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sábado, 28 de agosto de 2010

Noches de agosto


Agosto implacable

"Hoy agosto se ha desplomado
como una plancha de infierno
El sol en el cielo blanco y luminoso
es un implacable asesino
sin piedad por las almas
estancadas en invierno

El asfalto en el suelo, derretido y fangoso,
es una trampa mortal
sobre la que resulta complicado caminar
Yo, como siempre, he desafiado al calor
y he salido a la calle, como un escultor
de quimeras y esperanzas
confeccionadas con base de hielo

Agosto, implacable
me enseñó cómo dejar de soñar"




Noche de agosto


"La noche de agosto alivia añil
el calor que derritió el asfalto
Tú yaces desnuda encima de las sábanas
diosa vestida de luna, de estrellas,
de azul cobalto
y en tu breve universo interior,
donde me fascinas,
guardas melancolía y suspiras

Confeccionada eres de noche y esferas
de rocío en la lluvia de abril
Eres la belleza hecha pecado
el cielo del techo del infierno
Eres el amanecer, trasfondo de tinieblas
cuando ocupas tu lugar entre mis brazos

Cuando ayer por la tarde fuiste agua
y arena la distancia, hecha soledad,
yo me convertí en las huellas que caminan
para adentrarse en el mar"

lunes, 9 de agosto de 2010

Postal desde Jaca

Hoy es nueve de agosto de un verano bastante caluroso del que tengo ya ganas de desprenderme. Para intentar despistar el calor, ayer por la tarde, viajé hasta Jaca y hoy escribo desde aquí unas líneas dedicadas a este pueblo con delirios de ciudad que guarda tantos recuerdos para mí. Para informar al lector diré que una parte fundamental de mi familia (mi abuelo materno, Ambrosio Callau) nació en Jaca en 1921 y desde que yo tuve uso de razón hasta que mi infancia tocaba a su fin mis veraneos siempre habían estado ligados a esta tierra conocida como la perla del pirineo aragonés. Últimamente he recuperado esa vieja costumbre veraniega porque cada vez que vuelvo aquí es como si regresara a mi hogar, es como si todo mi ser reconociera estas raíces. Yo nací en Zaragoza un 1981 pero, no me pregunten por qué, algo irremediable me lleva hasta este paisaje siempre que tengo oportunidad.


Lo cierto es que ya estaba bastante harto del trabajo y de la ciudad, así que lo primero que hice fue tumbarme en la hierba a mirar al cielo, las montañas y disfrutar de esa naturaleza que aún se respira por aquí y que en las ciudades es poco más que una quimera. Esta mañana he salido a pasear, a respirar y he bajado hasta el cauce del río Aragón a su paso por un bonito puente medieval llamado San Miguel. Desde allí la panorámica que se observa de la ciudad de Jaca es excelente. Al fondo, a la derecha, destaca sobre el paisaje la siempre vigilante Peña Oroel descansando su petrificada mirada sobra la población jacetana. Ante este paisaje me ha sido imposible resistirme a escribir algunos versos desde el fondo más sentimental. No es que sea algo brillante pero debía dedicarle una rima a esta tierra tan importante para mí. Hacía tiempo que no escribía un soneto así que permítanme que les deje algo dedicado al puente medieval de San Miguel, a la ciudad de Jaca y a los recuerdos del pasado. En las fotografías, realizadas esta misma mañana, se puede apreciar el paisaje del que hablaba anteriormente.

Paisaje con puente

Desciendo hacia el Puente de San Miguel
y junto al río su rumor de hogar
me invita a emborronar un papel
con recuerdos, versos… con tu mirar

Allí donde destaca Oroel
me parece imposible retratar
tanta belleza con un pincel
pero al menos la intentaré rimar

Pues desde este viejo puente medieval
se puede escuchar la voz del pasado
resurgiendo como Fénix inmortal

Yo nunca dejo nada olvidado
Todo revive aquí sentado
mientras Jaca se extiende en mi postal







PD: Estos días es probable que no pueda responder comentarios ni visitar blogs pues no tengo conexión a internet por estos lares, tan sólo una zona wifi en el Paseo de la Constitución pero dependo totalmente de la batería del portátil. Así que si no me ven es por esta razón. Que lo pasen bien estos días y consigan despistar al calor.

martes, 20 de julio de 2010

Noche mágica y advertencia


Alejándonos del río, adentrándonos en la ciudad
próximos a la plaza afrancesada
bajo un cielo de luceros como los que pintaba el holandés
tú y yo anduvimos en busca de tabernas incendiadas
para exprimir hasta el final
el fruto nocturno del verano.
Bajo una gran luna de julio
entramos al primer bar que nos guiñó
Allí, un camarero encendía pequeñas velas
que flotaban en una copa rebosante
de licor rojo y transparente
Allí, seguramente esperaba una cita
que no terminaba de llegar
sirviendo copas a su ausencia
preparándolas cuidadosamente, de manera paciente.
Las luces menguaron y las estrellas se escondieron
para multiplicarse después
en la profundidad de tu mirada
al tenue ritmo de “Summertime”
La noche es un péndulo que se sostiene eterno
en estos días en que el sol abrasa nuestras vidas
La noche es el descanso, el alivio
de un peregrino que va buscando sus sueños diurnos

Esta noche, como otras,
terminó en la Plaza de San Miguel
cuando la terraza de la Place du Forum, en Arlés,
ya había recogido sus mesas
cuando en tus ojos ya había replegado velas
toda una flota de tripulantes vencidos por el sueño

Buenas noches, marinera en tierra

De camino a casa
barajé la idea de entrar a un par de sitios
que alargaban su hora de cierre
pero ¿qué sentido tiene esta madrugada sin tu compañía?
¿qué sentido tiene nada sin tí?
Así, seguí caminando con una música en mis oídos
que me hablaba de todo lo eterno
que en tí había encontrado
De repente, sin previo aviso, la farola que iluminaba mi camino
se apagó justo encima de mi cabeza
Todo lo que quedó fue un absurdo recuerdo rojo
que se fue esfumando poco a poco
En ese instante escuché ladrar
un horizonte entero de perros salvajes

Probablemente fue sólo un pequeño fallo en el fluido eléctrico
Pero para mí es la clara advertencia
de que los amores eternos duran, a penas, un segundo
después sólo quedan brasas, humo, nieblas…
el recuerdo que no te deja vivir
Por eso, aunque ahora estés durmiendo, he de decirte
que debemos aprovechar las noches como ésta
en que el mundo se nos viste de gala
Pues no sabemos cuándo se va a fundir
la bombilla que ilumina nuestro camino
no sabemos cuándo la vida nos la va a jugar
convertida en arena que, entre los dedos, lucha por escapar.


Ella Fitzgerald: "Summertime" (1968)