jueves, 28 de julio de 2011

La mirada de Loretta Young


Es una calle que nunca caminamos
en esta ciudad que conoce nuestros pasos.
Es un leve rencuentro pasajero
con aquella noche que abrazamos
como se abraza a un incendio.


Puede ser solo una percepción
sugerida por el lastre de la añoranza
pero juraría que, cuanto más se acerca el verano,
más potente me golpea tu recuerdo
en el centro de la resignación.


Y es que
el verano es rojo, como tus labios
La pasión es un rubor de tus mejillas
que encarna al amor
y las cerezas son solo un fruto
prohibido y alejado,
olvidado del invierno.


Puede ser solo un espejismo
pero juraría que las calles del verano
en esta maldita ciudad
están impregnadas de tu esencia
-Tan solo una bocanada y vuelvo a sentirte,
vuelvo a sentirme joven-


Tu recuerdo, desde hoy, es loco y desenfrenado
sugerente y desinhibido
como todas aquellas actrices
que, en los años treinta,
prescindían de la ropa interior
para todas sus fiestas.
Tu recuerdo es persistente
al paso de los años,
vivo y límpido
en cualquier cosa intangible
pero vital.


Pero ahora, en la quietud de la noche,
por despistar a la memoria,
he decidido embriagarme una vez más
con el buen cine, de las sombras y los grises,
del blanco y el negro.
He intentado enamorarme otra vez
con un primer plano
de la bella protagonista,
con un beso inesperado
o con el ritmo en sus caderas
bailando cualquier pieza de jazz


Sin embargo, una vez más,
aquí, en la oscuridad de mi sala de estar,
brillaron fulgurantes los inmensos ojos
de Loretta Young.
Esta noche hablaban de sinceridad,
de juventud y eternidad,
de lo fugaces que se pierden
algunas oportunidades
y lo rápido que pasan ciertos trenes.


Y en el fondo de aquellos
claros ojos sinceros
advertí que todo aquello que me decían
ya lo había escuchado antes
 y aprendí también que aquella noche tan aciaga,
al menos Loretta Young
me miraba por ti.


Este poema fue inspirado, en parte, por una entrada del recordado Antonio (AN-RO), que se puede leer aquí. También de su blog saqué la primera fotografía de Loretta Young.

martes, 26 de julio de 2011

A las puertas del deseo, a las puertas de Jazzmen


Allí donde se levantan las horas
contra un techo de insomnio
y se elevan ciertas olas
hacia el incógnito oscuro.
Allí donde las luces galopan
en neones cenicientos
y un suspiro se funde en la niebla
de juveniles otoños.


Solo en ese rincón
donde se parte la noche, harapienta,
termina la búsqueda,
en dos madrugadas,
del deseo en la nada.


Hasta este lugar llegué
por la avenida de los capiteles tronchados
formados de hojas caídas y besos marchitos.
Hasta este lugar, también,
me persiguió el deseo
para abrirme allí sus brazos.
Fue entonces cuando recordé
la estatua que fui
y me alegré de no tener manos.


Allí donde se despojan los sueños
y el tiempo es arena
sin existir el desierto,
allí donde se elevan las primaveras en verano,
los octubres en invierno;
allí y más allá,
desde la muerte,
acudí al umbral del deseo.


Llamé a la puerta.


Nadie respondió.



Con este poema les dejo nueva informacíón sobre la presentación de Jazzmen (próximo jueves 28, 20:00, El pequeño teatro de los libros. C/ Silvestre Pérez, 21) Además de la presencia de Alfredo Moreno, David Giménez y GranBob, se prevé también la asistencia de los poetas cartoneros David Liquen, Víctor Guiu y Julio Donoso, que recitarán algunos poemas. También habrá micrófono abierto. ¡Si tienes un poema rodando por tu blosillo, léelo!.

