fortuna en esta vida ha sido vivir todos estos días: 29201. Ayer cumplí ochenta años y no los cambio por nada en esta vida. La vida es un regalo y te lo digo yo que también he sufrido lo mío. Mi esposa murió a los sesenta, estuvimos cuarenta años juntos. Mis hijas me dijeron que rehiciera mi vida pero no me dio la gana. Si quiero dormir caliente un día no me cuesta nada dejarle el hueco en mi cama a alguna amiga pero, a la mañana siguiente, ese hueco debe seguir siendo hueco siempre vacío como el hueco que mi mujer dejó en mi corazón cuando partió. Su pérdida fue lo más doloroso de mi vida. No lo pienses más, no sigas pensando qué hacer mañana. Lo más importante es vivir ese mañana y vivir, en definitiva, es el mejor regalo que nos hicieron nuestros padres. Lo demás no importa. Yo tuve la bendición de compartir ese regalo durante cuarenta años con una mujer maravillosa, ya no puedo pedir más. Dentro de pocas horas comienza un año nuevo y tú puedes comenzar una vida nueva. ¡Suma los días que llevas vividos y sigue con ellos!." Realmente fue todo un discurso pero me llegó muy hondo, ya no sentía dolor ni tristeza. Aquélla noche ví a un hombre que me ayudó a comprender lo importante en la vida, un hombre que pese a la pérdida de su esposa se jactaba de la fortuna que había tenido. Entonces abandoné el bar y salí a la calle con el pecho hinchado, más animado, viendo la noche y el invierno de otro color. Siempre se puede aprender algo nuevo de nuestros mayores y más aún de un borracho.

No hay ninguna frase copiada ni ninguna expresión pero reconozco que escribí este relato después de escuchar a Joaquin Sabina, al llegar de un bar donde ocurrió precisamente lo que les cuento.


¡FELIZ AÑO NUEVO 2010 A TODOS!


La imágen del comienzo es de Helnwein y está basado en "Nighthawks" de Edward Hopper.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Out of the past (Jacques Tourneur. 1947)


Yo tuve una vez un blog que murió por causas desconocidas y varios tiros en la nunca de un revólver del 38, por la espalda. Se llamaba la noche interminable y terminó un buen día que nadie quiso salvarlo. Pero recuerdo que en ese blog hablé ya de esta película. Hoy la vuelvo a repescar para la musica de la luna, que parece ser el único blog de todos los que he tenido luchando por sobrevivir.


Nunca es un mal día para regresar al pasado de Robert Mitchum apresado por las tentadoras manos de Jane Green, prendido en el ascua incandescente y eterna de su embustera mirada y bajo la irrepetible batuta del maestro Jacques Tourneur. No lo digo yo, lo dice "Time" y la clasifica entre las cien mejores películas de todos los tiempos. No es ninguna exageración e incluso se pudieron quedar cortos. La última noche que me senté a disfrutar de esta joya del cine negro recuerdo que la lluvia, todavía de otoño, repiqueteaba en los cristales a plena medianoche de un domingo sin causa clara. La luna no había acudido esa noche a la cita que todos los días tiene entre mis recuerdos así que decidí quedar con Jane Greer... y ella me enseñó lo que realmente es una mujer fatal.

La historia de esta película comienza rauda y sin pausas, como un bofetón. Jacques Tourneur nos sumerge sin contemplaciones en la historia de Jeff Bailey (Robert Mitchum), un hombre nuevo con un nuevo nombre en una nueva ciudad que lucha por comenzar una nueva vida, un renacer, y dejar atrás un pasado oscuro e inconfesable además de un amor perdido. Irremediablemente Jeff vuelve a tropezar con su pasado.

Jeff Bailey fue una vez un detective honrado, una buena persona hasta que aceptó un caso que cambiaría su vida por completo, un caso que convertiría todo el día de su vida en noches interminables. Jeff Bailey es contratado por Whit Sterling (Kirk Douglas), un acaudalado gángster que ha perdido una importante suma de dinero en manos de su amante, Kathie Moffett (Jane Greer). Sterling no sólo pide a Bailey que recupere el dinero sino, sobretodo, a la chica a quien a pesar de todo sigue amando con locura... de la única forma que se puede amar a una mujer así. Jeff Bailey comienza la búsqueda de la chica y del botín por Sudamérica hasta dar con ella en una bohemia Acapulco retratada bajo la visión oscura de Tourneur. Aquí los diálogos entre Bailey y Kathie son como disparos secos en la noche, latigazos consecutivos que dotan a la cinta de una agilidad increíble en una historia tan densa. Bailey se enamora perdidamente de Kathie y febrilmente se fuga con ella a San Francisco. Allí intentan comenzar una nueva vida escondidos de Sterling pero la huída constante termina cuando son descubiertos por el antiguo socio de Bailey. Kathie, temiendo que los delatara, asesina con un revólver al socio de Bailey y huye. En ese momento es cuando Jeff decide empezar una nueva vida con un nuevo nombre y olvidar a Kathie, el amor de su vida, su mujer fatal. Parece que está a punto de conseguirlo cuando "retorna al pasado" y se vuelve a estampar con aquella vieja historia. Jeff recibe la llamada otra vez de Whit Sterling para que se encarge de otro turbio asunto. Bailey volverá a encontrarse con Kathie en brazos de Sterling y da comienzo así una enrevesada trama de sospechas, celos y mentiras que acabará trágicamente... de la única forma que podía terminar. Jane Greer encarna a una de las más retorcidas pero también apetecibles femme fatales de la historia del cine. Con sus caricias y besos consigue esconder la crudeza de sus mentiras e incluso sus asesinatos a sangra fría. En cuanto al papel de Robert Mitchum, me llegué a plantear cómo lo hubiera desempañado mi favorito Humphrey Bogart. No se puede hacer mejor que Mitchum. Insuperable. Kirk Douglas, como siempre, roza la perfección como gángster malévolo que tiene su talón de Aquiles en el ciego amor que siente por Kathie. Me gustaría destacar el papel de Virginia Huston como la prometida y chica buena que quiere casarse con Jeff Bailey en su nueva vida y a Rhonda Fleming en el papel de otra malvada menor, Meta Carson. En total un prodigio del cine negro de Tourneur.



Escena del segundo y definitivo en cuentro entre Jeff y Kathie:

sábado, 26 de diciembre de 2009

El Ebro canta

y yo escucho...


"Tu sonrisa brilla en mitad del cielo
pero muere en el río temeroso
Su blancura se diluye cual hielo
la luna yace en río tenebroso

El Ebro esta noche es gris consuelo
con su agua de pasaje rumoroso
me cita a la musa que es mi añoranza
me canta tu nombre y me da el desvelo
la triste huella del amor ruinoso
del que aún florece cual yedra, alabanza

Te disuelves, humedeces mi mirada
cuando llego a soñarte en lontananza
cuando al lado de esa estrella varada
se reconforta mi eterna confianza

Pero mis ojos vuelven al río
y no río sino lloro de verdad
porque ahora en tí ya no confío
y sólo existes en mi soledad."


Fotografía de Amaya memoriasdeunafotografa.blogspot.com

viernes, 25 de diciembre de 2009

Feliz Navidad de parte de Bruce Springsteen

Eh....¿no lo había dicho aún?. Bien, pues Feliz Navidad en voz de Bruce Springsteen:



Ay...Bruce!...y esta tarde me toca trabajar....

