I love Paris in the summer...when it sizzles....
Para que no echen de menos mis versos (o por si no tienen nada mejor que hacer), antes de que me deslumbren las luces de esa ciudad y no pueda escribir de otra cosa, les ofrezco dos poemas que dediqué a una de mis estatuas predilectas que pueblan Zaragoza. Se puede visitar en la Plaza San Felipe. Es una estatua sedente de un chico imaginando la hoy inexistente Torre Nueva de la que aún se puede contemplar su planta, como un recuerdo en el suelo zaragozano. El primer poema es un soneto y el segundo es en verso libre y narra una pequeña historia que cualquier viejo lugareño nos podría contar.
"Soneto en Plaza San Felipe"
"Día lluvioso o sol reluciente
Largo otoño o primavera fugaz
Clavado al presente el hombre sedente
sigue con ese ayer en que pensar
Anclado al pasado espera paciente
su sueño dorado realizar
Si el mundo pudiera leer su mente
también al tiempo podría parar
El hombre sentado es nuestra memoria
nuestro recuerdo al viejo torreón
que el viento barrió, que hoy es historia
Hoy, tras tomar un café en el Astoria
quise visitar los tiempos de gloria
que esta ciudad llora en cada rincón."
"Al hombre sentado"
"La mañana es soleada y reluciente
pero hay en San Felipe un hombre paciente
que siempre se siente de espaldas al sol
Hay en su figura un semblante
de alguien que espera eternamente
por alguien que le venga a rescatar
y hay en su rostro una inexpresión
de alguien que añora un pasado fugaz
La noche es lúgubre, grita doliente
y la luna a cada paso se nos derrama
del vaso colmado de dudas e incomprensión
Nadie de su luz podrá nunca escapar
ni quedar frío ante su influjo
pero el 'hombre sentado'
no se llegará a inmutar
El otoño cubre de hojas lo inerte
y el sedente se disfraza
para que no lo puedas reconocer
Pero, cuando llegue la primavera,
de flores no se dejará cubrir
y será entonces cuando lo vuelvas a ver
Ha llegado el día más lluvioso
Todo el mundo corre a resguardarse
cobijados en el calor del hogar
pero este 'sin techo' cala sus huesos
inmutable bajo el cielo gris
sin cambiar nunca su posición
Mi abuelo fue el primero que me contó
la existencia de este eterno sentado
de cómo solía siempre jugar a su alrededor
y por qué está siempre tan pensativo
él sólo, ahí, tan desamparado
En su último día mi abuelo sonrió
al contarme con su voz temblorosa
que esa mañana por su lado
había vuelto a pasear
Hoy mi nieto, por primera vez lo vió
y en su inocencia todavía no sabe
que el hombre sentado es la realidad
del sueño imposible del ser humano
Siglos, tierra y cielos pasarán
mientras él todo lo contemplará
impasible, sin mover un dedo
probablemente porque no quiere estropear
lo que en silencio está imaginando."
Fotografías, cómo no, de esta fotógrafa
Hasta la vuelta...