Por cierto, la plataforma cultural Raíces de papel ha seleccionado mi relato Deseos humanos ganador del II CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE "ARVIKIS-DRAGONFLY" La ganadora del III CERTAMEN DE POESÍA "POETA JUAN CALDERÓN MATADOR" ha sido Raquél Vázquez Díaz. Mi enhorabuena para ella. También mi enhorabuena para todos los seleccionados finalistas y para publicación. Y mi agradecimiento a Javier Bueno y Juan Calderón Matador por la creación de estos concursos que nos dan como resultado unos libros tan estupendos como los del año pasado. Ah y mi agradecimiento a Gloria Grahame, por supuesto.

jueves, 21 de julio de 2011

JAZZMEN

Amigos blogueros el próximo jueves 28 de julio, a las 20:00, se presentará en la zaragozana librería El pequeño teatro de los libros (C/ Silvestre Pérez, 21) mi colección de doce relatos breves titulada Jazzmen y editada por Cartonerita Niña Bonita. Tengo el inmenso honor de contar con Alfredo Moreno para el evento y con el editor David Giménez. También estará presente el músico "GranBob" (Roberto Artigas) autor del CD cartonero Pedaleando. Es para mí un sueño hecho realidad poder editar una colección de relatos con la editorial Cartonerita Niña Bonita que, por cierto, cumple ya tres años de vida. La idea cartonera surgió en Argentina, cuando la crisis azotaba el país y consistía en crear libros artesanos con materiales reciclados que además fueran asequibles para todo el público, gracias a su política de precios anticrisis. Este espíritu ha sido conservado y trasladado a nuestro país por David Giménez y lo cierto es que esta Cartonerita de Remolinos cada día está creciendo más y más. Formar parte de ella es un auténtico placer. Como aperitivo os dejo unas fotografías de algunos ejemplares de Jazzmen, relatos de crooner:
Con esta entrada me despido hasta dentro de una semana y con uno de los relatos que se incluyen en Jazzmen: A la luz del flexo

Nos vemos!

martes, 19 de julio de 2011

Nuevas leyendas aragonesas (Mira. 2011)



Recuerdo que era verano. Una noche, después de una tarde tormentosa típica de montaña,
el tiempo había refrescado de tal manera que no se podía estar en el porche, después de cenar. En la sala de estar, toda la familia rodeaba la mesa y a la luz de un pequeño candil situado en el hueco de la chimenea, mi abuelo y su hermano nos contaban leyendas antes de ir a dormir. Normalmente eran historias de miedo, de fantasmas y aparecidos. Estas historias formaron parte de mi niñez y especialmente de esos veranos que transcurrían sin prisa en el pequeño pueblo pirenaico de Santa Cruz de la Serós.
Santa Cruz de la Serón, debajo de San Juan de la Peña, bien pudiera ser también un perfecto escenario para alguna nueva leyenda aragonesa

Ha pasado mucho tiempo desde entonces, sin embargo, la tradición de contar buenas historias nunca pasará de moda. Y precisamente en ello emplean su tiempo los autores del libro Nuevas leyendas aragonesas (Mira. 2011), Óscar Bribián, David Jasso, Roberto Malo, Fermín MorenoJosé María Tamparillas y Juan Ángel Laguna Edroso. En este libro los autores renuevan la tradición de las leyendas (historias que normalmente albergan ese necesario factor mágico o misterioso) y la reinventan, adaptándolas a los nuevos tiempos. El componente terrorífico está presente en la práctica totalidad de las narraciones, cuando no está sustituído por el misterio y resulta especialmente escalofriante en determinados momentos. Decidí, como lector, que lo más acorde con la temática de las historias que completan este libro sería realizar la lectura únicamente de noche y he de confesar que con esta decisión me gané a pulso alguna madrugada de insomnio y pesadillas sobre muertes, apariciones, brujas, abduciones o monstruos descomunales.

Óscar Bribián abre el libro con La leyenda de Escriche. En este relato Óscar resucita una vieja historia que casi había desaparecido en el olvido. Sitúa la acción durante la Guerra Civil, en el frente de Teruel. Bajo unas condiciones climatológicas heladoras, con temperaturas de hasta veinte grados bajo cero, cobra vida ante nuestros propios ojos la brutal bestia de Escriche.

David Jasso nos estremecerá hasta la saciedad con un terror tan agónico que asegura alguna que otra pesadilla nocturna (hablo por experiencia directa). En su terriblemente heladora historia no solo nos congela el corazón con fatales sucesos sino que escarba también en los fracasos sentimentales, la traición y la infidelidad como un trasfondo que hace crecer a esta escalofriante historia ambientada alrededor de un nevero, en Fuendetodos.

Roberto Malo introduce la nota de color con su Rayo rojo, una historia de abduciones extraterrestres en Teruel. Con este relato Roberto aporta la necesaria nota de humor (eso sí, de humor negro) que el lector, a estas alturas del libro, ya va agradeciendo. Una vez más, derroche de imaginación y fantasía a cargo de Roberto.

Fermín Moreno traslada su historia a un futuro apocalítico, con una Zaragoza inundada en la que, por ejemplo, es necesario acceder al Pilar en barca. Reinventa la tradición del Cipotegato en Tarazona convirtiéndola en una oscura maldición mientras la sociedad parece estar dominada por una secta fanática religiosa.

José María Tamparillas traslada su relato a un pueblo perdido del Maestrazgo. En él se intenta explicar la razón por la que un pueblo va quedando abandonado, poco a poco y al final olvidado, sumido en las sombras. Una enigmática historia la que ofrece José María.

Por último y cerrando la colección tenemos a Juan Ángel Laguna Edroso que traslada la acción a mi querida Jaca (incluso introduce en la historia el bar Ulzama, uno de mis cafés preferidos), a Canfranc y al pueblo de Binara donde tendrá lugar una terrorífica historia de brujas y muertos que nos visitan en las noches.

Espero que después de leer Nuevas leyendas aragonesas logren esquivar las pesadillas pero, no seamos ilusos, creo que será más que complicado.

viernes, 15 de julio de 2011

No way out (Joseph L. Mankiewicz. 1950) y nuevo número de Cineuá

Sidney Poitier (como el doctor Brooks) encañonado por Richard Widmark (como el delincuente Ray Biddle)

Muy gratamente me ha sorprendido esta película que he visto por primera vez y que significa el debut ante las cámaras del estupendo actor Sidney Poitier, después de unos pequeños trabajos como extra. En Un rayo de luz (título de No way out para el público español, aunque más parezca una peli de Marisol) Poitier es el Doctor Luther Brooks, encargado de la sección de presidiarios, en uno de los más importantes hospitales de la ciudad donde, además, destaca por ser el único médico afroamericano (con lo que ello significa en plenos años cincuenta). Hasta este hospital llegarán con una superficial herida de bala, tras una tentativa de atraco en una gasolinera, los hermanos Johnny (Dick Paxton) y Ray Biddle (Richard Widmark), un par de rateros que intentaban escapar de la policía. Lamentablemente Johnny llega hasta el hospital moribundo a causa de un tumor cerebral que nunca ha sido tratado. En un intento desesperado, el doctor Brooks intenta salvarle la vida pero Johnny muere en sus brazos. Ray Biddle ha presenciado todo, desde la cama de al lado y decide que el doctor Brooks ha asesinado a su hermano. Para aclarar los hechos Brooks pide a su superior, el doctor Wharton (Stephen McNally), la autopsia del cadáver para la cual se necesita el consentimiento familiar. Pero Ray prefiere dar por hecho que el doctor Brooks es el asesino de su hermano, no autorizar la autopsia y de esta manera acrecentar su odio hacia él y hacia todas las personas de su misma raza.
Richard Widmark y Sidney Poitier en un momento de tensión durante la película
El doctor Brooks y el doctor Wharton recurren entonces a la viuda de Johnny Biddle, Edie Johnson (Linda Darnell), que resulta estar divorciada legalmente de su marido desde hace más de un año y además, haber sido amante de Ray Biddle. La historia se complica cuando Ray Biddle decide poner en marcha un plan de venganza, convocando a los matones de la barriada donde nació, para llevar a cabo una emboscada en el barrio negro de donde el doctor Brooks procede. Los hechos se desencadenarán una noche fatal en que los heridos llegan en oleadas al hospital mientras el doctor Brooks decide entregarse a la policía como asesino de Johnny Biddle para así obligar a que se realice la autopsia.
Edie Johnson (Linda Darnell), acompañada por el Doctor Wharton (Stephen McNally) en la noche de la emboscada, ante la siempre comprensiva mirada de Gladys (Amanda Randolph), que trabaja en la casa del doctor.

