lunes, 9 de mayo de 2011

Bolsillos llenos, bolsillos vacíos (Relato)

Una postal del legendario y desaparecido Gran Café Ambos Mundos de Zaragoza
Cuando era un niño, en la Zaragoza de los años veinte, las largas horas de espera que en el salón de casa dedicaba a mi padre, parecían interminables. Después de trabajar siempre solía tomarse un par de copas con sus colegas en el elegante Café Ambos Mundos pero, en ocasiones, se alargaba tanto la sesión que perdía el último tranvía y debía volver a casa caminando. Recuerdo perfectamente que, antes de que apareciera por la puerta, podía adivinar cuándo llegaba por el ruido de las monedas en sus bolsillos. Fascinado por la idea, un día le pregunté por qué llevaba siempre tanta calderilla. Entonces, mi padre me miró muy serio y respondió solemnemente: ‘Hijo, la vida consiste en conseguir cada día más fortuna’.

Al día siguiente, por mi séptimo cumpleaños, me preguntó si ya había aprendido qué era lo más importante en la vida. Respondí exactamente las mismas palabras que él me había enseñado y entonces, exultante de alegría, me dio todo el dinero que llevaba encima. Aquello se convirtió pronto en una costumbre cotidiana, una especie de juego en el que, si yo adivinaba el número de monedas que portaba en los bolsillos, él me las regalaba. Mi padre estaba entusiasmado conmigo y con lo temprano que había aprendido lo que era importante en la vida y lo que significaba ahorrar, pues yo siempre almacenaba todo lo que recaudaba de sus bolsillos.
 Pero al pasar los años vinieron tiempos más aciagos. Mi padre perdió el empleo y la costumbre de tomar un par de copas en el Ambos Mundos fue sustituida por el café amargo de los domingos, después de misa, en un bar llamado Verich, sin copa ni puro. La vida cada vez fue para nosotros más humilde al tiempo que disminuía el sonido de las monedas en los bolsillos de mi padre. Eran realmente tiempos grises donde hablábamos poco y comíamos menos. Al cumplir los once años, en una mañana fría de enero, mi madre abandonó el hogar y mi padre llegó de su nuevo trabajo más apresuradamente que de costumbre. A pesar de las penurias que vivíamos, él siempre había seguido jugando conmigo y si era capaz de adivinar cuántas monedas llevaba, me las seguía regalando. Pero aquella noche, con lágrimas en los ojos, mi padre sacó el forro de sus bolsillos y me dijo con voz temblorosa: ‘Lo siento, hijo. Ya sé que hoy es tu cumpleaños pero, como ves, mis bolsillos están vacíos’. En ese momento, como si recibiera un fogonazo, aprendí de súbito lo que verdaderamente era importante en la vida. Me acerqué a él, lo abracé y le dije: ‘Tus bolsillos pueden estar vacíos pero mi corazón está lleno con todo lo que siempre me has dado’.

 Mi padre nunca entendió cómo un niño de once años le pudo enseñar, en ese instante, lo que significaba en realidad la vida y lo poco que importa, a veces, el dinero.
Relato publicado en Jazzmen

38 comentarios:

Myra dijo...

Hola, Marcos. Qué bonito relato, me ha encantado. Me maravilla cómo se puede condensar en unas pocas líneas toda una historia de sabiduría, amor, aprendizaje, la vida misma..

Precioso ese Café de Ambos Mundos. Imagino que el relato lo has escrito pensando en ese nombre.

Me ha hecho gracia las palabras escritas que aparecen en la última fotografía porque en casa de mis padres siempre ha habido un cenicero en el que pone: "Salud y pesetas y los demás son puñetas".

Un beso

Anónimo dijo...

hola Marcos,buen post! por favor disculpame,por el comentrio que dej+é anoche....ESTOY INDIGNADA! que un compatriota,mienta, SOBRE UNA NOVELA, detras de las sonrisas,llevada al teatro el 29 de abril,en zaragoza,y que están filmandola...ES TODO UNA GRAN MENTIRA! buscando en google,ni sale su blog! estoy furiosa, por que despues y con todo criterio,nos odian a todos nosotros,por un falaz,
perdón, no somos todos así!
y a vos mis disculpas....por ese mentiroso...
y mis disculpas, por el comentario de anoche....me siento muy avergonzada,tu me agradas, como escribes, sobre loque escribes,y demás,bellos post!
muchas gracias,
un abrazo enorme,besos
lidia-la escriba


http://www.deloquenosehabla.blogspot.com

ya se ve mi blog!

