viernes, 15 de mayo de 2009

A medianoche en un bar (Relato de lo que se siente en un bar)


Los recuerdos me hacen desconfiar de la luz del sol pero hay noches que parece tan real que su luminosidad me ciega y consigo volver a creer otra vez.

Me encantan los bares aunque los bares sin ti, como yo, no sean nada... como una lágrima de whiskey sin despedida, como un tren sin retraso, como el olvido sin el recuerdo. No son nada sin ti. De hecho, si me gustan los bares es porque tengo tiempo de pensar en ti, escribirte y llegar a soñarte si en el martini me excedo. Me gusta mirar las mesas vacías y brindar con esas sillas tan frías que una vez fueron parte de ti, de tu calidez, de tu ternura. Me gusta ver la luz baja de los focos a altas horas de la madrugada que se funde con el humo de algún desesperado cigarrillo. Me gustan los bares para recordarte, me gusta entrar en un callejón de música buscando una salida sin encontrarla hasta que te encuentro a ti... me gusta quedarme atrapado en el atrapamundos y ser tu atrapasueños para librarte de las pesadillas de estar sin mi... me gusta cualquier bar solitario y relajado apropiado para escribir. Tienes en tus ojos el color de la coca-cola y del ron, eres el mejor cubata que me he bebido y me encanta cuando te me subes a la cabeza creándome al día siguiente la más dulce de las resacas. Pero, sobretodo, me gustan los bares contigo, compartiendo miradas, deshaciendo los hielos que nos quedan, sintiéndome iluminado por la luz de tu sonrisa, haciendo planes que duran sólo esa noche y quedar abrazados como si en el mundo sólo estuviéramos tú y yo. Y realmente sólo estamos tú y yo... el ruido de fondo es un murmullo sin importancia. Entonces te quedas dormida confesándome que tú también me has echado de menos... tranquila, sólo te ha escuchado mi cerveza. Yo te observo mientras duermes y me doy cuenta de que estoy mirando a esa persona que encierra toda mi vida.

Sí, es cierto que en cualquier momento la vida te la juega y te arrancan el corazón sin previo aviso. Pero también es cierto que es un acierto dejárselo reconstruir poco a poco y con paciencia. Después de todo, la luna brilla gracias al sol. Si no confias en la luz del sol...¿cómo vas a ver la luna brillar?.

10 comentarios:

Jara Santamaría dijo...

PRECIOSO. sin palabras

"como una lágrima de whiskey sin despedida" increíble

Antonio Callau Pérez dijo...

Por un momento me has recordado a una canción de Nat King Cole titulada "Keep going back to Joe's"... se nota tu amor por el jazz...y por alguien más.

Raúl G.R dijo...

Con ella o sin ella pero acompañado siempre de un vaso medio lleno, medio vacio. Saludos.

Jara Santamaría dijo...

En respuesta a tu comentario en mi blog. Jajajaja, ¿tenemos el mismo bolso? Qué cosas tiene esta vida. Curiosamente, es mi bolso favorito y no me despego nunca de él
=)

Orden Thousand dijo...

Y en cualquier momento entrara por la puerta, se te dispara el corazon, haras la mirada de un rebelde sin causa montado en un tractor... tendras la sensacion que tuve esa noche en el Callejon? Cuando me repetias... tranquilo y afortunado, me alegro por ti.

Siento desaparecer como siempre... hasta la musica me abandona a veces.
Un abrazo, en escala de Blues

Marcos Callau dijo...

Pues si, ¡vaya coincidencia, Jara! y gracias por tus comentarios. Gracias Antonio. Manchas de tinta, aunque no tengas conexión, siempre estás ahí...muchas gracias y un abrazo hasta que compartamos ese café. Chabi, desapareces durante un tiempo y luego apareces. No intentes ser tú también un Guadiana que eso sólo se lo perdono a cierta persona ... jejeje. A ver cuando echamos otro café.

Anónimo dijo...

Estupendo, extraordinario, muy cinematográfico.
Saludos.

entrenomadas dijo...

Un relato visual que apetece volver a visualizar, digo leer.

Ksses,

Marta

U-topia dijo...

Qué relato tan hermoso...

Besos!!

Marcos Callau dijo...

Gracias 39, Marta y Laura. Lo cierto es que ya es un texto algo viejo pero ahí ha quedado. Besos y abrazos según corresponda.