Joseph L. Mankiewicz se sirve de esta historia para criticar abiertamente la sociedad norteamericana, el racismo que se vivía en los años cincuenta (y que lamentablemente se prolongaría durante décadas) y para ofrecer una historia que nos muestra las tensiones, las luchas entre el bien y el mal. Edie Johnson, en una excelente interpretación de Linda Darnell, representa a esa persona que se mueve entre dos aguas y a esa pequeña parte de la sociedad que quiere despojarse de ridículos prejuicios, abandonar el oscuro pasado y abordar un cambio de actitud. Creo que, como casi todas las películas de Mankiewicz, no fue valorada en su justa medida durante su lanzamiento ni fue acogida por el público norteamericano de manera adecuada. No obstante se trata de una excelente película, sin los densos diálogos por los que Mankiewicz muchas veces es criticado y con un excelente plantel de actores. Cabe destacar el papel de Amanda Randolph como Gladys, criada en la casa del doctor Wharton, sobretodo en una escena en la que mantiene una conversación matinal, durante el desayuno, con Edie Johnson. Mildred Joanne Smith es la actriz que encarna a la esposa del doctor Brooks, que nunca pierde la esperanza en esa sociedad inhóspita, mientras que la madre está representada por Maude Simmons en un papel también muy emotivo.
El doctor Brooks (Sidney Poitier) y su esposa Cora (Mildred Joanne Smith)
Y para seguir con el mundo del cine anunciar que ya ha salido el nuevo número de Cineuá dedicado a las sagas con los siguientes artículos:

· Editorial: que todo cambie para que siga igual

· La trilogía de los muertos: la historia de Occidente, por Vicente Rodrigo

· El homicidio como evasión: Tom Ripley según el cine, por Carlos Abascal Peiró

· Screen test: la saga infinita, por Vicente Rodrigo

· Platillos volantes, ranchos y lirismo barroco. La Tempestad de William Shakespeare en seis películas, por José Ángel de Dios

· Fantasma: la saga imposible, por Vicente Rodrigo

· Su nombre era Antoine Doinel, Por Aarón Rodríguez Serrano

· Mad Max: salvajes del subdesarrollo, por David Tejero

· Jackass: tiempos modernos, por Nicolás Ruiz

· C’était un rendez-vous 2, por Nicolás Ruiz


martes, 12 de julio de 2011

Arquitectura natural, un poema a una pintura y otro a la madrugada

Trazando las líneas definidas
de un amor completo,
lleno de color,
pleno en contorno,
siempre y de manera irremediable
se reduce, al final,
el dibujo en bosquejo,
cuando implacables surgen
los límites del lienzo.

Allí donde, fuera del marco,
gana la naturaleza el paisaje urbano,
ante los ojos atónitos del pintor
y se adentra en la ruina;
allí donde el sol irrumpe
por un tejado desquebrajado,
donde hiende el dolor
existe la luz.

De un beso marchito
se guarda el silencio
y de ese silencio
renace la vida.


Arquitectura natural, de Javier Peribáñez Suñén
 En el Café Easo, (C/ San Vicente de Paúl, 4) se expone la obra pictórica de Javier Peribáñez Suñén hasta el día 30 de julio.





Preludio del sueño


Cuando la ciudad
ha logrado zafarse de la noche
y del día,
hacia ninguna parte
o ese limbo que es la madrugada,
la luna es medio limón pálido
aterido y reposado
en el último tejado
que ha podido descifrar
el alma en vigilia


Los pequeños últimos suspiros
del mundo, cuando todo está en calma,
es la canción de cuna
para un hombre que trasnocha
por esperar lo que ignora.


Quizá esa persiana vencida por el sueño
o ese neón que deja de iluminar, de repente, 
la avenida de los coches sin garaje.
Quizá unas voces, unas risas
o el sonido de una riña lejana,
quizá un vaso
que estalla contra el suelo.


Todo es el conjunto y la armonía
de una orquesta que interpreta
esa suave canción
que es el preludio de un sueño.

sábado, 9 de julio de 2011

Última llamada (poema)


Última llamada

Discreto, por las callejuelas de la madrugada,
el demonio disfrazado
ha anegado los últimos resquicios del recuerdo
ahora que las trampas
saben a miel
y los atardeceres a derrota.

¿Dónde se encuentra el albergue del caminante,
el manantial a la sombra de los pinos?

¿Dónde se expande la mañana,
dónde ríe un niño?
¿Dónde estás brillando, luciérnaga,
cuando el hombre se consume como un fósforo?

Desde la noche rumorosa te escribo,
mi último acceso de luz,
desde el lugar donde las sombras
son lobos hambrientos que se revuelven,
este último intento es una agonía
para saber
si la soledad se alimenta de su vacío

Dime
¿Dónde caminas hoy, mi último candil?
¿Qué sonrisas nuevas alimentas?
¿Qué nuevos ojos de noches cerradas
han conocido la luna llena en tus pupilas?
¿Qué lengua muerta has resucitado
en el torrente silábico de tus besos?

