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viernes, 1 de abril de 2011

Human Desire (Fritz Lang. 1954)

 Es una noche cerrada. Jeff Warren sostiene en sus brazos al amor de su vida, Vicky; la agarra bruscamente del cabello y prueba de sus labios el sabor de la perdición. Vicky es una pasión desenfrenadamente carnal para Jeff, una mujer casada con un borracho llamado Carl que se convirtió en asesino, víctima de los celos. Vicky fue su cómplice y ahora una confesión escrita en un papel la mantiene atada a su marido, para siempre. Jeff sería capaz de cualquier cosa con tal de liberar a su amada. Finalmente Vicky se encarga de disponer una solución: si algo le ocurriera a su marido, los dos serían felices y libres. "¿Qué serías capaz de hacer por mí, Jeff?"
Con sombrero calado y chaqueta corta, Jeff se confunde en la noche, acechando en cada esquina a su víctima. A través de la estación, de los pasos a nivel y cruzando las vías, Jeff persigue con una llave inglesa en las manos al borracho Carl, un hombre acabado que arrastra la culpabilidad de un asesinato a sus espaldas. Carl cruza las vías. Jeff va tras él. En ese justo momento, un tren de mercancías cruza la escena mientras el espectador debe adivinar lo que está ocurriendo justo detrás, en el otro andén.

Esto no se limita a ser una obra cinematográfica más. Es una obra de arte que debiera estar en todos los museos internacionales del mundo. Se trata de otra obra maestra de ese maestro austriaco llamado Fritz Lang. Glenn Ford, Gloria Grahame y Broderick Crawford solo son trabajadores a las órdenes de un artista. Eso sí, los mejores trabajadores que Lang pudo encontrar.

En 1954 Fritz Lang dirigió Human desire, su segunda adaptación de Emil Zola (la primera fue "Scarlet Street") , con guión de Alfred Hayes. Jeff Warren (insuperable Glenn Ford) es un hombre que regresa de la guerra de Corea, a su antiguo oficio como conductor ferroviario. Jeff está contento pero necesita a alguien con quien olvidar los desastres de la guerra. Encuentra lo que busca en Vicky (Gloria Grahame, irresistible), la mujer de su compañero Carl (estupendo Broderick Crawford) . Carl ha perdido el empleo y obliga a su esposa Vicky a hablar con el jefe, Owens, para que lo readmitan. Para Vicky es un "trabajo fácil" convencer al gran hombre y que vuelvan a admitir a Carl. Cuando lo ha conseguido, sin embargo, Carl no está muy entusiasmado con los métodos persuasivos de su esposa y decide asesinar a Owens, motivado por los celos. Carl, tras el asesinato, chantajea a Vicky con un papel firmado por ella que la convierte en cómplice. A partir de entonces Jeff se debatirá entre el bien y el mal, entre el amor o la pasión, entre encubrir a un asesino y a su cómplice o luchar por esclarecer la verdad. Vicky, igual que el personaje de Barbara Stanwyck en Perdición, intentará persuadir a Jeff para que termine con la vida de Carl. Fritz Lang nos ofrece cine negro, sin ningún gángster de por medio porque, como diría un buen amigo, "el cine negro no necesita policías ni pistoleros, el cine negro es otra cosa". Me gustaría destacar los claroscuros en la fotografía de Burnett Guffey y la espléndida y jazzística banda sonora elegida por Lang. El final de esta película, con el plano de las vías del tren dirigiéndonos a cualquier parte, es uno de los más recordados de Fritz Lang. Ahora podremos ver la parte de la película a la que está referido el texto de apertura de esta reseña:




lunes, 28 de febrero de 2011

M (Fritz Lang. 1931)