Javier dijo...

Hermoso relato y sabias palabras, impropias de un niño de tan corta edad,
pero, en ocasiones, los niños nos sorprenden, ¿verdad?

Saludos.

abril en paris dijo...

La lección más valiosa de la vida y la relación más cercana y poderosa que un niño puede disfrutar. Emociona tu relato.
Viejas fotos y sentimientos de siempre.

Un beso amigo Marcos :-)

Marisa dijo...

El gran error de los adultos es no querer seguir aprendiendo de esa mirada honesta sobre la vida de los niños.
Un bello relato, Marcos, y las fotografías que aportas de ese legendario e impresionante Gran Café Ambos Mundos son preciosas. Debió albergar mucha inspiración de escritores (y la sigue albergando aunque haya desaparecido).

Un placer leerte.
Un abrazo.

Pepe Cahiers dijo...

Magnífico relato, amigo Marcos, muy recomendado para estos tiempos de crísis.

Marcos Callau dijo...

Hola, muchas gracias Myra. La verdad es que aunque digas que son pocas líneas yo los suelo escribir más breves. Pensando en ese nombre lo escribí y también en las historias que he leído y me hn contado sobre ese histórico y ftídicamente desaparecido lugar de encuentro literaario en nuestra vieja Zaragoza. Qué buenas frases había en la antiguedad. Tengo un libro titulado "Apotegmas" que está lleno de estas pequeñas frases que nos decían nuestros abuelos. Pequeñas grandes enseñanzas. Besos Myra.

Lidia, no tienes de qué preocuparte ni de qué disculparte puesto que el error no ha sido tuyo sino que, por lo que cuentas, has sido víctima de un engaño. Lamentablemente en internet suelen ocurrir este tipo de cosas. Besos.

Siempre sorpremnden gratamente, Javier (bueno algún padre, después de una trastada de su hijo, quizá me diría otra cosa jejeje) Pero siempre se puede aprender mucho de ellos y sobretodo de su inocencia. Abrazos.

Es para mí muy grato tu comentario porque emocionar es una de las dificultades más bellas que se pueden llegar a intentar. Muchísimas gracias Abril. Besos.

Cierto, grave error Marisa. Muchas gracias por tus palabras. Debo confesarte que me hubiera gustado estar dentro de ese Café Ambos Mundos. Debió ser extraordinario. Un amigo mío lo comparó con el también desaparecido Pombo de Madrid. Besos.

Gracias Sr. Cahiers. La verdad es que, al llegar al final del relato, pensé en esta amarga situación que vivimos acusadamente en nuestro país y lamentablemente en todo el mundo. Abrazos.

Juan Herrezuelo dijo...

No sé si los padres de hoy no habremos perdido esa capacidad de enseñar desde la experiencia del corazón. En la sencillez de aquellas enseñanzas domésticas había una hondura que venía de muy atrás. Ese "salud y pesetas" escrito a mano en la últma foto no tiene el sabor a codicia con que hoy se persigue la "fortuna". Un texto conmovedor, Marcos.

Marcos Callau dijo...

En efecto, creo que ha cambiado el sentido de ese ¡Salud y pesetas!. Además, qué narices, hoy en día no suena igual ¿¡Salud y euros!?. No me suena bien. Más bien suena a quimérico. Un abrazo Juan y muchas gracias or tus palabras.

Amaya Martín dijo...

Dejame felicitarte por este relato de forma muy especial. No solo es exquisito en la sencilla elegancia de su redacción, no solo tiene la ternura, el sabor agridulce del costumbrismo y la capacidad de sorprender, tan necesaria en un relato, además es una leccion de vida..
Lo voy a compartir con tu permiso en mi muro de facebook, porque en estos tiempos que corren, es más necesario que nunca que la gente recuerde, que aprenda si es preciso, lo que de verdad importa

Muchos besos y un fuerte abrazo

Marcos Callau dijo...

