jueves, 1 de octubre de 2009

"Scarlet Street" (Fritz Lang. 1945)



Para el público español se tituló "Perversidad". Otra vez mi predilecto (uno de ellos) en el arte de retratar y dejarnos admirar la belleza sugerida en una sombra o el horror brillando en un reflejo de la oscuridad. Después de dirigir en 1944 "La mujer del cuadro", un año más tarde realiza una película en el mismo ambiente, muy parecida pero tan indispensable como la anterior. Ésta vez, también en la maravillosa e irrepetible década de los cuarenta, nos ofrece un cine negro apoteósico con la inestimable ayuda del gran intérprete Edward G. Robinson que, lejos de su papel de gángster capo maléfico, interpreta aquí a un pobre y buen hombre que se enamora perdidamente de una mala mujer interpretada por la guapa Joan Bennett. Total que Christopher Cross (Edward G. Robinson) le da a Kitty (Joan Bennett) todos los caprichos que quiere y se deja sacar hasta la entretela. La película comienza con una cena en honor a Christopher Cross de la Entidad bancaria donde trabaja, en reconocimientro a su trabajo. Más tarde, por la influencia de Kitty realizará un desfalco por el que, finalmente, es descubierto por la Policía. Este hombre gris de vida mediocre, con una esposa posesiva que lo maltrata psicológicamente, ve en Kitty la única luz que ha tenido en toda su vida, ese sueño hecho mujer que acaba siendo el engaño más amargo por el que un hombre puede pasar a riesgo de perder su vida en el intento. ¿Quien no lo ha experimentado?. Bien, el caso es que Christopher Cross es un aburrido cajero que, en sus ratos libres, resulta ser un gran pintor que nunca se ha atrevido a enseñar ni uno de sus cuadros. Aquí aparece Johnny (Dan Duryea), el malvado amante de Kitty, que descubre en los cuadros de Chris las obras de arte que realmente son. Los cuadros son firmados por Kitty y consiguen venderlos a buen precio entre los amantes del arte en algunas galerías de New York. Christopher descubre el fraude pero, al estar enamorado y creer que Kitty también lo está, decide dejarlo pasar hasta el genial desenlace final que, por otra parte, no podía ser ningún otro. Mención especial a los tres actores principales que están inconmensurables. Dan Duryea nunca fue tan malo. Edward G. Robinson nunca fue tan bueno. Joan Bennett nunca fue tan z... tan, ... encantadora...GENIAL. Obra maestra. Destaca en mi opinión de forma magistral el final de la película. La escena que se reproduce pertenece a la impresionante parte final de la película en la que Christopher Cross está atormentado por la culpa del asesinato de Kitty. La próxima será "La mujer del cuadro".

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial entrada, una película sublime con una interpretación de Robinson de matrícula de honor; transmite como nadie la pusilanimidad, el hundimiento de un hombre frágil, ingenuo, invita a una compasión, a una piedad inacabables.
Saludos.

ethan dijo...

No sabría por cuál decidirme, si por ésta o por la primera versión de Renoir (La Golfa). De todas formas ambas son expléndidas.
Saludos!

roberto dijo...

Grandísima película, sin duda.

Marcos Callau dijo...

Geniales tus palabras también Alfredo, desde luego sí que invita a la compasión, la piedad que ni Johnny ni Kitty tienen por él. Gran observación, Ethan, sobre el maestro Renoir. Por supuesto, punto de partida para muchos. Gracias Roberto, como siempre, por pasarte por aquí y dar tu opinión de cine.

Vivian dijo...

Magnífica entrada para una película que, sin duda lo merece, he de reconocer que de todas las películas de Lang siento por ésta una especial debilidad, y me encantó descubrir que en ti despierta sentimientos muy parecidos.
Y es que, nos cuenta tantas cosas Lang, con sólo una película, sobre el amor, sobre el arte y la creación artística, sobre los creadores.
“Trazo una línea alrededor de lo que siento” así define el personaje de Edward G. Robinson el proceso de creación artística, y me parece una de las mejores definiciones que he tenido la oportunidad de escuchar.
Sobre Kitty, creo que no es la verdaderamente malvada de la película, más bien se deja influenciar, como G. Robinson, también es víctima de su propio amor, el verdaderamente malvado, que no se mueve por sentimientos nobles, sino por ambición pura y dura es el amante.
Me encantó esta entrada, y me encantó que trajeras esta película a tu blog.

Un beso

Amaya dijo...

Otra película para mi pequeña gran lista de verdadero cine.
Espero verla pronto y disfrutarla tanto como vosotros.
Un saludo

Marcos Callau dijo...

Qué gran frase has escogido Vivian. Sin duda, la mejor de la película. Es cirto que el realmente malvado es e amante, Johnny. Ponte a ello Amaya y lo disfrutaras.

pepa mas gisbert dijo...

Sin que sirva de precedente no recuerdo haber visto la película y desde luego parece magnífica.

Un abrazo

Félix Amador dijo...

Esta es de esas películas que lleva toda la vida obsesionándome. El personaje de E.G. Robinson es fascinante. Supera al de la "mala", que no es poco y tiene ese ritmo agónico que marca el personaje principal. Imprescindible.

Marcos Callau dijo...

Que no sirva de precedente, Alma...aunque las sorpresas siempre son buenas. Comparto tu opinión, Félix...gracias por pasarte por aquí.