M, en el centro de la imagen, totalmente rodeado





Fritz Lang es uno de mis directores favoritos (junto al otro austriaco, Otto Preminger) y uno de los reconocidos fundadores del noir, trasladando a norteamérica los fundamentos del expresionismo alemán. Por ello mi intención es profundizar en sus obras alemanas donde se fraguó el gérmen de algunas películas inolvidables como The woman in the window, Scarlett street, The big heat o Deseos humanos. M, el vampiro de Düsseldorf (como es conocida en España) fue la primera película sonora que realizó el director vienés después de catorce películas mudas. Solo realizó una película sonora más en Alemania hasta su marcha a Estados Unidos, huyendo de la propuesta de los nazis para trabajar junto a ellos. Fritz Lang en M nos narra la historia real de un psicópata llamado Peter Kürten que asesinó a varios niños en la ciudad de Düsseldorf. Considerado su mejor trabajo por el propio Lang y una obra maestra de la historia del cine, M transcurre por las calles de Düsseldorf en una atmósfera profundamente oscura y decadente que nos remite irremediablemente al pesimismo alemán generalizado tras la derrota en la Primera Guerra Mundial.
Primera aparición de M con un plano magistral
La policía busca sin éxito por la ciudad de Düsseldorf a un asesino de niñas que atrae a sus víctimas con dulces y bombones, influencia clara para Ladislao Vajda y su obra El cebo. Pero al ver que éstos no logran dar con él a pesar de duplicar su vigilancia por las calles y garitos de la ciudad, los criminales de los bajos fondos (encabezados por un sublime Gustav Gründgens) deciden emprender también su búsqueda para que sus negocios no sean arruinados por la presión policial. La persecución es cada vez más agónica y angustiosa hasta que el grupo de criminales logra dar con el asesino en una escena prodigiosa que comienza con la imagen de cabecera. Los criminales, con M en sus manos, quieren proceder a un linchamiento popular.
El asesino, rodeado por los criminales, es sometido a un juicio en el que parece condenado antes de ser juzgado.
 El asesino es interpretado a la perfección por un Peter Lorre en estado de gracia que se ganó un puesto principal en el cine como villano, reconvertido en alguna ocasión para sus apariciones en películas norteamericanas como en el caso de Arsenic and old lace (Capra. 1944). Lorre se introduce en un personaje enfermo con una acusada doble personalidad que intenta huir de sus persecutores y al mismo tiempo de sí mismo. Lang incide conscientemente en este hecho para establecer inteligentemente una cuestión para el público: ¿Es culpable el asesino enfermo?. ¿Es más culpable él que los criminales que lo juzgan y posteriormente lo quieren matar?. El hecho de que el asesino sea descubierto por un hombre ciego también es digno de tener en cuenta pues no deja de ser interesante que el único hombre que está privado de la visión sea el que finalmente lo reconoce. El hombre ciego no es policía ni criminal y vive en paz. Quizá esa sea la cuestión. Apasionante obra maestra.
El hombre ciego, "Blind", es el que finalmente reconoce a M. El error del asesino es silbar una alegre cancioncilla.

lunes, 22 de marzo de 2010

Gloria Grahame, un deseo muy humano...


"La conocí en el estrecho pasillo de un tren que aullaba en mitad de la noche. Un largo tren cuya banda sonora era únicamente el monótono traqueteo por interminables raíles que, sin embargo, me llevaban a un destino seguro. En mitad del pasillo me esperaba el otro camino tortuoso, el otro destino alternativo que no me deparaba ninguna seguridad pero... un destino demasiado tentador para evitar. Todo empezó por una tontería. Una brizna indiscreta de hollín que fue a parar a su ojo izquierdo, una curva de la vía tomada demasiado rápida y... la besé. Al día siguiente el callejón sin salida en que me encontraba era más oscuro que la noche en que la conocí. Hoy, que he abandonado ya el callejón, me encuentro perdido, desorientado y lo peor es... que echo de menos volver al tren donde la conocí..."

