
Que Joaquin Sabina es un personaje que despierta tantas simpatías como antipatías ya es bien conocido por todos nosotros. Que a mí me despierta muchas más simpatía que otra cosa, también. Además es un hecho demostrado que sus letras, sus versos y rimas, inspiran a cualquier amante de la buena literatura. Pero hoy quiero destacar su último trabajo discográfico que, además de ser una buena propuestal musical, es una joya literaria en sí misma. "Vinagre y rosas" es el título perfecto para definir la sensación que nos produce escuchar entero el último álbum de Joaquin Sabina. Es un disco oscuro, crepuscular y altamente poético con versos y rimas inolvidables que provocan al que lo escucha tener ya un estribillo que tararear a la mañana siguiente. Acostumbrados a su estilo quizás es bueno reseñar que es un disco más sosegado que el resto, por lo que estamos ante el trabajo más parecido a "Diecinueve días y quinientas noches" que ha producido el jienense desde los años noventa hasta hoy. Muy superior a su último "Alivio de luto" contiene una música y unas rimas pegadizas así como baladas al estilo clásico sabinero con las que nos vuelve a sumergir en el maravilloso mundo de "¿Quién me ha robado el mes de abril?", "Que se llama soledad" o "Calle melancolía". Este caso es el de "Cristales de bohemia", canción dedicada a la ciudad de Praga (donde se compuso el disco), a la soledad, al desamor y a la luna... como una daga manchada de alquitrán. La primera vez que la escuché juro por el santo del desván que se me heló el corazón y se me puso la carne de gallina. La voz quebrada de Sabina es acompañada por un intimísimo piano y una acordeón que surge en mitad de la noche de Praga. En palabras de Joaquin Sabina para la revista "Rolling Stone": "Lo primero que he hecho ha sido contar más con poetas y menos con músicos. Los músicos son los de siempre, pero he hecho a medias ocho o nueve canciones con el escritor Benjamín Prado, a cuatro manos. Ni él ni yo sabemos qué verso es mío y qué verso es de él, pero sí que lo hemos pasado muy bien haciéndolo. Benjamín (Prado) lo pasó mal cuando su amante le dejó, así que me lo llevé a Praga y conpusimos esto...".

Ejemplos de letras inmejorables, podría poner muchas pero voy a deleitaros con mis dos líricas preferidas: "Cristales de bohemia" y "Nombres impropios". El primer single "Tiramisú de limón", de cualquier forma, ya lo dice todo. Es una canción que comienza tranquila para seguir in crescendo hasta un final completamente roquero. En el caso de "Agua pasada" escuchamos un soneto reconvertido en canción tranquilita y bohemia que comienza con ésta maravilla de estrofa:
"Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas
el solo de pijamas con sordina
la adrenalina en camas separadas."
Pero no falta tampoco el toque andaluz sabinero con una rumba dedicada al desaparecido Ángel González llamada "Menos dos alas" y el toque del Sabina roquero con "Crisis" y "Embustera". "El blues del alambique, "Viudita de Clicquot" "Vinagre y rosas" y "Ay, Carmela" está dentro de lo más íntimo de Joaquin y eso a estas alturas ya es todo un regalo para los oídos. En cuanto a la participación del grupo "Pereza", sorprendentemente para mí, ha servido para darle frescura y un sonido roquero y jóven a un álbum redondo, sin fisuras, como un tapiz de aguardiente tejido con desamor. Ahora, lo prometido. Dos de las letras escritas por Joaquin Sabina y Benajmín Prado:
"Cristales de bohemia"
"Vine a Praga a romper esta canción
por motivos que no voy a explicarte,
a orillas del Moldava
las olas me empujaban
a dejarte por darte la razón.
En el Puente de Carlos aprendí
a rimar cicatriz con epidemia,
perdiendo los modales:
si hay que pisar cristales,
que sean de bohemia, corazón.
Ay! Praga, Praga… Praga
donde el amor naufraga
en un acordeón.
Ay! Praga, darling, Praga
los condenados pagan
cara su redención.
Ay, Praga, Praga, Praga,
dos dedos en la llaga
y un santo en el desván.
Ay! Praga, darling, Praga,
la luna es una daga
manchada de alquitrán.
Vine a Praga a fundar una ciudad
una noche a las diez de la mañana,
subiendo a Mala Strana,
quemando tu bandera
en la frontera de la soledad.
Otra vez a volvernos del revés,
a olvidarte otra vez en cada esquina,
bailando entre las ruinas
por desamor al arte
de regarte las plantas de los pies.
Ay! Praga, Praga… Praga
donde el amor naufraga
en un acordeón.
Ay! Praga, darling, Praga
los condenados pagan
cara su salvación.
Ay! Praga, Praga… Praga
donde la nieve apaga
las ascuas del tablao.
Ay! Praga, darling, Praga
lágrima que se enjuaga
en Plaza Wenceslao.
Ay, Praga, Praga, Praga,
dos dedos en la llaga
y un santo en el desván.
Ay! Praga, darling, Praga,
la luna es una daga
manchada de alquitrán."
(del maestro, Joaquin Sabina)
"Nombres impropios"
"No se puede afirmar
que me engañaba cuando me mentía.
se llamaba Osadía
y desde el primer día
tuvo la cobardía de avisar.
Quien tiene siete vidas
y dos ojos de gata callejera
no se va con cualquiera.
De su noche se espera
un broche de promesas incumplidas.
Mejor no equivocarse
no me pidas jamás lo que no doy
ya sabes cómo soy y si quieres me voy
dijo cuando acabo de desnudarse.
Ya ves
llegar a fin de mes
no era con ella asunto de dinero
se trataba más bien de merecer
un tren de pasajeros,
el tsunami de un mar hecho mujer
dispuesto en cada ola a renacer.
Se llamaba Herejía
cómo voy a saber
si me engañaba cuando me mentía.
Maestra en confundir
al diablo y al rey de los altares,
me citaba en los bares
con fuegos malabares
y luego se olvidaba de acudir.
La mañana y la tarde,
qué vaivén entre alarde y agonía,
todo lo confundía
su swing, porque sabía
mirar como un crepúsculo que arde.
Callada por respuesta
cuando jugué al dolor de corazón.
Su boca era un buzón de voz sin
compasión
dormido hasta la hora de la siesta.
Ya ves,
llegar a fin de mes
no era con ella asunto de intendencia.
se trataba más bien de comprender
la pura impertinencia
del sol cuando se cansa de asombrar,
del mostrador a la hora de cerrar.
Se llamaba ironía
y no puedo jurar
que me engañaba cuando me mentía.
Ya ves,
llegar a fin de mes
no era firmar un parte de sucesos,
se trataba más bien de envejecer
huérfano de sus besos
con fantasmas que aprenden a
crecer,
abrazos que se mueren por volver,
Se llamaba utopía,
me gusta imaginar
que me engañó cuando se despedía."
(del maestro, Joaquin Sabina, y de Luis García Montero)
Ahora les dejo con el video "Tiramisú de limón", junto a Pereza, y un video de "Cristales de bohemia" con imágenes de Praga:
