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jueves, 29 de diciembre de 2011

Ignorancia


Estaré en mi hogar,
voy camino a casa.


Las palabras resuenan en mi memoria
como un deber.

Sin embargo, hay quien dice
que, al final, el destino
se desdibuja como se borran las promesas;
y entonces la palabra,
errante como el paso,
sería solo el método de permanecer:
esto es, pura nesciencia.


Porque el hogar no existe
sino el nómada eterno
y ese gran monstruo,
reloj megalodáctilo,
siempre acechando detrás de su presa.

What are you doing New Year's eve? (Ella Fitzgerald)

domingo, 2 de enero de 2011

De vuelta a Zaragoza y bienvenida al 2011

Como indica el título de esta entrada, la primera del año nuevo 2011, ya estoy de vuelta por completo al mundo de los blogs y con las pilas bien cargaditas. Las vacaciones en Madrid fueron espléndidas y muy reparadoras. Podría decir muchas cosas de esa magnífica ciudad pero simplemente me dedicaré a aconsejarles que, algún año, pasen unas navidades por allí. Gracias a mis amigos Javier y a Juan, de Raíces de papel, pudimos conocer mucho mejor las calles de la parte antigua, la historia de los edificios y dar una vuelta muy interesante por el impresionante Madrid de los austrias. Además por la tarde tuve la oportunidad de conocer a Pilar y a Cruz del colectivo Tirarse al folio. La oferta cultural que ofreció estos días Madrid fue realmente apabullante. Nunca había visitado antes El Prado. Además de detenerme en la exposición temporal de Renoir
tuve la oportunidad de contemplar las mejores obras de Goya, Velázquez, Murillo, El Greco y una de mis eternas debilidades, "El jardín de las delicias" de El Bosco.
Por si esto fuera poco, que no lo es, visité al día siguiente el Museo Reina Sofía donde por primera vez pude contemplar obras cinematográficas expuestas en un museo, una idea que alabo y que espero que se ponga de moda en la mayoría de las galerías de arte. Allí se pueden ver "La concha y el reverendo" de Germaine Dulac, "Danza sinuosa", "Partida de cartas" y "Salida de la fábrica" de Lumiere y algunos cortos de Chaplin y Buster Keaton. Además, precediendo al Guernica de Picasso, hay una sala donde se proyecta "La edad de oro" de Buñuel después de un exhaustivo repaso por esa triada tan especial que formaron el cineasta aragonés junto a Federico García Lorca y Salvador Dalí.
Pero no acabó ahí la cosa pues al día siguiente, además de acudir a la Casa-Museo del Romanticismo, visité una exposición de entrada libre que la fundación Mapfre titula "Made in USA" y donde se puede tener el placer de admirar "Domingo" y "Llegando a una ciudad" de Edward Hopper que es el primer cuadro que encabeza este texto. También es destacable la obra "Poder" de Edward Bruce,
el "Blue Café" de Stuart Davis y la exposición fotográfica de John Gutmann. Por lo demás, paseos interminables donde siempre estaban presentes la calle Alcalá o Gran Vía, como una señal a la que volver, luces de neón parpadeantes, cafés, copas y recital poético incluido en "Los diablos azules" (El bar de la esposa de Sabina, Jimena) y algún escarceo siempre relajante por El Retiro. Es una pena que el Chicote ya no sea el mismo que visitaba Frank Sinatra pero aún nos queda "la generación del cubo de la basura", presidida por Hopper, para seguir confiando que esos tiempo, en algún sitio, resisten a los cambios. El siguiente poema está dedicado a Madrid, a las pinturas de Edward Hopper, Edward Bruce, Stuart Davis y la fotografía de John Gutmann. Aderezado todo por mi lectura de estos días, el más que recomendable libro de Benjamín Prado "Romper una canción", que te empapa como un poco de ginebra salpicando a un martini blanco.

Edward Hopper y Gran Vía

“Otra vez a perderme por Madrid
en Sol, otra vez, al mediodía
Me fugo por los rincones
si la luna me obedece
y me ayuda a hurgar en tu melodía

Quisiera ser el pintor del Blue Café
acompañarte, quizá, en tu travesía
Me deslizo en las alcantarillas
y me cuelo por las rendijas
en busca del tiempo que me debías

Quisiera ser el eterno aprendiz
en la escuela del cubo de la basura
Emborracharme en Hopper’s Bar
contemplar allí tu aurora
y escapar, por si aún me reconocías

Tal vez, aprender a dibujar
esta ciudad diluida en la madrugada
Intentar comprender
que por huir de la realidad
la gente aquí siempre viaja bajo tierra

Quiero ser Edward Hopper en Gran Vía
ese día en que se inventó la noche
en la que fui un tranvía
que al final te besaba
(al final de la avenida)
bajo las aves de neón
y los nocturnos avisos de alegría

Quiero ser él
y dibujarme en un bar
a las tres de la mañana
donde solo se pinte tu recuerdo
con el color del olvido
cuando al fin se haya roto nuestra canción.”