"Tu huella, mi tren"

"Tu huella es demasiado profunda
me abrasará debajo de los huesos
hasta que el dolor con ella se funda

Los barrotes de esta cárcel, tan gruesos
me mantienen preso al anochecer
Son cenizas que quedan de tus besos

Cada vez que en tí vuelvo a creer
el fósforo de mi vida consumo
cuando al soñarte, te intento retener

Pero tu belleza es sólo humo
como el largo tren al amanecer
Aullido que veo desvanecer
cuando mi culpa, al fin, asumo."



"Lágrimas de ceniza"

"Tus ojos de humo al llorar
sus lágrimas de ceniza
son algo más que agua y tiza

Pues los puedo recordar
como una mancha cobriza
que acompañará mis pasos

Tus besos al amanecer
son los amargos retazos
de cielos que fueron rasos
donde hoy nubes quieren crecer"


Son dos poemas inspirados en "Human desires" de Fritz Lang, película protagonizada por Glenn Ford y Gloria Grahame. Ayer fue el día mundial de la poesía así que estos versos van dedicados a Gloria Grahame, mítica femme-fatale del noir clásico que formó parte de un buen ramillete de obras maestras.


Banda sonora (de esta entrada): Johnny Hartman & John Coltrane ("My one and only love")

lunes, 8 de marzo de 2010

The woman in the window (Fritz Lang. 1944)


Hoy el día ha sido lluvioso y extremadamente gris en Zaragoza. En la mañana intenté condensar un poquito de calor alrededor de una taza de café pero el cortado fue, efectivamente, corto y el cielo se encapotó apelmazándose sobre la ciudad para no desperezarse ya en todo el día. Más tarde, fui a trabajar. Trabajar un domingo en un centro comercial cerrado es parecido a visitar un parque de atracciones abandonado, cono todo por el suelo, sucio, con poca luz... Sobreviví a la plomiza tarde que ví transcurrir a través de frías cámaras de seguridad. Al aproximarse la medianoche, ya fuera del lugar donde había gastado ocho largas horas , por costumbre comencé a sentirme más vivo que ningún otro momento del día. Para ver cómo cambia de número el día mientras se apaga el rojo neón de Coca-Cola que está situado frente a mi casa elegí "The woman in the wondow" ("La mujer del cuadro") de Fritz Lang, 1944. En el mes de octubre ya tuvímos ocasión de comentar "Scarlett Street" ("Perversidad") que, también dirigida por Lang, en 1945 podía parecer una continuación de ésta que nos ocupa hoy. No obstante, después de refrescar el recuerdo que tenía de "The woman in the window" puedo afirmar que no es para tanto la similitud a pesar de la coincidencia en el reparto, la pintura y el tema principal.