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Feliz Navidad, amigos bloggeros


La navidad es un tiempo que provoca sensaciones muy distintas entre los seres humanos pero, de algún modo, humaniza a esos seres. Lo que está claro es que a nadie le deja frío. Puede provocar tristeza por una navidad pasada que fue mejor, por la lejanía de los seres queridos o por la alegría descontrolada de los niños que tú no puedes compartir. También puede despertar alegría por rencontrarse con algún ser querido que hace tiempo no ves o alegría también en una familia que disfruta de la primera navidad en una nueva vida que ha despertado este año. Los centros comerciales también viven su navidad intentándonos convencer de que la crisis no existe pero lo cierto es que cada año veo menos lucecitas por mi ciudad... Lo cierto es que sería bueno aprovechar estas fechas para sentarse a pensar en hacer algo bueno por alguien, rencontrarse con aquel pariente lejano o volver a hablar con un amigo que todavía no has perdido del todo, sería bueno y quizás es utópico pero hoy os quiero contar una pequeña anécdota que me sucedió el año pasado. Era el veintitrés de diciembre cuando paseaba solitario por "la ribera opuesta del Ebro" en el barrio del Arrabal cuando vi brillar en la lejanía el faro de La Seo, encendido como queriendo guiar a los barcos perdidos de la ciudad nocturna. Al tiempo escuché una fuerte campanada que venía del Pilar y, en ese momento, no me pregunten porqué imaginé la cara sonriente de Jimmy Stewart en "¡Qué bello es vivir!" y recordé que un ángel había ganado las alas. Volví a la ciudad. Recordé también que, ciertamente, es muy bello vivir y que me importa un pimiento si todo eso es mentira porque yo seguiré creyendo en Frank Capra. Después de todo lo único que nos queda son los sueños. Feliz Navidad a todos los amigos bloggeros y quien quiera que lea este espacio. Os dejo con mis villancicos favoritos: "White Christmas" (Bing Crosby), "Count your blessings" (Bing Crosby y Marjorie Reynolds) y "I´ll be home for Christmas" (Frank Sinatra). Que seais felices.

White Christmas (Bing Crosby y Marjorie Reynolds)


Count your blessings (Bing Crosby & Rosemary Clooney)



"I´ll be home for Christmas" Frank Sinatra. 1957


lunes, 21 de diciembre de 2009

"The Bishop's wife" (Henry Koster. 1947)




Son las siete de la mañana y diez minutos. Acabo de finalizar mi turno de noche y contemplo con bastante alegría, que difícilmente puedo disimular, los primeros copos de nieve sobre Zaragoza. He recorrido las calles todavía nocturnas observando la suave huella del primer manto nevado sobre las plazas, los árboles y los coches aparcados y no me he podido resistir al infantil instinto de dejar mis primeras huellas en el suelo. Me ha encantado. Ahora estoy en casa y miro por la ventana que sigue nevando. Espero que al levantarme, al rededor del mediodía, todo esté bien cubierto de nieve. Pero hoy vengo hasta este frío teclado para contarles una cálida y preciosa historia propicia para revisar estas fechas navideñas en las que el desapacible frío invernal echa por tierra cualquier plan de salir fuera pasada la media noche. En lugar de eso, ¿por qué no sentarse a disfrutar de una pareja de estrellas rutilantes en el firmamento del cine clásico?. Hablo de Cary Grany y David Niven en "La mujer del obispo", dos actores impecables en una batalla interpretativa que da como resultado una película estupenda. Por si fuera poco a estas dos grandes estrellas les acompaña en escena Loretta Young con su pulcra belleza casi espiritual, con su halo de bondad que al menos en sus películas hacía muy creíble. Pero la historia también acompaña estas fechas. David Niven es el obispo Henry Brougham, un hombre bueno preocupado y angustiado por la construcción de una majestuosa catedral que sustituya a su humilde parroquia y que no puede llevar a cabo por falta de capital. Esta razón le lleva a suplicar la ayuda de una viuda adinerada que pretende construír una catedral como homenaje a su difunto esposo. El obispo, desesperado, suplica ayuda rezando a Dios y como respuesta recibe la llegada de un ángel llamado Dudley (Cary Grant). Dudley hace comprender al obispo que está tan preocupado por la construcción de la Catedral que ha olvidado las cosas más importantes de su vida, el amor de su esposa (Loretta Young) y de su hija, su familia. Dudley también visita a la viuda adinerada, mecenas de la catedral, y le hace comprender que los vacíos homenajes a su difunto esposo no borrarán la triste realidad ni al oculto pero real amor que sintió por otro hombre. Además el elenco de secundarios de esta película es envidiable. Tenemos a Monty Wooley como un viejo profesor de historia que también recibe la visita del ángel. Elsa Lanchester, la eterna novia de Frankestein, es aquí la leal sirvienta Matilda. James Gleason es el taxista Silvester y Sara Haden interpreta un papel majestuoso como la viuda Cassaway. Por cierto, el director es Henry Koster, un alemán que empezó su carrera en Berlin y en Estados Unidos fue un asiduo de la plantilla de la Metro. Es una película emocionante, con un suave drama que termina por arrancarte una sonrisa, preciosa y navideña. La banda sonora ganó el Oscar. Véanla, no se arrepentirán.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Tranvía en mi Gran Vía y mi Gran Vía en Madrid


Hace unos pocos días reconozco que desacostumbradamente estaba sentado frente al televisor y Sinatra no estaba en la pantalla. En su lugar mis ojos eran testigos de un documental dedicado a la Gran vía de Madrid que cumplió, hace muy poquito, cien años. Un centenario que yo siento debo celebrar porque es una de mis avenidas favoritas. Sí, habrá mucha gente, muchos coches, y ruidos pero es lo más parecido a Nueva York que he encontrado cerca de mi casa. También, uno de mis bulevares predilectos, es la Gran vía de Zaragoza. Recordé esto y me lancé a la calle en busca de mi destino que, a buen seguro, reinaría en el fondo de una tacita de café. Desgraciadamente al llegar a la Gran Vía zaragozana recordé que mi bulevar preferido ha sido destrozado. ¿La razón?: las obras del tranvía. A mis dos gran Vías les he dedicado dos poemas:

"Centenario de la Gran Vía madrileña"

"Hoy me perderé en este bulevar
de películas y cines olvidados
hoy es un buen día para recordar

Muchos de los teatros hoy cerrados
guardan el eco de un ayer glorioso
pero hoy lloran neones apagados

Puedo ver entre el tráfico frondoso
la luz del Capitol, que es del pasado
Frente a mí surge un Café nebuloso

Cien años permaneces a mi lado
cien años en esta ciudad impía
Cien siglos me hubiera a mí costado
olvidar lo que soñé en Gran Vía."




"Diciembre en Gran Vía zaragozana"

"Perdido como un tranvía en Gran vía
nublado como el cielo del pecado
hoy se preguntaba si resistía
el desahuciado que duerme a mi lado

Ayer preguntabas por qué vivía
Era, mi amor, por dormir a tu lado
Ahora ya no sé si serviría
una vez ya por ti abandonado
pero juro que me la jugaría
con todo de nuevo a ti apostado
porque yo sólo por ti moriría
como tantas veces lo he demostrado

¡Que cierren los bares, que guarden mi madrugada!
que muero de frío por esperar tu llegada
¡Que se apague el neón de tu imagen soñada
que quiebre la luna el rincón de mi morada!."