Dime,
ahora que disfrazado el demonio
ha borrado tus huellas,
¿dónde amanecerá mañana
el último sueño
en que pronunciaste mi sombra?



Y ahora, un poquito de música nocturna: Last call (la despedida musical de Chris Rea)


AÑADIDO:
Esta noche he recibido la triste noticia, por parte de Abril, del fallecimiento de nuestro amigo bloguero AN-RO. Aunque esta entrada estuviera programada antes de conocer este suceso, no quería dejar de recordarlo aquí y transmitir un fuerte abrazote (de esos que él siempre nos deseaba) para toda su familia y para todos los que tanto hemos sentido su pérdida.
Y para ti, Antonio, allí donde nos leas, un abrazote.

jueves, 7 de julio de 2011

Segundas partes nunca fueron buenas

Calle San Agustín, Pamplona


Segundas partes, nunca fueron buenas

Eran días sofocantes y tardes tan calientes que la tierra gritaba auxilio y se revelaba en forma de polvareda por todas las calles. En los aledaños de la plaza, los turistas, enrojecidos como sus pañuelos, descansaban en sus radiantes ropas blancas. Todo aquello resultaba demasiado familiar pero la posibilidad de una segunda oportunidad parecía muy tentadora como para ser rechazada. Sus cansados huesos yanquis llegaron hasta el mismo bar que habitaron la última vez. Allí pidió una botella de coñac y aguardó esperanzado en que, esta vez, todo saldría bien. Próximos a su mesa, de nuevo aquella tierna pareja, conversaba nada más que vaguedades. El americano solo era un espectador.

Por ella, los años habían pasado haciendo justicia y aunque los tiempos de juventud eran muy añorados, se podía apreciar la esbelta figura de una señora muy elegante.
-Jake, sabes que te quiero
-Ha sido un encierro espectacular –respondió él con la mirada fija en su vaso medio vacío, intentando desviar el tema de la conversación.
- No cambies de tema, querido. Sabes que siempre debímos volverlo a intentar. Por favor, compréndelo. Guardó silencio, esperando encontrar la mirada compasiva que hacía años había perdido y atacó definitivamente. Por última vez.  ¿Quieres empezar de nuevo conmigo?

Jake apuró el resto de su copa, se levantó y dijo adiós. Salió del bar y desapareció para siempre por la Calle de San Agustín. Brett escondió el rostro entre sus pequeñas manos, suspiró levemente y también desapareció, camino de su habitación, como un sueño que queda incompleto.

El americano quedó solo y pensativo en aquel bar. Comprendió que hay finales que nunca podrán ser felices por muchas veces que se vuelvan a escribir. Finalmente, hastiado ya de tanta amargura, agarró su escopeta y de un tiro se suicidó.

FIN
El pasado sábado, dos de julio, se cumplieron cincuenta años de la muerte de Ernest Hemingway. Este relato está dedicado a esos dos insólitos personajes que Hemingway diseñó para su obra La fiesta, Brett y Jake.

Ernest Hemingway en sanfermínes

lunes, 4 de julio de 2011

The stranger (Orson Welles. 1946)

