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martes, 19 de abril de 2011

Cuando acaba la música


Las tardes en aquel Café sin más palabras
que, en tus ojos, la declaración de tu mirada.
Las tardes en aquel Café, Musical, sin más música
que, en tu sonrisa, el sonido de mi felicidad,
se fueron diluyendo , lentas,
como una pequeña llama temblorosa
al borde del candil.

Fueron todos momentos soleados
de primaveras soñadas y veranos apaciguados
Pero, como cada luna, duró un segundo;
el tiempo que tarda en caer una máscara
de un rostro de invierno.
Y abril fue añil y hubo lluvia,
leve pero triste, sobre tus pupilas.
Creo que en ese instante
el mundo dejó de girar y de importar
y dejó de avanzar también la vida

Anocheció en El Musical y fue el silencio,
melodía de tu ausencia.
Pausa eterna.
Sonó el despertador, el de la antigua vocación,
pero no me dio la vida,
esta vez no,
y tampoco fue un dios.
Encontré con él
una habitación en ruinas y un espejo roto
que, al fin, devolvió mi reflejo.
Ahora dime
¿Crees que será demasiado triste
terminar sin historia?

"Tesoros" (Antonio Vega)

martes, 11 de mayo de 2010

La última noche del señor Baxter (Relato cinematográfico)

Una lluviosa noche de invierno se descuelga por las ventanas de un edificio en Nueva York y oscurece toda la calle respetando únicamente a ese pequeño bar que permanece abierto hasta que se derrumbe el último cliente. Allí en la barra estoy yo, una noche más, intentando responder la misma pregunta de siempre... ésa que nunca obtendrá respuesta. Parezco borracho pero no lo estoy, sólo llevo cuatro martinis; lo sé porque siempre dejo los palillos de la aceituna en la barra y de esta manera llevo la cuenta de lo que he bebido.

Recuerdo que la última vez que vine aquí era Nochevieja, una mala noche en que parecía que me hubieran arrancado el corazón. Esa noche me emborraché demasiado. -"Después de todo, así debía empezar el año...quien mal anda, mal acaba"-. Vaya. Esto último lo he dicho en alto, espero que nadie se haya percatado. El camarero lo ha escuchado pero finge no haberlo hecho. Joe es un buen camarero. Finge no escuchar ciertas cosas pero sabe oír a todo el mundo, finge no ver ciertas cosas pero vigila a todo el mundo. A mí me gusta Joe. Le pido que me ponga el quinto de la noche y me sirve inmediatamente, siempre sonriendo. Bebo y pienso que es muy curioso todo. Aquélla noche de fin de año me emborraché por la misma mujer por la que hoy vuelvo a estar aquí bebiendo. Sigo añorándola como el primer día, sigo sintiendo un vacío enorme en el corazón y dentro de él tengo una horrenda tormenta de arena que araña mis entrañas y repite su nombre, que dibuja su mirada y pinta su sonrisa. En casa tengo una maleta hecha y unos billetes que me llevan a ninguna parte con destino en volver a empezar sin ganas de hacerlo y con muchas de acabar; porque aquí ya no hay historia que dibujar y mi papel se ha empapado. Por ella he perdido el sentido, el corazón, mi habitación, mi trabajo y casi la razón. Debo salir de aquí antes de que acabe perdiéndola.

El reloj del bar indica que la medianoche quedó demasiado lejos como para volverse atrás, ya es mañana y no tengo ganas de que lo sea. Definitivamente todo ha terminado, sin ella nada tendrá sentido nunca. Le abono a Joe las bebidas y me despido del local para siempre. En la calle ya no llueve, sólo en mi corazón. Subo a mi apartamento. También es curioso que con todas las noches de amor y pasión que ha albergado entre sus cuatro paredes, en ninguna de ellas me haya tocado a mí ser el protagonista. Bueno, au revoire Apartamento, me voy con rumbo a ninguna parte.

En ese último momento en que la vida se me escapaba entre los dedos y yo partía hacia un lugar del que seguramente no podría haber regresado jamás, apareció Ella. Bella como nunca, con una sonrisa imborrable y con su eterna mirada. Se me acercó y me quitó el abrigo muy despacito. Se sentó en mi sofá, barajó las cartas y me dijo: "No digas más y juega". Esa última partida fue el comienzo de un juego maravilloso




Éste es un pequeño homenaje a una de esas películas que hacen más fácil nuestro día a día de la vida. Aquí se demuestra que, al menos, una vez en la vida hay ciertos milagros que ocurren. Por eso, cuando llega el momento, es aconsejable aprovecharlo. Billy Wilder nos lo explica a la perfección en "El Apartamento" y yo siempre me he acordado de él en los peores momentos. Para recordarlo me he intentado meter en la piel del señor Baxter justo antes de la última escena de la película aunque reconozco que me he inventado algunas cosillas. David, en su último post, habla de esas mentiras que cuenta el cine (más concretamente John Ford) y que nos hace más fácil vivir la realidad de nuestras vidas. Así que hay que seguir confiando en el cine, cinéfilos.