Esta fue la Gra Vía del pasado, Gran Vía zaragozana que ya nunca estará a mi lado:

miércoles, 16 de diciembre de 2009

"Lo bueno, si breve ..." (Relato de bar)


La media tarde invernal era abandonada por el sol mientras que una esquina fue sorprendida por la temprana noche que, atracándole luna en mano, le sacó hasta la última gota de luz. La ciudad creció en grotescas sombras que tentaban al solitario viandante pero yo, lejos de ser atraído por el destello de las estrellas de neón, me refugié en el mismo bar de siempre donde Charlie pondría buena música y reiría a ritmo de swing con mis increíbles historietas. "Charlie's" era un lugar de copas semioscuro y agradable con música de jazz frenética y divertida o tranquila y triste, dependiendo de la hora y el estado de ánimo de Charlie. En las sombras las parejas se amaban, en la barra los olvidados recordaban y yo, en fin, escuchaba buena música y hablaba con mi barman preferido. Esa noche Diana Krall acariciaba su piano y su voz parecía enredarse em la humareda del ambiente. Era el sensual "Do it again" cantado por la rubia canadiense a cuya voz se adaptaba aquél bar a la perfección. Le pedí a Charlie un martini bien frío y él llenó de forma generosa el tubo, dejando nadar en él tres borrachas aceitunas ensartadas en un futuro incierto.

- Bueno, Charlie, ayer volví a estar en la cama con Sandra. ¡Qué rubia!. Explosiva, fogosa y salvaje, como me gustan a mí. La verdad es que llegué a temer por los pobres vecinos que quisieran dormir, tendrías que haber escuchado cómo gritaba.

Charlie miraba y reía a carcajada limpia mientras me servía otro martini. Me miró con sonrisa de tiburón y dijo:

- A ver si sientas la cabeza con esta de una vez, bribón. Ya va siendo hora, que tienes una edad...

- Pero, ¿qué dices, hombre?. A mí ahora no me pesca una de esas gatas... -respondí con gran despreocupación teatral-


La verdad es que la historia de Sandra ya la traía desde hacía mucho tiempo. Era la quinta vez que contaba a Charlie cómo me metía en la cama con ella. Charlie aún no conocía a Sandra, pero yo... tampoco. Si hubiera sido una historia real sería la bomba. Pero al menos eran mentiras piadosas que hacían reír a Charlie a base de fantasmadas. Era un juego. Él disfrutaba escuchándome haciendo como que me creía y vendiéndome cada vez más martini. Yo, me dejaba emborrachar, por no emborracharme con mis recuerdos. Para mí aquello era un escudo tras el cual ocultarme y ocultar mi realidad. En cualquier caso yo nunca me había acostado con una rubia y mis amores habían sido escasos y bastante mediocres. Así yo iba avanzando en edad mientras en mi vida avanzaba la soledad.

La noche prosiguió y Charlie puso un CD de una voz que no conocía, una mujer que desgajaba sensualmente las primeras notas de "Summertime" haciéndola íntima y asombrosamente suya. Al mismo tiempo que ascendía la canción ascendió mi temperatura al comprobar gratamente la llegada de una morenaza que parecía conocer bien a Charlie. Su sonrisa resplandeció en mitad de la barra del bar e iluminó una preciosa cara de mejillas sonrosadas y labios rojos sangre totalmente naturales, sin ningún tipo de maquillaje. Al mismo tiempo que saludó efusivamente a Charlie a mí me dedicó un verde pestañeo con el que telegrafió "Bienvenido al infierno... si eres lo suficientemente valiente". A juzgar por la largura de sus pestañas hubiera presagiado un gran huracán cuando ella volvió a parpadear al pedir su vodka pero, afortunadamente, el temporal sólo azotó de lleno en mi corazón. El primer trago de vodka fue un reojo delicado y lleno de vicio que me terminó por convencer. En ese momento decidí atacar, como siempre, hablando de cualquier cosa en voz alta y dejando muy claro que soy amigo del camarero. Son armas que dan buen resultado y que me enseñó una gran mujer. La conversación con Charlie versaba sobre la cantante misteriosa que sonaba en aquél momento por los altavoces del bar. Su nombre era Renee Olstead y resultaba ser también actriz. Su forma de cantar recordaba vagamente a la de un saxofón y, aún siendo una cantante contemporánea, parecía sacada del mismísimo Cotton Club del Harlem años treinta. Casi sin darme cuenta la morenaza de la barra se estaba metiendo en la conversación y no me quitaba los ojos de encima. Su mirada era brillante y notaba cómo me traspasaba hasta la médula mientras yo seguía hablando con Charlie. "Me encanta el jazz" -exclamé- y entonces ocurrió el milagro. Aquella belleza aproximo su taburete al mío y comenzó a hablar:

- Eso me llama la atención en un chico tan joven como tú. ¿Cómo te gusta tanto el jazz?. ¿Tienes la edad que aparentas o eres Chet Baker que consiguió al fin hacer el pacto con le diablo?
- Vaya, ¿y a ti?. Tú debes de tener mi edad, más o menos ...


Sí, ella tenía dos años menos que yo. era guapísima, parecía raptada de mi sueño y traída a la realidad por mi ángel de la guarda. Llevaba puesto un vestido ceñido, azul, con generoso escote y una melena negra brillante caía sobre sus delicados hombros igual que la noche tranquila cae sobre el mar. Su piel era blanca y su aroma era tan sensualmente carnal que me hicieron desearla nada más mirar sus labios y percibir su sabor en la distancia. Charlie parecía conocerla, pero no tanto como aparentaba, así que mi plan estaba ya decidido. Sus pupilas brillaban en las mías y el deseo rebosaba en nuestras miradas a la vez que Charlie rebosaba nuestras copas. Sutilmente la invité a mi apartamento porque estaba decidido. Parecía que el día irrumpía en mi noche, en plena medianoche, y un cielo azul se abría ante mis ojos. El sol salió a plena madrugada cuando su sonrisa respondió que esa noche quería dormir en mi cama. Tantas cosas había oído y tan poco me importaban ahora las historias de amores de una noche que me dejé llevar por su rara belleza sin importarme haberla conocido hacía sólo una hora. En su mirada había algo eterno y quería conquistarlo.

De camino las farolas fueron semáforos en rojo que nos obligaban a parar para besarnos. Yo abracé su cuerpo y creí estar en el cielo. Doblamos la esquina que nos conducía a la luna, que esa noche lucía hermosa y enorme, y en la primera estrella a la derecha ella hizo que me detuviera para observar cómo brillaba en sus pupilas la mejor noche de mi vida. La subí a mi habitación y ella se desprendió del vestido con tal facilidad que me pareció sencillo acabar con mi soledad. Pero no acabé yo, dejé que acabara ella mientras desabrochaba mi camisa, me quitaba el cinturón y me devoraba. Estando los dos desnudos ella me abrazó y me besó de la forma más caliente que me habían besado nunca. No se si apagó la luz o me cegó al llamarme "amor" pero pude ver cómo la luna traspasaba la persiana dibujando una cebra en su cuerpo desnudo teñido de añil y curvas irresistibles. El caso es que la cebra me cabalgó invirtiendo el orden del factor y yo tardé bastante en poderla domar. Fue un juego maravillosamente sucio que limpió los malos recuerdos de mi mente. Por un momento creí que mi respiración y la suya eran la misma mientras profería tales obscenidades que creí que su lengua era extranjera. Yo creo que fue ese instante en que ella me mordió el cuello cuando yo rocé el cielo con la yema de mis dedos inundando de verano todo aquél diciembre. Agotados, sin fuerzas, derrotados por nuestras mismas tropas peor con la guerra ganada en ambos bandos ella sen enredó en mis piernas y durmió junto a mi boca después de exhalar un incomparable "te quiero... dime que esto nunca acabará"

Yo me dormí abrazando su suavidad y creyendo que el sueño se había hecho realidad.