Orson Welles en su ambiguo papel de The stranger
Desde que se celebró la última sesión anual de Libros filmados, a la que lamentablemente no pude acudir, esta obra maestra del señor Welles quedó pendiente en mi haber pues la había visto hacía tanto tiempo que no la recordaba con claridad. De hecho, solía confundirla con The third man (Carol Reed. 1949). Así que, en estos días, he tenido que ver las dos para aclararme un poquito. No obstante, hoy hablaré de The stranger y si queda alguien que no la haya visto todavía, podrá seguir leyendo tranquilamente porque nada importante sobre su final será revelado aquí.
La sombra de Kindler se alarga hastas la cama donde le espera su esposa
 Esta película resulta trepidante desde el ritmo que se establece en su comienzo, cuando vemos a un hombre aparentemente insignificante, huyendo a un país extranjero al que entrará alegando que viaja por motivos de salud. Este hombre llamado Konrad Meinike (Konstantin Shayne), en una secuencia que es un torbellino de luces y sombras, es perseguido por varias personas que le acechan. Meinike consigue llegar hasta Harper, un apartado pueblo de Connecticut, donde al parecer, desea encontrarse con un antiguo camarada. Aparentemente ha conseguido despistar a todos sus persecutores excepto al detective Wilson (Edward G. Robinson) que todavía está sobre su pista. Pero, al entrar en un recinto universitario vacío, Meinike consigue agredir a Wilson y dejarlo fuera de combate. Una vez liberado de su persecutor, se encuentra con Franz Kindler (Orson Welles), antiguo compañero de las SS alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, que vive tranquilamente en Harper, habiendo cambiado su identidad por la de un amable profesor llamado Charles Rankin.
Konstantin Shayne en el papel de Konrad Meinike
Meinike aparece en escena justo el día en que Kindler, bajo la identidad falsa de Dr. Charles Rankin, se dispone a contraer matrimonio con la hija de un juez de la Corte suprema de los Estados Unidos, Mary Longstreet (Loretta Young), para seguir aparentando así una vida normal. En ese primer encuentro y justo antes de la boda, Kindler asesina a Meinike al comprender que este solo ha servido de señuelo para que la comisión de crímenes de guerra, encarnada en el detective Wilson, de con su paradero.
Escena del asesinato de Meinike. Ambos individuos se encuentran rezando y Kindler, mientras implora la piedad de dios, estrangula a su antiguo colega
 Una vez recuperado de la agresión, Wilson decide realizar sus primeras pesquisas empezando por el curioso bar de la ciudad. Wilson sabe que Kindler es un aficionado a los relojes antiguos por lo que decide presentarse en la casa del juez Adam Longstreet (Philip Merivale) aparentando ser otro coleccionista de antiguedades. Invitado a cenar en la casa del juez, Wilson coincidirá en la mesa con Kindler quien aparenta ser el profesor normal por el que se hace pasar. Sin embargo, la charla de sobremesa deriva a la política nazi y es en este punto donde Kindler comete una imprudencia al defender que Karl Marx es judío y no alemán. Esa distinción, que solo sería capaz de hacer un nazi y una actitud cada vez más sospechosa, es la excusa para que Wilson comience a investigar todos los movimientos de Kindler.
Aquí Wilson, sospechando
Loretta Young interpreta perfectamente a una esposa recién casada, enamorada e ilusionada que, a pesar de unas sospechas cada vez más claras, no quiere afrontar la realidad. La tensión de su mirada, en esos grandes ojos claros, va aumentando a medida que avanza la película de forma espectacular. Orson Welles, uno de mis intérpretes favoritos de todos los tiempos, es aquí el asesino cruel que ideó el genocidio y enloquecido por el paso del tiempo, aún confía en el resurgimiento del nazismo. Quizá sea por esta razón que Welles realiza aquí una interpretación más teatral que lo acostumbrado, aunque siempre su manera de actuar es más cercana al teatro. Pero el personaje que más me gusta de toda la película es, sin duda, el detective Wilson. El actor todoterreno, Edward G. Robinson, vuelve a dar con el papel más creíble de toda la cinta. Ya pudiera ser un gángster sanguinario, un detective inteligente o un incauto pintor enamorado de una mujer fatal, Robinson siempre estaba perfecto en cualquier papel que afrontase. Mi admiración por él crece día a día.
El desarrollo de la escena final tiene lugar en el campanario de la torre del reloj
Fotografía publicitaria
Kindler, dentro de una cabina telefónica, está apunto de delatarse

viernes, 1 de julio de 2011

Llegado de otros tiempos



Recuerda
cuando la noche era insuficiente
y el día escaso.
Recuerda
cuando eras una mancha gris,
apenas definida,
paseando de la Calle Estudios a Cortesías
y bajo esa torre mudéjar de la Magdalena,
recuerda cómo urdías
todos aquellos versos que no se debían escribir.


Solo soñabas, pero eras entonces
un cuerpo vacío
formado con rastrojos de otoño.
Solo soñabas entonces pero fuiste,
a fuerza de los golpes que otorga la vida,
la marca o señuelo al que regresar
si se bifurca el camino.


Recuerda
las horas grises
de lunas oscuras.
Si te lo hubieran preguntado entonces
no hubieras apostado
ni un gramo de vida
por la felicidad conseguida
en esta amarga ciudad cercada.


Sin embargo ahora, dichoso
y ante un café humeante de la Urbana,
anhelas, con todo lo que tienes hoy,
recuperar algo que dejaste prendido 
y ahogado 
en aquellos viejos tiempos aciagos.