En esta película Fritz Lang nos explica cómo la simple pero mágica aparición de una bella mujer sin ganas de dormir en plena madrugada puede alterar vertiginosamente la apacible vida de un hombre casado, padre de familia. Edward G. Robinson (otra vez, glorioso) encarna al Profesor Wanley de la Universidad de Gotham, cabeza de familia ejemplar con una vida exquisitamente ordenada. El profesor Wanley rechaza la invitación de dos colegas que insisten en llevárselo de fiesta a un cabaret en su primera noche que pasa sin su familia, que se ha ido de vacaciones. Sus pretensiones son tan simples como tomar un par de copas en el club con sus amigos y después marcharse tranquilamente paseando hasta su casa, guardando así la ausencia de su familia. No obstante, sus amigos le advierten en el club que aquéllos que pretenden llevar una vida demasiado ordenada son los que, en definitiva, se enredan en los peores peligros. El profesor Wanley, sin hacer caso a sus amigos, se marcha paseando a su casa cuando se detiene ante un escaparate que exhibe un hermoso retrato de una mujer por la que se siente idílica, casi oníricamente atraído. En ese momento el rostro de "la mujer del cuadro" (Joan Bennett) se refleja en el cristal del escaparate al lado justo del retrato, causándole al profesor lo que parece al principio una visión y a la postre se convertirá en el fatal detonante del mayor problema de su vida. La modelo que posó para el retrato está frente a él, en plena noche, sonriéndole y ofreciéndole una copa en un tranquilo bar cercano. El profesor Wanley, que había rechazado la invitación de sus amigos, sin embargo no duda a la hora de acompañar a esa señorita soltera a su apartamento... para ver más cuadros del autor. En ese apartamento la chica en cuestión había quedado con otro hombre, pero esa información la había ocultado ante el bueno del profesor. Así que, ante la aparición del otro hombre, se desencadenan unos trágicos hechos que convertirán la tranquila vida del profesor en una auténtica pesadilla con nombre de mujer. La película está muy bien y las interpretaciones, una vez más, están a la mayor altura. Edward G. Robinson, en fin...¿qué puedo decir?; todavía no le he visto una interpretación mala. Joan Bennett, como en "Scarlett Street", es esa mujer que con una mirada te puede convencer de cualquier cosa en una noche. La aparición de Dan Duryea como "el malvado pesetero" es genial. Ver con qué chulería se mueve por el apartamento de la chica sobornándole para sacarle hasta el último céntimo es una delicia. Para terminar, el papel de Raymond Massey como policía y amigo de el profesor Wanley es sobresaliente. Otro actorazo al que no he podido verle en una mala interpretación.

Pero si hubiera que ponerle alguna pega a esta gran obra de Fritz Lang sería, en mi opinión, el increíble final con que se nos obsequia. Siempre que he visto este final creo que es el alternativo y que el que se sugiere, justo en la escena anterior, sería el correcto... mucho más lógico. Por eso el final de "Sacarlett Street" se me antojó mucho más creíble que éste. No obstante estamos ante un guión genial y una dirección impecable. Ahora les dejo con la hechizada aparición de "La mujer del cuadro" y el incidente del apartamento que desencadena la pesadilla:

lunes, 8 de febrero de 2010

The blue gardenia (Fritz Lang. 1953)


Tenía muchas ganas de volver a ver esta película de la que vagamente recordaba la maravillosa canción de su banda sonora olvidando inexplicablemente el resto. Con el paso del tiempo he podido comprobar que estamos ante una intrigante cinta donde la mano del maestro Fritz Lang nos conduce brillantemente por una historia donde el crimen pasional y el periodismo de investigación permanecen estrechamente unidos a un club nocturno de jazz llamado "Blue gardenia", en el que actúa cada noche Nat King Cole. En este club es donde comienza la atrayente historia de una muchacha despechada y engañada llamada Norah Larkin (Anne Baxter). El argumento se plantea de forma tan sencilla que parece típico y creo que Lang lo quiso hacer precisamente así para llevarnos engañados hasta el inesperado desenlace final. Norah Larkin, abandonada en la misma noche de su cumpleaños, se echa a los brazos del primer hombre que llama por teléfono a su piso, piso que comparte con otras dos amigas. El hombre en cuestión es un pintor mujeriego llamado Harry Prebble (Raymond Burr) que llamaba precisamente para arreglar una cita con una de sus compañeras de piso. Norah, en busca de nuevas emociones que le hagan olvidar lo que ha perdido esa misma noche, arregla una cena con Prebble en el "Blue Gardenia". Como siempre, la cena es sólo una excusa para que esta pareja dedique toda la noche a tomar unos cócteles llamados "buscadores de perlas" que acaban por emborrachar fácilmente a Norah. Como era previsible la noche termina en la casa de Prebble donde éste intenta abusar de Norah. En el forcejeo Norah agarra un atizador con el que intenta golpear a Prebble. El hombre cae desplomado al suelo y Norah, aturdida por el alcohol, también se desmaya. La siguiente escena, tras un bonito fundido en gris y alcohol, nos muestra a Norah incorporándose a duras penas del suelo y saliendo del piso de Prebble descalza, habiendo dejado su pañuelo en el suelo. Al día siguiente Prebble aparece muerto en la portada de los periódicos de la tarde y Norah a causa dl alcohol no recuerda nada de la noche anterior desde que salió del "Blue gardenia". Aquí comienza el soberbio papel de Richard Conte como Casey Mayo, un famoso periodista especializado en homicidios que, por su cuenta, comenzará una investigación exhaustiva del caso "la chica de la gardenia azul".