Pero, como todo sueño, desperté al día siguiente y su lado de la cama sólo guardaba de ella su aroma. Lo que la luna había dibujado en su cuerpo hoy lo borraba la luz del sol en su hueco de mi cama. Yo me levanté sobresaltado dando una oportunidad a la posibilidad de que ella estuviese en el baño pero ahí no la encontré. En lugar de ella había una nota reposando en el cenicero de la cocina: "Ha sido perfecto y no lo quería estropear así que nunca sabrás nada más de mí. Sólo así permanecerá siendo perfecto. Te quiero."



Ni tan siquiera la firmó porque probablemente su Rebeca era tan sincero como el Tomás que yo le dije. Podría haber encajado la jarra de agua fría de forma más natural pero aquél despertar se me clavó como una daga, igual que su mirada me había traspasado la noche anterior. Fue un instante en mi vida pero la había sentido tan mía que me hubiera casado con ella. Tenía razón en la nota, era perfecta. Ella era perfecta.

La tarde avanzó y la luna volvió a devorar al sol vomitando después las estrellas a su antojo. Hoy no brillaban, parecían pequeños botones blanco marfil, blanco mate. Llegué por la calle de "Charlie's" caminando abatido como James Dean bajo la lluvia en Times Square. Pero al traspasar el umbral del bar me convertí en un Cary Grant triunfante e impoluto.

-¿Qué tal, bribón?. ¿Cómo te fue con mi amiga? -inquirió Charlie-

-Bueno, Charlie, es una pasada, mejor aún que Sandra. Pero, escucha, me ha tomado demasiado cariño y creo que lo voy a dejar ahí. No me gusta repetir, ya me conoces. Siento peligro cuando se encaprichan demasiado conmigo. ¡Lo bueno, si breve, dos veces bueno!...jejeje... lo siento por ella.

- Bien, bien, amigo. Peor sería si fuera al revés y ese bombón te hubiera dejado a tí. La verdad, era tremendamente guapa, simpática, una mujer de la que te puedes enamorar con facilidad...¡qué suerte que no haya sido así!, ¿verdad?.


Su respuesta era de esperar pero el tono de su voz fue diferente y pude advertir que aquella vez ya no me había creído mi historieta. El bueno de Charlie parecía haberme desenmascarado. "Bueno, Charlie, pónme un martini" -dije yo para desviar la conversación-. Esta vez Charlie me sirvió una copa pequeñísima donde una roca de hielo era rodeada por una ínfima laguna medio seca de martini.

- Pero...¿qué es esto Cahrlie?

- Ya sabes, amigo. Lo bueno, si breve...
y Frank Sinatra sonó a todo volumen

THE END

Publicado en Jazzmen (Cartonerita Niña Bonita. 2011)

Para ponerle banda sonora: "Summeritme" (Renee Olstead)

lunes, 14 de diciembre de 2009

Olas sin playa y Arturo sin reino


"Quisiera ser el maestro griego
que esculpe tu pelo en capitel jónico
que intenta sus dedos enredar
en tus sólidas volutas marmóreas

…pero no puedo traspasar el mármol…

Su sueño de amor muere en Atenas
su cincel se deshace en un pórtico
que ya no traspasará jamás
y el maestro terminará olvidado

…porque él no pudo tallar su destino…

Quisiera ser cantero románico
que diseña una catedral tímida
la que nunca podrá realizar
él nunca podrá llegar hasta el cielo

…pero nunca supe marcar tu piedra…

Pudiera ser arquitecto gótico
construyendo una descarada escalera
que me lleve a poderte alcanzar
sin vértigo de estar a tu altura

…pero tu alma de piedra no ayuda…

También puedo ser el rey Fernando
levantando a Isabel un nuevo Alcázar
con vistas a un lejano lugar
al barrio de San Marcos sin fronteras

…pero Segovia ya tiene un castillo…

En total soy un payaso triste
provocando esa última sonrisa
cuando el niño me ve tropezar
y casi olvido que me he retirado

…casi olvido que el circo ha cerrado…


Sólo soy un trasnochado poeta
sangrando versos en color azul tinta
sobre una servilleta de bar
los besos que ya nunca podrás leer

…pero nunca rimé una buena caricia…"

-----------------------------------

…Sólo fui ola sin labios de arena…






Las fotografías son las siguientes:

La primera es un detalle del capitel jónico del Partenón de Atenas cuyas volutas están inspiradas en un peinado típico de la mujer helena.

La segunda fotografía es del Real Alcázar de Segovia, situado en el barrio de San Marcos, que fue el lugar donde comenzó el reinado de los reyes católicos. Además fue el hogar de 22 reyes, después se convirtió en cárcel de nobles para más tarde convertirse en escuela de artillería. Sobrevivió a un incendio en 1886 y sirvió de escenario en películas como "Camelot", de 1967, con Richard Harris en el papel de Rey Arturo. Tanto la escena final de la película como los créditos finales terminan con una puesta de sol en el Alcázar. En la misma fotografía podemos apreciar la torre más alta de la Catedral, situada detrás del Alcázar, bastante más alejada y la incipiente torre de San Miguel en la que fue coronada Isabel como reina de Castilla (13 diciembre 1474).


La tercera fotografía es un detalle de la Catedral gótica de Segovia, "la dama de las catedrales". La fotografía es obra de Amaya. Su blog es memoriasdeunafotografa.blogspot.com

domingo, 13 de diciembre de 2009

He regresado a Segovia


Hace casi medio año viajé por primera vez a la noble tierra castellana de Segovia, la deseada. Su tierra me enamoró para siempre. Este invierno he podido regresar y conocer mejor su incomparable historia, sus leyendas y sus rincones más fabulosos. A todo el viajero que se aproxime por Segovia recomiendo la visita obligada de la Pensión donde estuvo hospedado Antonio Machado durante veinte años. Allí podemos disfrutar de sus fotografías, sus versos escritos en las cartas secretas a una mujer casada apelada Guiomar y la participación activa que Antonio desempeñó en la vida social de Segovia con su apoyo incondicional a la República. También podemos leer la última carta de Antonio Machado desde el exilio en Colliure donde nos cuenta las penurias que supuso para él y su familia pasar la frontera hacia Francia. Normalmente es un lugar olvidado por el turista y por la misma Oficina de Turismo de Segovia. La pensión donde se hospedó Machado está en la Calle de los Desamparados, Número 5. Otra recomendación que no puedo dejar pasar es la de visitar la Iglesia de la Vera Cruz. Esta iglesia templaria y misteriosa acogió a la órden de Malta y es totalmente única por su planta dodecagonal y por su altar en dos alturas que exhibe un Cristo románico espectacular. Además de caminar por los barrios de la vieja Segovia y disfrutar de su gastronomía también he podido cmprobar lo fría que es esta tierra, paraje ideal para disfrutar una navidad. Nada más, solo un terceto dedicado a Segovia y disculpad mi momentánea ausencia del mundo del blog.



Regreso a Segovia.