FELIZ AÑO 2011 A TODOS

PD: Es muy curioso pero, buceando en este blog, he encontrado que al darle la bienvenida el año pasado al 2010 también publiqué una entrada dedicada a Edward Hopper aqui.

viernes, 1 de enero de 2010

Feliz Año 2010

No entiendo porqué el mundo descubre hoy que existen las competiciones de saltos de esquí y la música de Johann Strauss. En cualquier caso que se cumplan vuestros sueños en el 2010. Feliz Año Nuevo.



jueves, 31 de diciembre de 2009

La Noche más Vieja (Un relato para felicitar el año nuevo)



La noche más vieja yo me sentía precipitadamente viejo porque al avanzar en edad el espíritu es difícil disimularlo con unos ojos brillantes. Abrí las ventanas del corazón para ventilar tu habitación de esa ausencia que no me mató pero hirió profundamente y entre sus despojos, revolviendo en mis harapos, quise hallar la respuesta al por qué todas las mujeres me miran sin ropa y tú me ves desnudo cuando todavía no me he desprendido de ninguna prenda. Fue una de esas cuestiones que escarbaron en mi mente en aquélla barra de bar cuando estaba a punto de cerrar, en el hoyo de un clochard que quiere resucitar. Pero desnudo, como tú me ves, volví a salir a la calle y volví a pensar que mi alma es un garito de mala nota agrietado por demasiadas pérdidas irreparables, avinagrado por el paso de las decepciones de algunas aficiones aficionadas al suicidio, afecciones de un corazón astillado del vidrio y delirio que son tus ojos. Rondando la avenida, perdiéndome por las callejas y derivando de lado a lado como barco varado entrompé en el último bar, el más viejo que encontré antes de nochevieja. Las farolas habían iluminado la intermitencia de mis pasos, latidos apresurados que no saben dónde van, pero al traspasar ese neón naranja del último bar abierto en este mundo todo se apagó en un instante en que el planeta pareció quedar profundamente dormido. Era un bar olvidado que daba la pobre sensación de caerse a pedazos. Por esta razón sirve de refugio a aquellos corazones que también se declaran en ruina. Entré y pedí al lánguido camarero el último martini de ese año moribundo que ya expiraba. Mientras apuraba el vaso pasaba las hojas del periódico para intentar calmar mi infierno y observé en la esquina de la barra a un viejo que intentaba calmar su invierno en cigarrillos sin filtro devorados uno tras otro y en pequeños vasos de vino tinto. Aún desconozco la razón pero aquél hombre me sonrió con su dentadura de humo y, tras observarme de arriba a abajo, soltó una carcajada: "¡Ja, ja, ja, pues sí que estás animado para el fin de año!". Sorprendido por el comentario agaché la cabeza y me di cuenta que, por azar, había dejado el periódico abierto por las páginas de esquelas. El viejo, tras recuperarse de la carcajada volvió a hablarme: "Vamos, muchacho, pasa página que me parece estar buscando apartamento... lo mejor siempre es pasar página hasta que llegues al final del libro algo que sucede cuando llegas a mi edad". La verdad es que sus dos primeras frases habían desvelado algo de ingenio en aquél anciano y siempre creo que se puede aprender algo de las personas mayores así que se entabló una conversación agradable y, más tarde, una amistad de bar. El hombre me hablaba de todo. Habló de su vida, aquél negocio que le había salido mal, aquél otro que le había producido bastante suma de dinero y así pasó media hora. Éramos dos barquitos en medio de un océano menos negro que antes y que avanzaba irremediablemente hacia la media noche aunque aún faltaban tres horas. Llegó ese momento en que mi amigo ya había bebido el suficiente vino y comenzó a hablarme de lo que él consideraba lo más importante en su vida. J.R., así se llamaba, sacó un papel y un bolígrafo y escribió minuciosamente unos números. Al terminar me pidió que lo leyera en voz alta: "Ventinuevemil doscientos uno" -dije yo-. "Eso es, esta es mi lotería" -respondió-. Yo pensé que el día de la lotería ya había pasado y quizás le había tocado pero el viejo siguió hablando. "Mi fortuna en esta vida ha sido vivir todos estos días: 29201. Ayer cumplí ochenta años y no los cambio por nada en esta vida. La vida es un regalo y te lo digo yo que también he sufrido lo mío. Mi esposa murió a los sesenta, estuvimos cuarenta años juntos. Mis hijas me dijeron que rehiciera mi vida pero no me dio la gana. Si quiero dormir caliente un día no me cuesta nada dejarle el hueco en mi cama a alguna amiga pero, a la mañana siguiente, ese hueco debe seguir siendo hueco siempre vacío como el hueco que mi mujer dejó en mi corazón cuando partió. Su pérdida fue lo más doloroso de mi vida. No lo pienses más, no sigas pensando qué hacer mañana. Lo más importante es vivir ese mañana y vivir, en definitiva, es el mejor regalo que nos hicieron nuestros padres. Lo demás no importa. Yo tuve la bendición de compartir ese regalo durante cuarenta años con una mujer maravillosa, ya no puedo pedir más. Dentro de pocas horas comienza un año nuevo y tú puedes comenzar una vida nueva. ¡Suma los días que llevas vividos y sigue con ellos!." Realmente fue todo un discurso pero me llegó muy hondo, ya no sentía dolor ni tristeza. Aquélla noche ví a un hombre que me ayudó a comprender lo importante en la vida, un hombre que pese a la pérdida de su esposa se jactaba de la fortuna que había tenido. Entonces abandoné el bar y salí a la calle con el pecho hinchado, más animado, viendo la noche y el invierno de otro color. Siempre se puede aprender algo nuevo de nuestros mayores y más aún de un borracho.

No hay ninguna frase copiada ni ninguna expresión pero reconozco que escribí este relato después de escuchar a Joaquin Sabina, al llegar de un bar donde ocurrió precisamente lo que les cuento.


¡FELIZ AÑO NUEVO 2010 A TODOS!


La imágen del comienzo es de Helnwein y está basado en "Nighthawks" de Edward Hopper.