En este momento la película muestra su mejor aspecto noir a medida que Norah va recordando detalles de la noche del asesinato y, poco a poco, va sintiéndose condenada por ese periodista que le escribe cartas todos los días desde su periódico. Casey Mayo realiza una propuesta a la asesina desde su periódico: "entrégate a mí y yo te salvaré de la policía". Así es como Mayo consigue su encuentro con Norah, en un pequeño bar una noche lluviosa de California. El resto no lo puedo contar por si, como yo, han olvidado el final o no la han visto. Sin ser una de las películas más geniales de Fritz Lang es trepidantemente buena, intrigante y rápida. Ésta fue la primera película de su trio "newspaper noir". Posteriormente Fritz Lang rodó "While the city sleeps" y "Beyond a reasonable doubt" ambas en 1956. Ahora les dejo con la maravillosa canción de la película cantada por Nat King Cole y con orquestación de Nelson Riddle: Blue Gardenia



martes, 17 de noviembre de 2009

Pinceladas de Jennie en un retrato otoñal



“Pinceladas de Jennie”

Ayer:

“La ciudad duerme
Solos tú y yo en el mundo
La ciudad eterna
si me hundo en lo profundo
de tus pupilas, mi eternidad
En las mías, tu luz.”

Hoy:

“Regalo me hizo la vida
que no supe aprovechar
Sangré por mortal herida
al querer recuperar
mi partida ya perdida
y no dejo de sangrar...”

Mañana:

“¿Qué es mañana?
Sin ti, no es nada
Hoy es mañana de un ayer mejor
Mañana es futuro de la palabra olvidada
mañana oscuro de la pasión ahogada.”



“Retrato otoñal”

“Pintor, sé que no puedes imitar
a pesar de que seas un artista
su sonrisa de brillante amatista
pero intenta sus labios colorear

Un lienzo de otoño puedes pintar
pues ya hace tiempo la perdí de vista
¿Cómo dibujarla sin una pista?
¿Cómo su ausencia vas a retratar?

Pinta una playa vacía de huellas
atardecer de un rincón segoviano
o un cielo difuminado de estrellas

Retrata la luz del sol sevillano
la huella del último verano
o la soledad del dolor insano

Pon luz de luna que escapa a mi mano
o fragancia de las flores más bellas
Dibuja el sonido del dulce piano

Plasma aquí la salitre de éste mar
o el brillo de sus ojos al mirar
Si pudieras todo eso expresar
a mi amor entonces podrás dibujar.”


La historia del cine se ha visto entrelazada en numerosas ocasiones con el arte de la pintura, dos expresiones artísticas que indudablemente tienen mucho en común. Sin ir más lejos, la colaboración de Hitchcock con Dalí (Spellbound, 1945) fue un inmejorable ejemplo de lo que estoy hablando. Pero adentrándonos en el cine negro podemos encontrarnos con obras maestras que giran alrededor de determinadas obras pictóricas. El primer caso que me viene a la cabeza es "Portrait of Jennie" en el que William Dieterle nos sorprende con un final donde admiramos el retrato de Jennie en technicolor, cuando el espectador ha asistido a un film en blanco y negro. Otra película es "Laura". Aquí el protagonista teniente McPherson (Dana Andrews) se enamora perdidamente de Laura mediante un retrato que cuelga de la pared. Otros dos magníficos ejemplos los expuso Fritz Lang con "Sacarlet Street" y "Woman in the window", en el que Edward G. Robinson es un artista enamorado de una mujer fatal a la que retrata. En homenaje a todas esas obras maestras del cine donde coinciden las dos formas de expresión artística he querido redactar ésta entrada y permitirme escribir esos versos. La primera imágen es el retrato de Jennie. La segunda, es el retrato de Laura. Ésta útlima imágen pertenece a "Woman in the window" y vemos a Edward G. Robinson paseando por delante de un retrato que reclama toda su atención. Para terminar con un bonito broche, la colaboración de Salvador Dalí con Alfred Hitchcock en "Spellbound" (1945), diseñando el sueño de Gregory Peck.