“Con el frio he regresado a Segovia
a las calles que guardan mi memoria
pero el presente de ayer ya no agobia

Enrevesada con su propia historia
sus muros cantan ecos de Machado
Cartas sin abrir para su amatoria

Caminando por un rezo olvidado
procedente de una iglesia templaria
recuerdo un beso en la noche robado

La sierra ya es blanca, ya es mi adversaria
Pero hoy no congelará mi corazón
Se ha liberado mi alma carcelaria
Y una llama tiembla de nueva agnición.”

lunes, 7 de diciembre de 2009

The man who came to dinner (William Keighley. 1942)


Con decir que William Keighley fue un hombre que comenzó su carrera en la interpretación y la dirección en el Broadway de las dos pirmeras décadas del siglo veinte ya podemos imaginarnos que estamos ante una figura que de cine entiende un poco. Habiendo comenzado en la maravillosa escuela cómica del cine mudo puedo suponer que le costó muy poquito hurdir esta desenfrenada comedia arrancando la carcajada a todo Hollywood en plena década de los cuarenta. Lo cierto es que estamos ante una película de humor fresco que no ha quedado nada anticuada y que al estar ambientada en las vísperas de navidad se hace muy apropiada para revisarla en este tiempo. Yo tuve el placer de reírme a pecho partido ayer contemplando los gestos y la ironía de Sheridan Whiteside interpretado por un acertadísimo Monty Wooley:
Sheridan Whiteside es un conocido escritor muy famoso en la industria del cine que, como rasgo de buena voluntad en las vísperas de Navidad, se compromete a cenar en un típico hogar americano del provinciano pueblo de Messalia (Ohio). Al subir los primeros escalones de la casa, acompañado por los anfitriones, el señor Whiteside resbala a causa del hielo acumulado y se rompe una pierna lo que provoca que pase mucho más tiempo del previsto metido en esa casa. El señor Whiteside, ante tal contratiempo, pierde cualquier atisbo de "buenas maneras" que pudiera haber tenido y resulta ser un huésped muy difícil de aguantar para los dueños de la casa. Monty Wooley está acompañado por Bette Davis en el papel de Maggie, la secretaria víctima del egoísmo del señor Whiteside. También aparece Ann Sheridan en el papel de diva idiota de Hollywood y una ráfaga llamada Jimmy Durante en el papel de Banjo, amigo de Whiteside, que vuelve la película del revés con su delirante aparición casi fugaz pero que actúa como perfeto colofón de ésta comedia. Inolvidable también Banjo. Completan el reparto: Mary Wickes, como la enfermera que cuida de Whiteside señorita Preen y Richard Travis como Jefferson, un periodista propietario del periódico de Messalia del que se enamora Maggie (Bette Davis). Una recomendación que me tomo la libertad de aconsejar en una fría noche de diciembre. EL video que contiene la llegada de Banjo es un homenaje de Jimmy Durante a Harpo Marx:


domingo, 6 de diciembre de 2009

James Dean


James Byron Dean (February 8, 1931 – September 30, 1955). Bueno, qué se puede decir que no se haya dicho ya. Yo no quiero entrar en tópicos ni en leyendas absurdas. Lo cierto es que, en mi opinión, no se le pudo juzgar como actor. No tuvo tiempo de demostrar más que un sólo papel que repitió, a mi modo de ver, en "Gigante", "Rebelde sin causa" y "Al este del Edén". Es como si viéramos sólo a Marlon Brando o Paul Newman en sus primeras dos películas. Así llego a la conclusión que es más mito de lo que actor fue. Pero quizás como mito ya es mucho. Al menos, inspirador por lo que representa o le han hecho representar. Es la imágen del eterno adolescente desvalido, del "vive rápido, muere pronto y deja un bonito cadáver". Espíritu del rock and roll al que se le atribuyen frases que ni siquiera sé si dijo, como: "Sueña como si fueras a vivir para siempre. Vive como si fueras a morir hoy.". Es, también, la imágen del eterno incomprendido, tímido y casi derrotado por un mundo que no comprende. Es una actitud que, supongo, ni él mismo se imaginó o planteó. Hay muchas y muy buenas imágenes de James Dean pero si hay una que me gusta sobre todas las demás es ésta en la que vemos a Jimmy paseando bajo la lluvia por Times Square:


“Autopista hacia la luz” (dedicado A James Dean)

“La oscuridad se aleja por detrás
El horizonte aparece brillante
El sol se dibuja como un diamante
Tu sombra se esconde en el asiento de atrás

Date prisa, pues se puede apagar
La puesta de sol vive amenazante
El reino de la luna es de tu amante
Es demasiado alto el precio a pagar

Apreté el acelerador, corrí
La oscuridad llegó a desaparecer
Aposté todo al mañana, huí

De repente, sentí el amanecer
Sentí libertad, sentí que crecí
Los papeles contaron mi perecer.”




Ahí quedó James Dean. Ahí queda mi pequño homenaje en forma de soneto. Más mito y leyenda que actor. Tristemente nos dejó demasiado pronto y quizás hubiera podido ser otro Newman.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Versos para Audrey


"Tus ojos felinos me quieren mirar
y sonríe tu rostro angelical
Sé que eres alguien lejana y especial
bailarina de ensueño al despertar

Bajo mi ventana quieres cantar
al río de luna hecho de cristal
y antes de ofrecer todo tu recital
ves que los sueños se pueden quebrar

Alegre y sincera, Holly perdida
Princesa en Roma, lejos de su ciudad
Reina en Nueva York de alma escondida

Nadie puede entender tu innata humildad
de actriz consagrada, incomprendida
Nadie alcanza tu corazón de verdad."

para Audrey Hepburn.


Después de mi tributo a Audrey, el tributo que le ofreció Henry Mancini, el compositor que puso música a sus movimientos en la pantalla, con su canción "Something for Audrey":

martes, 1 de diciembre de 2009

"Relatos para Sallent"


Hace unos días recibí la llamada de un amigo que, conocedor de mis gustos literarios, acertó al recomendarme otro libro de relatos más para mi biblioteca personal. Ésta vez se trata de una recopilación de los realtos ganadores, finalistas y seleccionados en el V y VI concurso de relatos para Sallent. Éste es el tercer volúmen que se publica de dicho concurso dedicado a Sallent. Es un libro animado, de lectura rápida y sencilla porque, tal y como anuncia el mismo concurso, se trata de relatos para leer en tres minutos o, incluso, menos. Este tipo de libros "ligeros" son perfectos para pasar el tiempo con su lectura ante un café, una mañana de domingo. Dado el abultado número de autores incluídos, aquí nos encontramos de todo incluso algunos relatos escritos exclusivamente en fabla aragonesa, una opción que el concurso brinda a los autores que sean conocedores de ella.. En cualquier caso es una recopilación de relatos muy recomendable para leer y así disfrutar de la imaginación hecha palabra. Me gustaría destacar el ingenioso relato de Raúl Garcés titulado "Últimas novedades". Es un relato cortísimo donde se cuenta una historia muy interesante. Es fascinante la manera que tiene Raúl de condensar tanta historia con tan pocas palabras. Raúl Garcés tiene un blog que podemos visitar cuyo enlace es manchas-de-tinta.blogspot.com Ahí, de vez en cuando, podemos disfrutar de algún texto de su cosecha. Otro relato que cuenta con mi admiración es el que cuenta la divertida pero, a la vez, triste historia de un hombre que lo dejó todo a medias en la vida. Se trata del relato "Dejando todo a medias" y proviene del ingenio del ya conocido y nombrado en éste blog anteriormente Roberto Malo. Con éste relato nos descubre su verdadera alma de cuentista. En él guarda todo el encanto de sus obras de relatos y, como siempre, te arranca una sonrisa y sorprende con un final poco esperado pero muy acorde con el resto de la historia. Su blog, en el que también podemso disfrutar sus textos, es robertomalo.blogspot.com. Nada más, espero que sea de vuestro agrado. Ahora escribiré los nombres de todos los autores incluídos en el libro:
Elena Román, Alfredo Mozas García, Elena Gusano Galindo, Alberto Gracía Trell, Elena Val Moreno, Beatriz Galindo García, Alberto Ferrero Orte, Octavio Gómez Milián, Alejandra Planet Sepúlveda, Irene Cisneros Abellán, Isabel Rodríguez Aguilar, Zésar Biec Arbués, Pedro Susín Lasaosa, Chusé Antón Santamaría Loriente, Javier Diez Carmona, Ernesto Ortega Garrido, Olga Pérez del Río, Arisabel Hernández Mora, Elena Esteva de Andrés, Alberto Martínez Embid, Nacho Pérez, Jesús Castillo Gonzalo, Rosa Aliaga Ibáñez, Reyes Pintado Villa, Elisabet Birbe Jane, Juana Carmen Gómez Román, Ana Llorente Gracia, Mariano Monge Juárez, Roberto Malo, Félix Sánchez Rodríguez, Victoria Trigo Bello, Fernando Sánchez Velasco, Eva Gracia Sáenz de Urturi, Carmen Sánchez Moreno, Ana Davies Rodríguez, Carmen Belén Benedé Azagra, Juan López Fortes, Jordi Jiménez Gomero, Lily Dora Nuñez de la Torre Caller, Ángel González Puga, Felisa Moreno Ortega, Ginés Mulero Caparrós, Benigno Rodolfo Palero Valdivia, Lara Recuero Díaz, Alonso Carretero Caballero, José Luis García Ruiz, Susana Obrero Tejero, Alicia Murtra Gracia, J. M. Sánchez, Cristina Araújo García, Idoia Huici Hernández, Concha Montes Martín, Ángel David Domínguez Meléndez, Angie Geladis Méndez Rosario, Mª Teresa Casas Avellaneda, José Miguel Sánchez Corros, Margarita G. Tabares, José Luis Gracia Vijuesca, Raúl Garcés Redondo, Patxo Landa Burgos, Rafael Vidaller Tricas, Lucía López Marco y Mónica Liliana Barcos Diosquez.

Los beneficios de éste libro van destinados como beca de estudios al colegio P. Luis ESPIRAL CAMPS de El Alto, Bolivia, en pleno corazón de los Andes. El Alto es una de las zonas más afectadas por la pobreza.


domingo, 29 de noviembre de 2009

La mañana lluviosa de hoy


"La mañana amaneció lluviosa
enjuagando los recuerdos, la pena
enjugando la mirada llorosa

La mañana se despertó serena
limpiando con su llanto tu hermosura
llorando lo que mi alma almacena

La mañana llovió con tu ternura
distrayendo lágrimas de ausencia
diluyendo en el café tu figura

Pero ya es Mañana sin tu presencia
y Ayer en otoño fue olvidado
cuando recuerdo en tu evanescencia
que la mañana es Hoy sin pasado."


Las primeras luces de la mañana iluminaron unas pequeñas lágrimas brillantes que lloraba el cielo. Parecía una lluvia diferente, limpia y nada triste. Al contemplar la lluvia recordé la fotografía de Cary Grant que encabeza el texto. Siempre me ha encantado ésta fotografía en la que Cary parece ver otro sentido a la lluvia, muy lejos de la nostalgia del recuerdo. Hasta hoy no le había puesto palabras aunque lo había intentado en más de una ocasión. Hoy, al fin, he quedado más satisfecho del resultado final.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Perdiendo el otoño

¡Cómo pasa el tiempo!. Hace muy poco que estábamos dando la bienvenida al otoño, al dorarse de los paisajes y a las hojas muertas y ahora no le quedan tan siquiera ni veinte días. El otoño se nos va, eso es lo que dice el gélido viento blanco del invierno que se aproxima a pasos agigantados cubriéndolo todo de una pureza que renueva y borra las viejas y perdidas pasiones. A mí me gustaría alargar su final, como el borracho en la barra del bar que espera alargar su último trago. Así que me parece bastante apropiado para éste tiempo volver a recordar la poesía hecha música, la balada del perdedor por excelencia. Frank Sinatra dijo que Tony Benett, Dean Martin y él eran los últimos tres supervivientes de esa rara tribu llamada "cantantes de bar". Esto es una breve muestra de lo que quería decir.

Frank Sinatra interpreta "one for my baby" mientras la niebla londinense cubre las últimas farolas en apagarse. Se revuelve por los callejones olvidados enrevesándose en los portales del recuerdo. Londres calla y Frank canta:



Letra traducida de ésta versión de "One for my baby":

"Son las tres menos cuarto
no hay nadie aquí excepto tú y yo
Así que, sírvete algo Joe
tengo una pequeña historia que pienso deberías conocer
Estamos bebiendo, amigo mío
por el final de un breve episodio
Sirve una por mi chica y otra más para el camino

- Enciende el cigarrillo -

Conozco la rutina
echa otra moneda en la máquina
me siento un poco mal
¿no puedes poner algo de música sencilla y triste?
Te podría contar un montón de cosas
pero no resulta digno de caballeros
Una por mi chica y otra más para el camino

Tú nunca lo has sabido
pero, Buster, soy un tipo de poeta
y tengo un montón de cosas que me gustaría decir
Mmmm... si estoy tristón, por favor, escúchame
hasta que lo haya soltado...

Bueno, esto es todo
Y, Joe, se que empiezas a estar ansioso por cerrar
Gracias por la cerveza
espero no te importe que te soltara el rollo...
Pero ésta angustia que albergo pronto debe ser sofocada
o explotará
Sirve una por mi chica y otra más para el camino
Es largo, es largo...
¡Dios, es muy largo...!"


El clip de video está extraído del DVD de Frank Sinatra en directo desde Londres (1970)
Sigamos disfrutando lo que queda de otoño.

Yo Confieso (Alfred Hitchcock. 1953)