Amaya, que compartas este relato en tu muro es un honor que me haces y no sé si merezco pero te lo agradezco infinitamente. También tus cálidas palabras sobre este sencillo relato. Eres muy amable. Muchas gracias por tu dedicación, amiga. Besos.

Mar dijo...

Precioso el relato y las imágenes, muy muy bonito. Los niños a veces saben más de la vida que los adultos con sus muchos años. Besos!!

Unknown dijo...

Que pena Marcos que ya queden pocos cafés como el que muestras en tu foto.Tengo muy buenos recuerdos de un café de ese estilo en una de las calles que conducen la Basílica del Pilar pero he olvidado su nombre.
Magnífico relto.
Un abrazo

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Marcos, te veo crecer día a día...Tu relato está lleno de realidad, de una realidad olvidada de aquellos años de penuria, que desgraciadamente pueden volver a repetirse, porque la historia se repite.Has dibujado con una enorme sensibilidad y ternura ese hogar olvidado que existió, donde el padre y la madre significaban algo muy importante en nuestras vidas, y eran guía y ejemplo a seguir.
Te felicito una vez más por la belleza de tu relato...un abrazo de azpeitia

miquel zueras dijo...

Hola, Marcos, ya echaba de menos tus relatos cortos aunque ´seguía disfrutando tus poemas. Este cuento es muy emotivo, me ha gustado de verdad. Abrazos. Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Marcos, ya echaba de menos tus relatos cortos aunque ´seguía disfrutando tus poemas. Este cuento es muy emotivo, me ha gustado de verdad. Abrazos. Borgo.

misántropo dijo...

En mis bolsillos horadados
escaparon sabiduría y monedas
las pelusas que han quedado
son los sueños y las penas.

Un placer leerte. Un abrazo

roberto dijo...

Hola, Marcos. Este cuento es sencillamente magistral. Me ha encantado.
Para saborear una y otra vez.

39escalones dijo...

Nunca ha terminado de gustarme Frank Capra.
Abrazos.

Clementine dijo...

Bueno, Marcos, éste es el primer relato tuyo que leo, aunque sé que tienes más pero, ya sabes tú, la falta de tiempo...
Y me ha encantado, la historia que cuentas, el mensaje que transmites y, sobre todo, cómo lo cuentas. Y ese Gran Café, maravilloso.
A mí sí me gusta Frank Capra, mucho, creo que son muy necesarias sus mágicas historias para poder seguir viviendo en nuestra realidad. Besos.

Lala dijo...

Un bonito relato Marcos. Es sencillo, tierno y muy bien contado, te enternece y te engancha hasta el final. A veces nos olvidamos de la sencillez en las cosas y nos complicamos la existencia demasiado, más de lo que ya esta.

Besotes

Marcos Callau dijo...

Y que lo digas Mar, qué gran verdad. Muchas gracias por tus palabras. Besos.

El que nombras Yuri es probablemente el Gran Café de Zaragoza que, antiguamente, era una joyería. El edificio se conservó íntegramente. Es una pena que se acaben esos Cafés. Un abrazo y mil gracias.

Muchas gracias Azpeitia, es un placer verte por aquí. Recuerdos los que destacas que deben estar presentes siempre. Ahora que está tan de moda la "memoria histórica". Un fuerte abrazo, amigo.

Me acordé de ti al publicarlo porque recientemente me comentabas que se echaba de menos algún relato. Muchas gracias, amigo Miquel, por tus palabras y tu apoyo. Abrazos.

Bueno Misántropo, tu comentario es un lujo... ¡con poema y todo! Muchas gracias.

Muchas gracias, amigo Roberto. Es un lujo que precisamente tú me digas eso. Pues nada, nada...¡a saborear se ha dicho! Un fuerte abrazo.

Capra no te gusta pero ¿recuerdas "Mystic river?. Hace poco hablamos de ello... Un abrazo.