jueves, 1 de octubre de 2009

"Scarlet Street" (Fritz Lang. 1945)



Para el público español se tituló "Perversidad". Otra vez mi predilecto (uno de ellos) en el arte de retratar y dejarnos admirar la belleza sugerida en una sombra o el horror brillando en un reflejo de la oscuridad. Después de dirigir en 1944 "La mujer del cuadro", un año más tarde realiza una película en el mismo ambiente, muy parecida pero tan indispensable como la anterior. Ésta vez, también en la maravillosa e irrepetible década de los cuarenta, nos ofrece un cine negro apoteósico con la inestimable ayuda del gran intérprete Edward G. Robinson que, lejos de su papel de gángster capo maléfico, interpreta aquí a un pobre y buen hombre que se enamora perdidamente de una mala mujer interpretada por la guapa Joan Bennett. Total que Christopher Cross (Edward G. Robinson) le da a Kitty (Joan Bennett) todos los caprichos que quiere y se deja sacar hasta la entretela. La película comienza con una cena en honor a Christopher Cross de la Entidad bancaria donde trabaja, en reconocimientro a su trabajo. Más tarde, por la influencia de Kitty realizará un desfalco por el que, finalmente, es descubierto por la Policía. Este hombre gris de vida mediocre, con una esposa posesiva que lo maltrata psicológicamente, ve en Kitty la única luz que ha tenido en toda su vida, ese sueño hecho mujer que acaba siendo el engaño más amargo por el que un hombre puede pasar a riesgo de perder su vida en el intento. ¿Quien no lo ha experimentado?. Bien, el caso es que Christopher Cross es un aburrido cajero que, en sus ratos libres, resulta ser un gran pintor que nunca se ha atrevido a enseñar ni uno de sus cuadros. Aquí aparece Johnny (Dan Duryea), el malvado amante de Kitty, que descubre en los cuadros de Chris las obras de arte que realmente son. Los cuadros son firmados por Kitty y consiguen venderlos a buen precio entre los amantes del arte en algunas galerías de New York. Christopher descubre el fraude pero, al estar enamorado y creer que Kitty también lo está, decide dejarlo pasar hasta el genial desenlace final que, por otra parte, no podía ser ningún otro. Mención especial a los tres actores principales que están inconmensurables. Dan Duryea nunca fue tan malo. Edward G. Robinson nunca fue tan bueno. Joan Bennett nunca fue tan z... tan, ... encantadora...GENIAL. Obra maestra. Destaca en mi opinión de forma magistral el final de la película. La escena que se reproduce pertenece a la impresionante parte final de la película en la que Christopher Cross está atormentado por la culpa del asesinato de Kitty. La próxima será "La mujer del cuadro".

lunes, 10 de agosto de 2009

"Beyond a reasonable doubt" (Fritz Lang. 1956)