Últimamente sé que las entradas se han sucedido demasiado rápido pero ayer volví a ver "Yo confieso" y no puedo evitar hablar de ella.
Un hombre que no se puede deshacer del pasado, tan pesado que le hace caminar encorvado, con un gran secreto que ocultar y sin un futuro claro al que mirar es un hombre apesadumbrado. Si algún día alguien se siente así es mejor que le de un repaso a la joya de Alfred Hitchcock "Yo confieso". Después de verla se sentirá mejor. ¡Qué bien le sentaba el blanco y negro a Alfred Hitchcock!. Aprovechaba al máximo sus posibilidades y oscurecía aún más, si cabe, lo más negro de su cine. He de admitir que lo eché de menos cuando Hitchcock pasó al color. En "Yo confieso" estamos ante una de sus películas más negras, con guiños inconfundibles al expresionismo alemán y con un derroche de técnica a la hora de recrearse en los planos perfectos difícil de alcanzar. Hitchcock lo hace. Hace lo complicado tremendamente sencillo. Enseña en cada plano lo que tiene que enseñar, contando perfectamente la historia y dándose un gusto en los geniales primeros planos que sacan todo el partido a las capacidades intepretativas de Montgomery Clift. La historia siempre bañada por una música majestuosa y enredada de Dimitri Tiomkin. Con éste película estamos ante otra obra de arte del genio británico y una historia que aún hoy en día sigue agobiando e intrigando al espectador tan efectivamente como en los años cincuenta. Como ya sabremos se nos cuenta la historia del padre Logan que recibe una confesión de un trabajador de su rectoría, exiliado alemán, llamado Otto Keller. La confesión versa sobre su culpabilidad en el asesinato de un abogado llamado Villett. El sacerdote, que a su vez era chantajeado por el abogado asesinado, aparece como el presunto culpable del homicidio. La razón del chantaje era desvelar una presunta relación entre el padre Logan y una antigua novia suya (antes de ser sacerdote) que ahora está casada. El padre Logan no puede faltar al secreto de confesión por el que se rigen los sacerdotes. Más o menos la historia es ésta. Podría parecer anticuada pero Alfred Hitchcock hace que hoy en día siga siendo una obra de arte. La interpretación agustiosa y angustiada, sin histerismos, de Montgomery Clift es una de las más brillantes que recuerdo. Ann Baxter también realiza un buen papel como la amiga del sacerdote pero, eso sí, inferior al de Clift. El inspector Larrue, que lleva el escabroso asunto del asesinato de Villett, es interpretado majestuosamente por Karl Malden,un actor siempre correcto que aquí lo borda. La película nos regala imágenes inolvidables como el paso del Padre Logan bajo una escultura en sombra que representa la Pasión de Cristo. También inconfundibles huellas del expresionismo alemás, luces y sombras como ésta imágen:



Un regalo para la vista, para los cinéfilos y adictos a la intriga y al blanco y negro.

martes, 24 de noviembre de 2009

Pequeñas joyas del cine español: "Usted puede ser un asesino" (1961. José María Forqué)



Aquí doy comienzo a un nuevo apartado dentro del mundo del cine en éste blog... y es que también hay que tener un pequeño rinconcito para reconocer y admirar esas pequeñas joyas que dieron de sí nuestro cine. Para empezar éste apartado con una sonrisa he elegido la última comedia española que he tenido el gusto de revisar: "Usted puede ser un asesino", del director zaragozano José María Forqué basado en una obra teatral de Alfonso Paso. El guión es muy sencillo y quizás inesperado en plena época franquista pues se nos cuenta la historia de dos maridos parisinos que, después de enviar a sus respectivas mujeres al campo, deciden correrse una juerguecilla con dos amigas a las que apodan "las prójimas". Todo se complica cuando el hermano de una de esas prójimas, que quería chantajear a uno de los maridos, es asesinado por equivocación. El planteamiento de la historia es genial y la comedia le arranca al espectador más de una risa (a mí, muchas). Pero yo creo que lo fundamental de que la fórmula funcione está en los cuatro grandes actores que llevan el peso de la historia. Uno es mi actor español favorito, quizás de todos los tiempos, y se llama Alberto Closas. La verdad es que casi todo el peso de la película recae sobre él. Alberto Closas en la comedia funcionaba de maravilla... y eso que casi nunca sonreía. Salvando las distancias creo que sería el Cary Grant español. El otro marido es el eterno compañero de Closas y recientemente desaparecido José Luis López Vázquez que hace, como siempre, un papel muy entrañable dejándose convencer y manejar todo el tiempo al antojo de Alberto Closas. Las mujeres, inmejorables. Por un lado tenemos a una guapísima y muy graciosa Amaparo Soler que da el pego como francesa alocada a la perfección. Como pareja de José Luis López Vázquez está, una vez más, Julia Guitiérrez Caba en un papel de mujer misteriosa que borda casi hasta la perfección. El cóctel está salpicado muy acertadamente por la música jazzística de Augusto Algueró, aquí con tremenda influencia americana. Hasta la banda sonora es genial. El resultado una película con unos golpes de humor muy buenos, un cine inolvidable.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Mirada de abril, besos de otoño (Relato)


Mirada de abril, besos de otoño

“El dulce y melancólico manto del otoño cubre ya con su abrazo el corazón de los solitarios que se revuelve en la tumba del desamor. Allí, donde encuentra su hogar la yedra enredada en el pasado, parece real el sueño olvidado y es entonces cuando hay que saber delimitar el quicio que separa a la pesadilla de la razón. Bailando en esa línea casi imperceptible y, en ocasiones, mezclada y diluida en alcohol se encuentran los infelices felices de serlo, de espíritu masoquista y sádico que buscan en el fondo de un vaso la luz del reflejo que les devuelva la mirada extrañada en forma de ilusión alcohólica. Esta es la breve pero eterna historia de uno de esos expertos bailarines.

Recuerdo que mi amigo Agustín solía contarme con todo lujo de detalles las horas que pasaba amando a su amor imposible en el oscuro rincón de un bar, en una solitaria pérgola de cualquier parque o en uno de esos lugares inusuales que sólo hayan los amantes fugados, hambrientos desesperados. Solía narrarme sus breves encuentros centrándose en la fugacidad del tiempo junto a ella, en su piel, y en lo que la echaba de menos cuando su barco partía desde la costa de la pasión hasta el océano del desengaño que, en su tempestad, siempre devoraba a las embarcaciones más débiles.

“Su ausencia –decía- es como un suave dolor pasajero que nunca pasa…como un fuego fatuo”

Recuerdo que solían encontrarse en un bohemio y oscuro Café de sabor añejo, que estaba emplazado en una olvidada calle de la zona antigua de la ciudad donde los señores apuran su vida en un vaso de ron contando historias, unas vividas, otras muertas y las que más soñadas. Allí siempre compartían el cóctel favorito de Eva, el clásico quemadillo de ron ante el que pasaban horas besándose y esperando a que se enfriara la copa. En ese Café es el sitio donde preparan el mejor quemadillo de ron de toda la ciudad. Lo sirven deliberadamente ardiendo porque es la forma de servirlo y para que los clientes pasen un tiempo contemplando la belleza del humo de un cigarrillo enredándose en la luz tenue de una lamparita o apreciando las fotografías antiguas que decoran las paredes de éste histórico Café. Allí, Eva y Agustín solían gastar las horas de una tarde cualquiera de domingo hasta que algún duendecillo maléfico instalado en el destino de Agustín hizo que Eva encontrase a otra persona. Desde aquél momento Agustín ya nunca fue el mismo.

Ayer lo encontré en aquél mismo Café, sentado en la misma mesa que ocupaba junto a Eva, frente a una copa intacta de quemadillo de ron. Su mirada se perdía entre la cristalera empavonada de la puerta de entrada mientras su mano acariciaba la copa y su mente acariciaba los recuerdos. Me acerqué a él, lo saludé y comenzamos a charlar. Al saber que llevaba tres horas en la misma mesa y con la misma consumición le pregunté si esperaba algo. Entonces su mirada empañada de abril se encontró con la mía y me respondió que esperaba a que se enfriara. Yo acerqué mi mano a su copa y comprobé que estaba helada.

- No, amigo. La copa hace tiempo que se enfrió. Sólo estoy esperando a que se enfríen las huellas de los besos de Eva sobre mis labios ...


Yo pagué mi café y pedí un taxi que me llevara de vuelta al insulso mundo de la razón.

Es curioso como en otoño se puede recordar de forma tan real aquél despiadado abril. Es muy curioso como un recuerdo puede quemar más que un quemadillo de ron.”