Bueno clementine, ahora te envío un correo al respecto de lo que has comentado. Muchas gracias por tus palabras. Amí siempre me ha gustado Capra y creo que se nota mucho (modestamente hablando, claro está) en algunos relatos. Besos Clementine.

Sí, es cierto... nos complicamos por tonterías. Muchas gracias Lala. Besotes.

Raúl G.R dijo...

Muy bonito el cuento. Ya me gustó cuando me lo contaste pero leído gana. Cuidate amigo.

Marcos Callau dijo...

Sí, tengo la manía y costumbre de destriparte todos los cuentos. Esto juega en mi contra pero debo de ser masoquista jejeje. Un fuerte abrazo, amigo.

Silvia Meishi dijo...

Que buen relato, Marcos. Los niños aún son puros y pueden ver lo que nosotros ya no vemos. Ellos, pueden enseñarnos mucho.

Un abrazo

Marcos Callau dijo...

Otra certeza que nos has dejado como regalo Silvia. Muchas gracias. Besos

Princesa115 dijo...

Hola Marcos.
El relato no tiene desperdicio, me encantó porque es puro aprendiaje, puro amor.
Hay que enseñar a los hijos el valor del dinero y por tanto el valor de la vida.

Un beso

Marcos Callau dijo...

Aunqeu al final la lección se la da el niño. Muchas gracias Princesa. Besos.

David dijo...

Bonito relato y bonitas fotos. Digno de una peli de Capra.
Siempre es grato acercarme a tu rincón y descubrir tu mirada, ya sea en prosa o en verso, sobre calles, espacios y lugares pretéritos y presentes de nuestra querida Zaragoza.
Noto ciertos y loables paralelismos literario(a distinto nivel y formato) entre tu amor a la ciudad y el de Eduardo Mendoza a Barcelona.
Sigue así Marcos.
Un saludo.

Marcos Callau dijo...

Muchas gracias David por acompañarme en estos paseos por Zaragoza, esta vez un paseo también por el tiempo. Muchas gracias por tus palabras. Abrazos.

David dijo...

Aaaah! Buen giro final. Aunque a mí estos cuentos tan tiernos (snif!) (ja,ja), pero es bonito, muy bonito...
Un abrazo.

Marcos Callau dijo...

Jejeje...muchas gracias David. Quizás algunas historias solo se la spuede permitir Capra jeje. Un abrazo.

Fernando dijo...

Marcos, amigo: ya sabes que no sé hacer buenos comentarios, pero esta vez tu relato me ha cautivado. ¡Preciosa historia! ...y tan bien escrita...Un fuerte abrazo.

Marcos Callau dijo...

Simplemente tu visita ya es un placer siempre, mi buen amigo Fernando. Me alegro mucho de que te haya gustado este pequeño cuento de tiempos antiguos que, desgraciadamente, solo he podido conocer a través de otras historias. Un abrazo muy fuerte para ti.

Anónimo dijo...

gracias mil veces por pasar y dejar un comentario,muchisimas gracias!
un abrazo enorme,beso
lidia-la escriba

Marcos Callau dijo...

No hay de qué, Lidia pero las gracias te las bedo dar yo por comentarlo aquí.

♥ ♣ ֵֶєρσ¢ค ∂σяค∂คֵֶ♣ ♥ dijo...

Pero...¿cómo me he podido perder esta entrada? Puff...qué relato tan emotivo Marcos. Lo que es capaz de hacer un padre con tal de ver la cara de felicidad de un hijo, a pesar del esfuerzo y que a duras penas pueda regalarle aquello que le hace feliz. Pero también, lo que es capaz de hacer un hijo por un padre, al coprenderlo siendo tan jovencito y darse cuenta, que de lo que está lleno es de bondad y corazón.
Sencillamente me ha encantado Marcos..Y las fotografías, son estupendas. Ahora entiendo el por qué de gustarte más el café español que el francés jeje..
Más besos de oro para ti.

Marcos Callau dijo...

Jajaja...es que el café de Paris está aguado. Me alegra mucho que te haya gustado Época, muchas gracias por tus palabras hacia este humilde relato. Besos.