Si no habéis visto esta película no me leáis. Disfrutadla primero y después leed esto porque no quiero destripar el encanto de su final. Otra vez Fritz Lang, otra vez Dana Andrews y otra joya del cine clásico. "Dana Andrews es un hombre jugando con la justicia y cubriendo su apuesta con su propia vida". Así rezaba el eslógan publicitario del cartel de 1956 que daba a conocer al público la nueva película de Fritz Lang, resumiéndola perfectamente. Una película corta, que avanza como una ametralladora, con un ritmo tan trepidante que cuando llega al sorprendente final te ha sabido a poco y quieres más. Dura ochenta minutos pero parece media hora. Dana Andrews es un novelista empleado en el periódico del que es propietario su futuro suegro, Austin Spencer (Sidney Blackmer). Austin Spencer, dueño de la editorial, es un periodista militante en contra de la pena de muerte y para presionar y avanzar en sus pretensiones decide tender una trampa para que condenen a un inocente a la silla eléctrica por un asesinato que, en teoría, no ha cometido. El "hombre utilizado" será su novelista Garrett (Dana Andrews) que, de este modo, se juega su propia vida. Los dos traman muy bien el asunto documentándolo con fotografías y datos que luego podrán demostrar que Garrett es inocente y que la pena de muerte es un método injusto que debe ser suprimido. Las complicaciones llegan cuando, tras el fallo del jurado condenando a Garrett, Austin Spencer se mata en un accidente de tráfico y todas las pruebas se queman dentro del coche. Entonces la prometida de Garret e hija del dueño del periódico (Joan Fontaine) intenta por todos los medios demostrar su inocencia. La película te conduce entre la desconfianza de Susan Spencer (Joan Fontaine) ante su prometido y tu propia confianza ante el papel de inocente que nos representa maravillosamente Dana Andrews. Es un papel insólito el representado aquí por Dana ya que termina siendo el "villano" de la historia aunque, como esto sólo se adivina al final, Fritz Lang consigue engañar al espectador varias veces, de forma magistral, como si estuviera jugando con tu mente. Joan Fontaine realiza un buen papel pero parece que, desde "Rebeca", los años le cayeron encima como losas despiadadas. Esta película fue precedida de "Mientras Nueva York duerme" y forma un gran tándem del cine de Lang en el mundo del periodismo. Ayer fue la primera vez que vi esta película y me sorprendió de tal manera su final que creo que es de lo mejor que he visto últimamente. Por cierto, que hace poco han realizado un remake de esta película protagonizado por ese actor que sólo tiene de bueno su apellido (Michael Douglas). Apesta. Sólo se puede ver la original. Desde aquí haré un llamamiento: "NO A LOS REMAKE, NO A LOS BODRIOS REFRITOS". Millones de graicas a la persona que me dejó esta joya del gran cine.

jueves, 23 de abril de 2009

"While the city sleeps" (1956. Fritz Lang)


"Mientras Nueva York duerme", en castellano. Una película sencillamente espectacular. "Sencillamente" es la clave, porque es una película muy sencilla, bastante corta de duración y que, sin más, resulta redonda. Esta madrugada decidí ver por primera vez éste clásico ya que todavía no había tenido ese placer, y eso que es de uno de mis directores favoritos. Es la penúltima película de Lang y vuelve a ser la misma temática que "M. El vampiro de Dusseldorf" pero aquí el asesino parece estar en un segundo plano, como hilo conductor para la trama que se desarrolla en el periódico "New York Sentinel". Al fallecer el propietario del periódico el cargo de "director ejecutivo" lo desempeñará el primero que descubra la identidad del asesino. En esta trama de competividad el asesino se cobra dos muertes y casi una tercera. Para mi Dana Andrews hace uno de sus mejores y más creíbles papeles en esta película, además es el típico que siempre te cae bien y, en una palabra, vas a su favor. Hasta te molesta que su prometida se enfurruñe con él por haberse propasado con una mujer en el interior de un taxi, siendo víctima de un engaño y mientras estaba borracho. Aquí Dana bebe mucho. Pero el reparto es todo sensacional con Vincent Price, Ida Lupino, George Sanders, Thomas Mitchell, Rhonda Fleming (aparición cortita) y el asesino (John Barrymore Jr.) tiene una cara de loco impresionante. Una película con ese encanto especial del cine negro que sobresale en una memorable persecución en el metro de Nueva York. Muy buena.