Éste relato está inspirado en el histórico Café Trapalas de Zaragoza (C/ Mayor, 51). Aunque la fotografía de la recóndita barra de bar no es de ese establecimiento.

martes, 17 de noviembre de 2009

Pinceladas de Jennie en un retrato otoñal



“Pinceladas de Jennie”

Ayer:

“La ciudad duerme
Solos tú y yo en el mundo
La ciudad eterna
si me hundo en lo profundo
de tus pupilas, mi eternidad
En las mías, tu luz.”

Hoy:

“Regalo me hizo la vida
que no supe aprovechar
Sangré por mortal herida
al querer recuperar
mi partida ya perdida
y no dejo de sangrar...”

Mañana:

“¿Qué es mañana?
Sin ti, no es nada
Hoy es mañana de un ayer mejor
Mañana es futuro de la palabra olvidada
mañana oscuro de la pasión ahogada.”



“Retrato otoñal”

“Pintor, sé que no puedes imitar
a pesar de que seas un artista
su sonrisa de brillante amatista
pero intenta sus labios colorear

Un lienzo de otoño puedes pintar
pues ya hace tiempo la perdí de vista
¿Cómo dibujarla sin una pista?
¿Cómo su ausencia vas a retratar?

Pinta una playa vacía de huellas
atardecer de un rincón segoviano
o un cielo difuminado de estrellas

Retrata la luz del sol sevillano
la huella del último verano
o la soledad del dolor insano

Pon luz de luna que escapa a mi mano
o fragancia de las flores más bellas
Dibuja el sonido del dulce piano

Plasma aquí la salitre de éste mar
o el brillo de sus ojos al mirar
Si pudieras todo eso expresar
a mi amor entonces podrás dibujar.”


La historia del cine se ha visto entrelazada en numerosas ocasiones con el arte de la pintura, dos expresiones artísticas que indudablemente tienen mucho en común. Sin ir más lejos, la colaboración de Hitchcock con Dalí (Spellbound, 1945) fue un inmejorable ejemplo de lo que estoy hablando. Pero adentrándonos en el cine negro podemos encontrarnos con obras maestras que giran alrededor de determinadas obras pictóricas. El primer caso que me viene a la cabeza es "Portrait of Jennie" en el que William Dieterle nos sorprende con un final donde admiramos el retrato de Jennie en technicolor, cuando el espectador ha asistido a un film en blanco y negro. Otra película es "Laura". Aquí el protagonista teniente McPherson (Dana Andrews) se enamora perdidamente de Laura mediante un retrato que cuelga de la pared. Otros dos magníficos ejemplos los expuso Fritz Lang con "Sacarlet Street" y "Woman in the window", en el que Edward G. Robinson es un artista enamorado de una mujer fatal a la que retrata. En homenaje a todas esas obras maestras del cine donde coinciden las dos formas de expresión artística he querido redactar ésta entrada y permitirme escribir esos versos. La primera imágen es el retrato de Jennie. La segunda, es el retrato de Laura. Ésta útlima imágen pertenece a "Woman in the window" y vemos a Edward G. Robinson paseando por delante de un retrato que reclama toda su atención. Para terminar con un bonito broche, la colaboración de Salvador Dalí con Alfred Hitchcock en "Spellbound" (1945), diseñando el sueño de Gregory Peck.



domingo, 15 de noviembre de 2009

Rebeca (Alfred Hitchcock. 1940)




Anoche soñé que llegaba a Manderley...

Aquéllos tiempos en los que pasaba por la fugaz etapa de la adolescencia, una profesora de inglés nos encargó leer en ese idioma la novela de Daphne du Maurier "Rebecca". Fue el mejor trabajo que me encargaron en el instituto. La novela me encantó. Pero hoy estoy aquí para reconocer que el mejor paisaje para poner imágenes a las palabras de Du Maurier no estuvo en mi imaginación sino en la diestra mano del maestro británico del misterio, Alfred Hitchcock. En 1940 Hitchcock realizó su primera obra maestra en Estados Unidos contratado por David O. Selznick adaptando la novela de Daphne du Maurier con su inconfundible toque mágico. Escogió a Laurence Olivier para interpretar al adinerado viudo de Rebeca Maxim de Winter, un aristócrata que parece no haberse recuperado de la pérdida de su esposa. Maxim, pasando unas vacaciones en Montecarlo, conoce a la humilde criada de una gran dama de la sociedad, interpretada por Joan Fontaine, con la que termina casándose convirtiéndola en la segunda señora de Winter. La relación entre Laurence Olivier y Joan Fontaine durante el rodaje fue desastrosa ya que Olivier era partidario de que su esposa Vivien Leigh intepretara el papel. El ambiente creado por Hitchcock de la mansión de Manderley es extremadamente hechizante y siniestro convirtiéndolo a cada momento que transcurre en un panteón donde descansa el espíritu errante de Rebeca sobrevolando las vidas de la nueva pareja. Judith Anderson encarna magistralmente a la perturbada ama de llaves de la mansión, Sra. Danvers, que está enamorada y obsesionada del recuerdo de Rebeca y es contraria a la idea de que una nueva señora de Winter sea la dueña de la mansión. La señora Danvers representa la sombra de Rebecca convertida en ser humano. Una película inolvidable y magistral de sir Alfred Hitchcock. En las primeras fotografías vemos a Judith Anderson encarnando a la señora Danvers y a Joan Fontaine. En las fotografías del final vemos a Joan Fontaine con Laurence Olivier. La última foto corresponde al rodaje y vemos a Alfred Hitchcock con Joan Fontaine.


jueves, 12 de noviembre de 2009

Buñuelitos para Lorca


"Hoy me dictan las voces más modernas
que en la poesía está prohibido rimar
No es de extrañar, pues, parecer antiguo
si yo intento éstas sílabas casar
Así que, dejo la rima aparcada
junto a un difunto, olvidado soneto
y me convierto en Lorca viajando a Nueva York

- ¡Surrealismo, Federico, Surrealismo! -

Me empapo de Buñuel e intento imaginar
cómo es por dentro el ojo de mi huracán
¿Por qué Salvador no dibuja mi salvación?
¿Por qué rima mis versos con la basura?
Así, veo en una paloma mi guerra
y en la paz, un abismo imposible
tan lejano como el cielo de Nueva York

- ¡Surrealismo, Federico, Surrealismo! -

Pero pienso en Paris y pienso en tí...
pienso en tí y pienso en rimar...

Pero si pienso en Paris desde éste bar
se despierta mi alma realista
condenada a la muerte del artista
Su lejanía, yo no la puedo alcanzar

No me queda otra solución que rimar
lo que de mi amor Nueva York dista
y dejar mi corazón a la vista
y otro verso de recuerdo emborronar

Yo apuesto que aquí ya no hay poesía
que los lirios en otoño murieron
como mis rimas en tu lejanía

Pero mis musas contigo se fueron
para pasar de mi noche a tu día
que ésta ciudad... de tu olvido la construyeron.

- ¡Realismo, Salvador, Realismo!"




Federico García Lorca seguía enamorado de Salvador Dalí cuando éste "despreció" su obra por ser demasiado realista. Lo que no sabía Dalí, probablemente, es que estaba dedicada a él...y si lo sabía le daba igual. En cualquier caso, Lorca viajó a Nueva York y escribió el surrealismo de "Poeta en Nueva York". Dalí seguía en Paris con Buñuel. Hoy en día, en la poesía, parece que no está de moda rimar...

dedicado a Manchas de Tinta...