de un amor completo,
lleno de color,
pleno en contorno,
siempre y de manera irremediable
se reduce, al final,
el dibujo en bosquejo,
cuando implacables surgen
los límites del lienzo.
Allí donde, fuera del marco,
gana la naturaleza el paisaje urbano,
ante los ojos atónitos del pintor
y se adentra en la ruina;
allí donde el sol irrumpe
por un tejado desquebrajado,
donde hiende el dolor
existe la luz.
De un beso marchito
se guarda el silencio
y de ese silencio
renace la vida.
Arquitectura natural, de Javier Peribáñez Suñén |
Preludio del sueño
Cuando la ciudad
ha logrado zafarse de la noche
y del día,
hacia ninguna parte
o ese limbo que es la madrugada,
la luna es medio limón pálido
aterido y reposado
en el último tejado
que ha podido descifrar
el alma en vigilia
Los pequeños últimos suspiros
del mundo, cuando todo está en calma,
es la canción de cuna
para un hombre que trasnocha
por esperar lo que ignora.
Quizá esa persiana vencida por el sueño
o ese neón que deja de iluminar, de repente,
la avenida de los coches sin garaje.
Quizá unas voces, unas risas
o el sonido de una riña lejana,
quizá un vaso
que estalla contra el suelo.
Todo es el conjunto y la armonía
de una orquesta que interpreta
esa suave canción
que es el preludio de un sueño.